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    Somos un grupo de investigación en temas de Seguridad y Defensa Nacional.

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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Tu amigo te espía


Por: Alberto Bolívar Ocampo

Publicado en: Diario Expreso 27/Feb/2009






Comentando en mi última columna el extraño choque entre dos submarinos nucleares de Francia y Gran Bretaña, opiné que el incidente se dio porque habrían estado espiándose mutuamente. Este presunto caso de espionaje militar “entre amigos” se debería a que según la reciente versión de la política de defensa francesa (octubre 2008), su estrategia de disuasión nuclear se basará principalmente en sus submarinos, ergo, de ahí la curiosidad británica. Sin embargo, parece también que otros actos de espionaje –más específicamente por parte de los franceses contra los británicos– se estaría dando en otros ámbitos (no estrictamente militares), sino más bien de tipo económico y tecnológico, pero recordando que mucho de ese conocimiento puede tener un uso dual: civil pero con potenciales aplicaciones militares.








Baso mis comentarios en el artículo “Olvídense de los rusos, ahora los franceses están tratando de robar nuestros secretos”, que el reconocido autor Gordon Thomas (ya sale a la venta su más reciente libro, Secret Wars: One Hundred Years of British Intelligence Inside of MI5 and MI6) publicara en el diario Sunday Express el pasado 22 de febrero. Según Thomas, el MI5 (contrainteligencia/CI) ha descubierto que los franceses (y de paso también los alemanes, es decir, dos de sus más cercanos aliados al interior de la OTAN), han enviado –con grandes sumas de dinero– a sus mejores espías para reclutar a personal de compañías que producen tecnología para la genética, láser y óptica, campos en las que los británicos son líderes mundiales. Acorde al MI5, los blancos serían personal que ha visto seriamente afectado su nivel de vida por la crisis económica. Lo que particularmente le ha chocado a la CI británica es que hasta ahora tenían con los franceses una muy estrecha relación de trabajo en la lucha antiterrorista. Todo esto ha llevado a su Comité Conjunto de Inteligencia a elaborar un informe en el que se afirma que no sólo Rusia y China operan activas redes de espionaje, y se pide urgentemente discutir el qué hacer frente a lo que el documento describe como “naciones europeas amigas operando contra nosotros”.









Estos casos nos demuestran que en los actuales tiempos de la globalización es muy importante dejar en claro que los recolectores clandestinos de información no necesariamente pueden ser enemigos o adversarios, sino que también pueden ser amigos e incluso aliados. Por ejemplo, Corea del Sur, así como Japón, Israel y Taiwán tienen muy estrechos lazos de seguridad con los EE UU, pero ello no los disuade de realizar actividades de espionaje económico e industrial contra este último. En los tiempos de la globalización puede darse la gran paradoja que aliados en lo estratégico-militar sean a la vez adversarios, competidores e incluso enemigos en lo económico-industrial. Por ello, toda buena definición de CI debe referirse a las acciones y previsiones destinadas a contrarrestar “amenazas de inteligencia”, vengan de quien vengan. Si al hablar de CI nos circunscribimos a los actores tradicionalmente denominados “hostiles” o “enemigos”, corremos el riesgo de atarnos de mano conceptual, burocrática y operacionalmente.

Afganistán




Por: Alberto Bolívar Ocampo

Publicado en: Diario Expreso; 14/Feb/2009



Pese a la voluntad política y el compromiso estratégico por parte del presidente Obama para enfocar sus esfuerzos militares en Afganistán y tratar de revertir el obvio – y peligroso - deterioro de la situación, los EE.UU. no la van a ver fácil, no sólo por lo que Al Qaeda y los talibanes hagan o no hagan, sino por la influencia de fuerzas (relativamente) exógenas como Rusia.

Lo primero que debe reconocerse es que tal deterioro está en proporción directa con lo sucedido a partir de 2003 con la (torpe) invasión a Irak, que no hizo más que servir de imán para atraer más y decididos reclutas a las filas del integrismo islámico en Asia Central, los cuales han puesto al “gobierno” de Kabul en una posición casi tan débil como la del último gobierno comunista después de la retirada soviética en febrero de 1989. Si el “gobierno” de Ahmid Karzai no ha caído, es simplemente porque Al Qaeda y los talibanes no están recibiendo desde el exterior el nivel de apoyo logístico que recibían los mujaidines a través de la CIA. La verdad es que es imperdonable la forma cómo las fuerzas de la OTAN han dejado resurgir a los radicales islámicos. Un reciente informe del Pentágono ha reconocido que la violencia en Afganistán se está volviendo incontrolable. "Tras su caída, los talibanes se reagruparon desde el polvo y se han fusionado en una insurgencia fuerte y que evoluciona", agrega el informe. Los ataques de la insurgencia aumentaron un 33% en 2008 y los asaltos en las principales autopistas del país subieron un 37% en comparación con 2007, destaca el texto.


Tal es la desesperación, que autores como William Hauser y Jerome Slater (ver “Bring Back the Draft” en el último número de Foreign Policy), ya están pidiendo la reinstauración de la conscripción militar en los EE.UU. para poder hacer a los requerimientos militares que – consideran que son insuficientes los 20 mil a 30 mil efectivos propuestos por Obama –se necesitarían en Afganistán para poder tener un ratio de 10 a 1 respecto a los insurgentes; es decir, volver a militarizar convencionalmente un problema que va más allá de lo puramente militar, en una forma que me recuerda a lo que Lyndon Johnson hizo en marzo de 1965 y casi hace en noviembre de 1967 durante la guerra de Vietnam. Las fuerzas convencionales no van a lograr más que agravar el problema. Acá se necesitan más efectivos de fuerzas especiales y (muchas) obras de infraestructura.




¿Creen acaso que las fuerzas regulares van a poder implementar la - altamente riesgosa - estrategia de crear milicias y darles armas para combatir al talibán? De ninguna manera. Eso sólo pueden hacerlo fuerzas especiales. De otro lado, se han agravado los problemas logísticos para Washington por el cierre de la base aérea de Manás por parte de Kirgistán. ¿La mano de Moscú? Obvio, por una realidad geopolítica que recién podría volver a reconocerse: es su zona de influencia.