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    Somos un grupo de investigación en temas de Seguridad y Defensa Nacional.

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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Diversos Links de Inteligencia(*)




El Departamento de Ciencia Política de la Loyola University of Maryland (EE.UU.) pone a disposición de toda la comunidad de inteligencia una página que sistematiza las direcciones web de los principales centros de Inteligencia del mundo, asi como Legislación y diversas Revistas Académicas que estudian esta materia. Clic AQUÍ.

(*) Alberto Bolívar Ocampo.

Un peligro llamado Lima(*)




Lima no es más que el fiel reflejo de los desequilibrios estructurales, geopolíticos y neoadministrativos que viene padeciendo – sin solución aparente ad portas – nuestro país desde hace mucho tiempo. El no tener una clara concepción de nuestro rol interno y externo, ha devenido, entre otras cosas, en un centralismo centrípeto y negativo que ha llevado a la concentración de la mayor arte de nuestro poder nacional en la región limeña.

En julio de 1980, durante el fórum sobre geopolítica y desarrollo que organizó el IPEGE, se llegó a la conclusión que Lima era el objetivo militar más vulnerable de América Latina en términos de guerra convencional: cualquier revés en los teatros de operaciones Norte y/o Sur pondría a la capital a merced de la aviación enemiga, con los obvios resultados negativos. En Lima se concentra aproximadamente el 90% de las industrias, el 95% de los servicios, así como aproximadamente un tercio de la población nacional. Hay quienes piensan que “cuando la población de una ciudad crece anormalmente, es indicio de la decadencia de una nación. En realidad, es el heraldo de su ruina inminente.”

Este problema, nueve años después, se ha vuelto incontrolable por la crisis económica y la subversión. La crisis económica, de por sí, provoca la migración a Lima; la subversión la acentúa para agravar su problemática de exceso poblacional, mala o nula prestación de servicios públicos esenciales por arte del Estado; subempleo, pauperización y violencia.

La subversión sabe que sus golpes de mano son más efectivos – y efectistas – en la desordenada y macrocefálica Lima:

  1. Mayor efecto interno, tiene, por ejemplo, un apagón o una masacre en una ciudad calcutizada como Lima, que en una ciudad menor del interior o de las serranías. Elevar el sentimiento del miedo al terror puede lograrse más fácilmente entre personas que viven apiñadas que entre as que viven dispersas.
  2. Mayor impacto propagandístico internacional – algo que sobre todo Sendero Luminoso maneja muy bien – producen los golpes subversivos en Lima. Los dividendos en términos de propaganda violenta y no violenta, son indudablemente mayores en la capital.

El problema limeño actual es parecido al de París: ésta fue tomada en 1814, 1871 y 1940, y Francia perdió la guerra. Bélgica, Países Bajos, Noruega, Grecia y Yugoslavia siguieron peleando en 1940-41, pese a haber perdido sus capitales. Lima cayó en 1881, pero la lucha continuó en el interior porque no había un centralismo tan acentuado y negativo como el actual; el poder estaba más disperso.

La situación es distinta hoy en día; muy parecida a cuando Alarico sitió Roma. Al preguntársele acerca de si le preocupaba lo fuerte que parecía la capital del Imperio Romano por todo el poder que estaba geoadministrativamente concentrado en ella, respondió: “Cuando más denso está el pasto, más fácil la siega.” Sendero Luminoso sabe que si logra sitiar a la ciudad (ver: “La guerrilla de Sendero Luminoso prepara el sitio de Lima” en “ABC”, Madrid 12.02.89) y lo que es más, realiza acciones tipo “ofensiva del Tet” en su interior, habrá causado tales estragos por la agudización de los antes mencionados problemas, que la lucha – posiblemente – se habrá resuelto a su favor.


