(*) Alberto Bolìvar Ocampo.
Ese martes 11 de septiembre de 2001, todo cambió. Nada volvió a ser lo mismo porque una organización terrorista, es decir un actor no estatal, pudo asestar un golpe de contundencia estratégica – por lo menos desde el punto de vista psicológico – a la única superpotencia existente. (1) Leffer considera que lo que los ataques hicieron fue alterar la percepción de amenaza de los EE.UU. y resaltar el significado global de los actores no estatales y el radicalismo musulmán. (2) En respuesta a los ataques, señala el mismo Leffer, la administración de George Bush lanzó una “guerra global contra el terror. Eligió enfocarse no sólo en Al Qaeda, sino de forma más general en la amenaza terrorista a escala mundial. Puso en la mira no sólo a mortíferos actores no estatales, sino también a los regímenes que los acogieran y protegieran. Para extraer inteligencia accionable se recurrió a la detención, la rendición y en unos pocos casos, a la tortura. La administración anunció que adoptaba una política de auto-defensa anticipatoria, es decir, esencialmente de guerra preventiva. Bush declaró que tomaría acción para evitar no sólo a las amenazas inminentes, sino también a las que pudieran llegar a serlo, y actuarían solos si fuera necesario. Esta aproximación eventualmente los llevó a la guerra no sólo en Afganistán, sino también en Irak. (3)
La invasión a Afganistán – siempre lo hemos
manifestado – fue legal, legítima y operacionalmente necesaria por cuanto era
la base física de Al Qaeda y sus aliados talibanes. Distinto fue el caso en la
(torpe) invasión a Irak en 2003, lo que es más, sostiene McCants: “inflamó a la
opinión pública musulmana al nivel mundial y les dio a los jihadistas la
batalla que tanto buscaban”. (4) En otras palabras, se convirtió en un
imán, en la mejor agencia de reclutamiento de extremistas musulmanes y
posteriormente tendría mucho que ver con el retorno (con fuerza) de Al Qaeda y
los talibanes a Afganistán.
El problema para los estadounidenses, dice Audrey
Kurth Cronin, catedrático de la Universidad George Mason y autor del libro de
2009 How Terrorism Ends, es que al declarar “la guerra contra el
terror,” (5) “vimos a Al Qaeda como un pseudo sucesor de la Unión Soviética y eso
fue engañoso. Tratándolo como una clase de Estado le dimos una legitimidad que
no merecía.” (6) Dicho de otra forma, los EE.UU. siguieron viendo al
mundo con los mismos prismas estratégicos de la Guerra Fría.
En referencia a las consecuencias de los ataques y las
respuestas estadounidenses, bien podemos afirmar que todos hemos pagado,
estamos pagando y seguiremos pagando esas consecuencias. Es por ello que es muy
conveniente que reflexionemos acerca de lo sucedido en está última década y
extraigamos la mayor cantidad de Moralejas Estratégicas.
DEFINE BIEN A TU ENEMIGO Y POR ENDE DEFINE BIEN QUE
TIPO DE GUERRA VAS A PELEAR.
Clausewitz
aconsejaba: “El primero, el supremo, el acto de juicio de mayor alcance que el
estadista y el comandante tienen que hacer es establecer...las clase de guerra
en la que se están embarcando, no equivocándose en ello ni tratando de
convertirla en algo ajeno a su naturaleza. Esta es la primera de todas las
preguntas y la más comprehensiva.” (7)
Lo paradójico es que pese a que no conocían bien a
Al Qaeda y a los talibanes, en los primeros dos años sí obtuvieron éxitos que
significaron su virtual neutralización. ¿Por qué? Muy simple: porque definieron
bien qué tipo de guerra era (no convencional, asimétrica), ergo, así como
también los instrumentos militares que iban a emplear, algo sobre lo que
volveremos más adelante.
Todas las
elucubraciones acerca de la llamada guerra asimétrica que se habían hecho en
los mismos Estados Unidos, se volvieron mortalmente reales. En 1996, White
sostuvo, sin llamarla guerra asimétrica, sino guerra irregular, que
tradicionalmente las mayores amenazas a la seguridad nacional de los EE.UU.
habían sido de Estados armados con tecnología moderna y poseyendo conceptos
militares no muy diferentes de aquellos de los estadounidenses. Esto, dijo ese
analista, ha permitido a la comunidad de inteligencia enfocarse sobre las
fuerzas de oponentes similares, haciendo más fácil la vida del analista, pero a
la comunidad se le ha dejado menos preparada para conflictos que comprenden a
enemigos y aliados disímiles. El enfoque sobre los componentes tradicionales
del análisis de capacidades militares –orden de batalla, doctrina, economía
para la defensa y así por el estilo- sirvieron bien a los EE.UU. en la Guerra del Golfo contra
Irak en 1991, pero no tan bien en Somalia. La comunidad de inteligencia tiene
que hacer estas cosas, en tanto los EE.UU. enfrenten amenazas convencionales,
pero además – advertía - esa misma comunidad necesita ser capaz de mirar con
igual habilidad a las diferentes clases de amenazas que se dan en las guerras
irregulares. (8)
También esta
clase de guerra es “barata” para las fuerzas irregulares. Por ejemplo, los
atentados del 7 de julio de 2005 en Londres costaron menos de mil libras (unos
1,500 euros) y causaron 52 muertos y 700 heridos. Los ataques de Madrid en 2004
costaron US 10 mil dólares, causando 191 muertos. Fueron más “baratos” que los
ataques del 11-S, los cuales costaron US
500 mil dólares. (9)
ESTABLECE UN
OBJETIVO POLITICO CLARO, CONCRETO Y CONCISO.
Casualmente, eso
fue lo que no estuvo muy claro desde el inicio. ¿Destruir o neutralizar a Al
Qaeda y a los talibanes? Sí fue un
objetivo, pero militar, no político. El objetivo político nunca fue claro y debió ser, en un país tan
fragmentado étnica y topográficamente, la creación de un Estado a partir de
la construcción sobre todo de vías de
comunicación y de instituciones efectivas que integraran a las distintas
etnias.
A casi siete años de estos hechos, en 2008, los talibanes y Al Qaeda ya
habían vuelto y se habían reconstituido en Afganistán, recuperando una gran
influencia en zonas rurales. No en vano al presidente afgano Ahmid Karzai se le
llama ahora el “alcalde de Kabul” (la capital.) Igualmente, se está reproduciendo
peligrosamente el apoyo popular a los islamistas radicales, tanto en el campo
como en la ciudad, en la forma de mejor inteligencia, más reclutas y una
recobrada infraestructura operacional que ha elevado geométricamente los
índices de violencia. (Y ni qué decir del renacido poder de los señores de la
guerra y de los productores de amapola.) Lo primero que
debe reconocerse es que tal deterioro está en proporción directa con lo
sucedido a partir de 2003 con la (torpe) invasión a Irak, que, tal como dijimos,
no hizo más que servir de imán para atraer a más y decididos reclutas a las
filas del integrismo islámico en Asia Central, los cuales terminaron poniendo
al “gobierno” de Kabul en una posición casi tan débil como la del último
gobierno comunista después de la retirada soviética en febrero de 1989. Si el
“gobierno” de Ahmid Karzai no ha caído, es simplemente porque Al Qaeda y los
talibanes no están recibiendo desde el exterior el nivel de apoyo logístico que
recibían los mujaidines a través de la
CIA en la guerra contra los soviéticos.
Es por ello que
bien puede afirmarse que es imperdonable la forma cómo las fuerzas de la OTAN y de la ISAF han dejado resurgir a
los radicales islámicos. Un informe del Pentágono en 2008 ya reconocía que la
violencia en Afganistán se estaba volviendo incontrolable. "Tras su caída,
los talibanes se reagruparon desde el polvo y se han fusionado en una
insurgencia fuerte y que evoluciona", agregaba el informe. Los ataques de
la insurgencia aumentaron un 33% en 2008 y los asaltos en las principales
autopistas del país subieron un 37% en comparación con 2007, destacaba el
texto.
Este país tendría que haber sido el modelo de construcción de
Estado-Nación y de democratización en el mundo musulmán, a través del
equivalente a un “Plan Marshall”. Los EE.UU. y sus aliados fueron convirtiendo
en convencional a un conflicto no convencional, a partir del cada vez mayor
empleo de fuerzas regulares. Estas no son las más apropiadas para pelear contra
enemigos no convencionales, irregulares, asimétricos o como quiera llamárseles (10)
tal como veremos a continuación.