(*) Alberto Bolívar. Diario Expreso. 22/Jul/89

Subversión, Geopolítica e Intervención



La posición territorial – central, periférica, mediterránea, etc. – que ocupa un determinado Estado, es una de las categorías de análisis geopolítico más valiosas. La posición es importante cuando se la relaciona con la lejanía o proximidad respecto a los centros de poder mundial, con las comunicaciones exteriores, así como con el grado de Poder Nacional que detentan el país materia del análisis y los países que conforman su entorno inmediato. Ahora bien, la ventaja de una posición – central, por ejemplo, que es el caso que nos interesa – no es real sino en la medida que se hayan dado en ese país los medios para explotarla y sobre todo la voluntad – decisión política – de hacerlo.

El Perú Republicano, inexplicablemente cayó en una suerte de “amnesia geopolítica” a partir de 1821. Olvidó que los Incas ejercieron magistralmente su poder a partir de la ocupación de una posición central: el Cuzco, núcleo de cohesión a partir del cual fueron irradiándose los influjos geopolíticos que dieron forma y consistencia al Tahuantinsuyo. Olvidó que durante a Colonia, los españoles muy inteligentemente siguieron el ejemplo de sus conquistados: su poder en Sudamérica fue concentrado y se ejerció a partir de la posición central del entonces Virreinato del Perú. Este se convirtió, a decir del maestro Castañón Pasquel, en “el núcleo de cohesión de todo un sistema lineal de poderío.” Ello puede comprobarse viendo el mapa y recordando cómo las comunicaciones y el comercio provenientes de la metrópoli en dirección al Pacífico, llegaban a Porto Bello, cruzaban el istmo de Panamá y de allí seguían su ruta principalmente hacia el Callao. De la capital seguían al Alto Perú y del Altiplano al Río de la Plata. La mayor parte de su poder político, económico y militar se concentró en esa posición central que le ofrecía el Perú. Cuando hubo sublevaciones en los países vecinos, desde el Perú se pivotearon todas las intervenciones contra las mismas, con el éxito que conocemos. Bolívar y San Martín, con gran intuición geopolítica, ven que la Independencia en Sudamérica no se alcanzará realmente si es que no se destruye antes el poder español ejercido centralmente desde el Perú. Es por ello que convergen las corrientes libertadoras del Norte y del Sur. 1824 marca con Junín y Ayacucho el fin de ese poder central. No fue casual tampoco el que en 1864-66 España tratase de reinsertarse en Sudamérica, primero tratando de recuperar su antigua ventajosa posición central. El Combate del Dos de Mayo puso punto final a ese postrer intento colonialista de clara raíz geopolítica.

En la Epoca Republicana, los formuladores y ejecutores de nuestra política exterior – salvo Castilla – olvidan la ancestral herencia geopolítica que nos habían legado nuestros antecesores. La posición central se vio como algo desventajoso, asfixiante y causante de problemas internacionales. Es así como nuestra política exterior devino – hasta nuestros días – en una tradición de problemas y posibilidades. El uso o no uso de esa posición central fue y es uno de sus principales problemas, pero también una de sus más claras posibilidades: la de convertirnos en el eje de comunicaciones e integración en el hinterland sudamericano, todo ello por ser un país central, junto al coloso brasileño, respecto del Grupo Andino y los países del Cono Sur.

El problema de su no uso como instrumento básico de nuestra política exterior se ve agravado por el hecho que el Perú es un eterno proyecto de país caracterizado por su desarticulación, descohesión, peligrosamente centralizado en la Costa, en continua pauperización y con ausencia de presencia estatal – anecúmene político/administrativo – o presencia estatal mínima en grandes extensiones de la Sierra y Selva.

La subversión actuante en el Perú desde 1980 (Sendero Luminoso) y 1984 (MRTA-MIR) basa y fundamenta su accionar en los factores negativos antes mencionados y en la agudización de las contradicciones que estos producen al interior del sistema. Lo que sí, parecen no considerar un problema la posición central de nuestro territorio porque tendrían, sobre todo SL, una concepción que podríamos denominar “geopolítico-revolucionaria”: a partir de la ocupación de una posición central, es decir nuestro territorio, irradiar la revolución comunista en dirección al hinterland sudamericano inmediato al Perú. Bolivia, que tiene el heartland sudamericano: el triángulo Santa Cruz-Sucre-Cochabamba, que es el cruce de comunicaciones más importante del subcontinente, serviría de núcleo complementario con el fin de proyectar los impulsos geopolítico-revolucionarios en dirección al Río de la Plata y para reforzar sus acciones contra Chile. Todo esto, claro es, sería con ayuda de los grupos subversivos de los países afectados. En otras palabras, SL buscaría revertir el proceso geopolítico de la Independencia, creando un gran poder revolucionario a partir de la ocupación de una posición central, fortaleciéndolo e irradiándolo en dirección a los países vecinos y allende los mismos.

El carácter mesiánico de SL, su prédica y forma de actuar, el haberse extendido su presencia a casi todos los Departamentos en siete años de accionar subversivo; su fría, racional y eficiente capacidad de planeamiento estratégico, sumados a lo que parece ser una clara concepción geopolítico-revolucionaria y a la aparente competencia estratégica desatada entre ese movimiento y el MRTA-MIR, que puede llevar la escalada de violencia en el país a niveles insospechados, ¿no son motivos de preocupación sobre todo de nuestros vecinos, porque se estaría gestando en el Perú una poderosa fuerza revolucionaria que puede ser ejercida desde una posición central en dirección al hinterland sudamericano?

Mucho se ha especulado acerca de si la presencia de efectivos militares en Ecuador y Bolivia con fines de entrenamiento de tropas de esos países, está en relación directamente proporcional con las implicancias de la concepción, crecimiento y alcances de la subversión peruana. Igualmente se ha especulado acerca de por qué Brasil ha reforzado militarmente su frontera con el Perú (Es un país que razona geopolíticamente y que en la actualidad debe ser, socio-políticamente hablando, el más volátil de toda Sudamérica, en el que una prédica del tipo de SL puede prender muy rápidamente. Recordemos que un informe elaborado por la Conferencia Nacional de Obispos de ese país, revelado el 21-4-87, señala que unos 70 millones de brasileños están sometidos a condiciones de miseria absoluta y pobreza, cuyos índices se incrementaron rápidamente por el fracaso del Plan Cruzado.)

Bien cabe preguntarnos: ¿estamos venciendo a la subversión o por lo menos frenándola? ¿Lograremos vencerla? De no hacerlo o si el desarrollo de los acontecimientos comienza a desbordar nuestras fronteras, ¿condicionantes geopolíticos y la creencia de que lo que sucede en nuestro país afecta sensiblemente la seguridad nacional de nuestros vecinos los llevaría a intervenir contra el Perú? Dejamos la interrogante.


(*) Alberto Bolívar. El Comercio. 02/Dic/87

Geopolítica y Fronteras(*)




Dentro de las actuales concepciones globales de Desarrollo y Defensa de los diversos Estados, el tratamiento dado a todo lo referente a las fronteras (desarrollo e implementación de núcleos humanos, apoyo logístico a los mismos y vías de comunicación en y hacia dichas zonas), por la importancia geopolítica y geoestratégica de las mismas, ocupa un orden de prioritarias atenciones.

Para el Derecho Internacional, las fronteras determinan el espacio en el cual los organismos políticos tienen jurisdicción y ejercen soberanía y competencia; han sido trazadas, delimitadas y perfeccionado este proceso mediante Tratados internacionalmente reconocidos. La teoría – y muchas veces la negligencia y/o candidez – nos induce erróneamente a pensar que son inmutables, legítimas y que por ende siempre serán respetadas por la contraparte, es decir por el Estado con el que se limita. La geopolítica nos presenta una realidad diferente.