UTILIZA LOS INSTRUMENTOS MILITARES ADECUADOS
Los EE.UU. empezaron bien en Afganistán utilizando fuerzas especiales y
no regulares para derrotar a Al Qaeda y a los talibanes. Semanas antes de la
invasión, el entonces secretario de defensa Donald Rumsfeld señalaba que “gran
parte del trabajo serán operaciones especiales(...) Son tropas no
convencionales, pero estamos en tiempos no convencionales.” Rumsfeld reconoció
que los contingentes especiales pueden desempeñar un papel destacado “en una
batalla que se prevé larga y compleja”. (11) Pero después los EE.UU. se
alejaron del (adecuado) concepto estratégico inicial y fueron convirtiendo en
convencional a un conflicto no convencional, a partir del cada vez mayor empleo
de fuerzas regulares. Estas – acabamos de manifestarlo en el punto anterior -,
simplemente no son las más apropiadas para enfrentar a enemigos irregulares.
La naturaleza de
las operaciones especiales hace que, en especial en caso de acciones
contraterroristas, sean descritas más como parapolíticas
que paramilitares. El objetivo principal es político y los riesgos
políticos son frecuentemente muy altos (12) porque los eventuales
excesos en el uso de la fuerza o un alto costo social - eufemísticamente
llamado “daños colaterales – no harán sino alienar el apoyo de la población. Es
por ello necesario el empleo de fuerzas especiales porque su empleo de la
fuerza es selectivo, discriminado.
De otro lado,
estas unidades crean un clima constantemente inseguro para el adversario,
atacando, emboscando, patrullando, buscando, creando un sistema de inteligencia
y, quizás lo más importante, contactando y ayudando a la población (13) Se
olvidó lo que los británicos del Special Air Service/SAS hicieron
brillantemente en Malaya (1948-60), cuando forzaron a los comunistas a
enfrentar a otro ejército guerrillero; uno perfectamente deseoso de
enfrentarlos en sus propios términos. (14)
El empleo de fuerzas convencionales en Afganistán – paradójicamente – se
tradujo en la pérdida del control territorial y de influencia porque las
fuerzas convencionales estadounidenses y de la ISAF no son las mejores para
ganarse a la población con la finalidad de aislarla de los talibanes y sobre
todo para obtener inteligencia sobre los fundamentalistas islámicos. Si para
algo están preparadas las fuerzas especiales en un conflicto asimétrico, es
casualmente para acercarse y ganarse a la población.
En Afganistán,
tan defectuosa fue la estrategia estadounidense y tan desesperada se tornó, que
a fines de 2010 comenzaron a desplegar tanques M1-A1 Abrams como “apoyo de
fuegos.” En otras palabras, repetían el mismo error cometido por los
soviéticos. (15)
Para colmo de
males, recién cuando empieza la retirada, Washington se da cuenta de la
importancia (estratégica) del empleo de fuerzas especiales para afrontar esta
clase de conflictos. (16)
UN ACTOR ESTATAL MAS PODEROSO PUEDE ATACAR MILITARMENTE A OTRO ACTOR
ESTATAL MAS DEBIL, INVADIRLO Y OCUPAR TODO O PARTE DE SU TERRITORIO, PERO JAMAS
PODRA CONTROLARLO
Es lo que demuestran los casos
de Afganistán e Irak. Por eso mismo, actores estatales (de menor estatura
estratégica), así como actores no convencionales, pueden salir airosos de un
enfrentamiento contra un actor estatal superior. En el caso de enfrentamientos
entre los primeros, es conveniente tomar muy bien en cuenta lo que sostienen
Metz y Johnson: “La aproximación de una estrategia asimétrica integrada con
otras técnicas simétricas es mucho más poderosa que basarse solamente, ya sea
en métodos simétricos o en métodos asimétricos”. (17) Esto debe llevarnos a una reflexión acerca de
cómo podríamos los peruanos redefinir organizacional, doctrinaria y
operacionalmente nuestras FFAA con el objetivo de reducir costos, pero
maximizando la preparación del personal, creando y combinando estructuras de
fuerza capaces de a su vez combinar estrategias simétricas y asimétricas contra
cualquier potencial adversario cuyos medios sean notoriamente superiores a los
nuestros.