El concepto de frontera en sí, debemos verlo como parte integrante de la metodología de análisis espacial con la que se debe mirar la conformación y características de un determinado Estado; es decir, al ver su territorio tendremos: a) un heartland o núcleo de cohesión, el polo de polos vital que sirve de usina rectora y dinamizadora de los polos de desarrollo, y que generalmente ocupa una posición central; b) las vías de comunicación, que son lo que le dará un alto índice de movilidad al territorio, llevando los impulsos vitales del heartland por todo el territorio, conquistando, c) el hinterland o espacio interior comprendido entre el heartland y, d) las fronteras, lugares hasta donde llega la fuerza del Estado soberano. Haushofer decía que son sus “órganos periféricos” por los cuales “transpira y respira el Estado.”

Si analizamos el territorio de un Estado como si fuera el cuerpo humano, encontraremos que el heartland es el corazón y los polos de desarrollo los otros órganos; las vías de comunicación son las venas que llevan la sangre del heartland a todo el cuerpo o hinterland, y que sobre todo refuerzan la capa protectora y comunicante con el exterior, que no es otra que la piel o frontera.

En la medida que el espacio es Poder (Kjellen dijo que “cada tierra, cada mar, debe verse como un espacio que debe llegar a ser conocido, habitado y lleno políticamente antes de que pueda llegar a ser fuerza”), las fronteras expresan las relaciones de Poder entre los Estados (Poder que podríamos subdividir en Político, Económico, Psicosocial y Militar); constituyen la “periferia de tensión de los núcleos neohistóricos.” Su vitalidad y forma dependen de la de estos núcleos, de los impulsos vitales crecientes o decrecientes que emanan, de los grupos humanos en su lucha contra el medio; por lo que podemos ver tres tipos de fronteras: a) en formación, b) estables y, c) en regresión. Estas últimas son las que después de haber servido de marco a un Estado, se convierten en elementos de un pasado que ya no responde a las nuevas exigencias, es decir, cuando no pueden contener las tensiones que emanan los núcleos del país vecino. Es el momento en que zonas jurídicamente nacionales comienzan a perder su identidad por la mayor influencia de los impulsos o tensiones (políticas, económicas, psicosociales y militares) que provienen del otro lado de la frontera.

Pueden darse dos situaciones que pueden ser definidas o bien, pueden combinarse. La primera es cuando las presiones interiores aumentan por ambos lados y las fronteras se convierten en “zonas de tensión” en que se mueven intereses políticos, económicos, psicosociales y militares, y que pueden llevar a la guerra. La segunda es cuando se da la figura del Uti Possidettis de ipso, o sea, cuando un Estado, en vista de la mayor influencia y presencia en zonas del Estado aledaño, por el descuido en que se encuentran las fronteras de este último, considera como territorio nacional zonas que jurídicamente no le pertenecen, pero que en los hechos –de ipso – es como si lo fueran. Dos notables ejemplos son los de México frente a EE.UU. (1836 y 1848) y Bolivia frente a Chile (1879).

Todo este análisis nos lleva a definir a la frontera como una isobara política que fija, durante cierto tiempo, el equilibrio entre dos presiones; equilibrio de fuerzas, equilibrio de masas. (Ancel) Es el lugar donde tienen contacto los elementos que vivifican a diferentes espacios nacionales.

Los países sudamericanos no deberían tener problemas de espacio vital por los inmensos territorios nacionales que cada uno de ellos no ha conquistado, y que conforman el reto geopolítico del hinterland sudamericano, pero la realidad es otra por la existencia de algunos “inquietos” Estados, que, influenciados por las mesiánicas ideas de autores extranjeros y nacionales (peor en este último caso y máxime si ocupan cargos elevados), o por cuestiones de política interna, no hacen sino propiciar peligrosas concepciones y aventuras que pueden traer la guerra a esta parte del Continente. Esto debe llevarnos a vivir siempre alertas, vivificando nuestras fronteras por medio de una Concepción Integral de Desarrollo en Seguridad, así como por la adecuada implementación de sus respectivas políticas y estrategias. Ello evitará el que podamos experimentar algún día desagradables sorpresas – violentas o pacíficas – que se originen en nuestras zonas fronterizas por el descuido y abandono en el que pudieran éstas encontrarse.


(*) Alberto Bolívar. El Comercio. 24/Ago/83

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