ACTUALIZA TU SISTEMA DE INTELIGENCIA CADA CIERTO TIEMPO
En 1997, Russ
Travers, un analista de la Defense Intelligence Agency/DIA, advertía acerca
de la posibilidad que en 2001 se diera una gran falla de inteligencia, como
efectivamente sucedió. “El año era 2001. La comunidad de inteligencia había
permanecido bajo presión y las reducciones de personal había continuado, pero
la política burocrática y las prerrogativas legislativas han perpetuado a unas
doce agencias de nivel nacional y con ello forzado a una mayor división del
trabajo analítico. La comunidad todavía podía recolectar “hechos”, pero hace
tiempo que los analistas habían sido abrumados por el volumen de información
disponible y ya no eran capaces de distinguir consistentemente los hechos significativos
del ruido de fondo. La calidad del análisis era crecientemente no confiable, y
como había sido verdad en virtualmente todas las previas fallas de
inteligencia, el problema no era la recolección. La data estaba ahí, pero
habían fallado en reconocer totalmente su significado y ponerla en contexto. En
una época en la que las inter-relaciones entre los factores políticos,
económicos, militares, sociales y culturales se han vuelto crecientemente
complejas, ninguna agencia era capaz de conducir un verdadero análisis
integrado. Desde el punto de vista de 2001, la falla de inteligencia es
inevitable“ (18)
En conclusión, los sistemas de inteligencia deben adaptarse cada cierto
tiempo, de acuerdo a las nuevas circunstancias y actores, en lo legal, lo doctrinario, lo organizacional y lo operacional, así como
en lo tecnológico. No hacerlo puede favorecer la ocurrencia de fallas de
inteligencia que conlleven graves consecuencias estratégicas.
MEJORA O
RECUPERA TUS CAPACIDADES DE RECOLECCION CLANDESTINA
Especialmente las humanas. Las de tipo tecnológico pueden darte cierta idea
acerca de las capacidades de un enemigo asimétrico, pero sólo un espía
infiltrado dentro de la organización puede confirmar cuáles son sus
intenciones.
En el caso de Al Qaeda, ha sido prácticamente imposible infiltrarla, y
especialmente penetrar a una célula operativa que discretamente planea y lleva
a cabo ataques, dijo en 2005 un agente de la inteligencia turca. Las células
operan independientemente y cada líder de célula conoce solamente a la persona
que está por encima suyo en la organización. Además, un líder de célula puede
comandar a varios grupos. Este líder usará un alias con un grupo y otro con un
grupo diferente, por lo que cuando son capturados miembros de células diferentes,
dan diferentes nombres a sus interrogadores. (19)
Una clásica
operación de inteligencia humana llevaría a la localización y posterior
eliminación de Osama Bin Laden. Desde que este escapó de la montañosa región
afgana de Tora Bora en 2001, se le había perdido el rastro y los agentes de
inteligencia estadounidenses no llegaron a intervenir sus comunicaciones ni a
determinar el lugar donde se escondía. Pero en septiembre de 2010 se daría un
gran paso al identificar a dos mensajeros de Bin Laden que le servían de nexo
con el mundo exterior desde su refugio en un complejo cercano a la capital
paquistaní, dijeron funcionarios de alto rango estadounidenses. The New York
Times informó en tanto que dos agentes paquistaníes que trabajan para la CIA habían logrado identificar
a uno de esos mensajeros en Peshawar, lo cual les permitió llegar al complejo
en Abbottabad, ubicado a unos 60 kilómetros de Islamabad. Esa información
sobre la identidad del mensajero se obtuvo varios años antes de miembros de
alto nivel de Al Qaeda durante los duros interrogatorios a los que los sometió la CIA, dijo el diario. (20)
MEJORA TUS CAPACIDADES DE CONTRAINTELIGENCIA
Es un axioma conocido el que antes de perpetrar un atentado, los
terroristas van primero a atacarte en términos de inteligencia, por
ende, el uso que se haga o no de los mecanismos de CI puede ser decisivo para
impedir que ese enemigo adquiera información sobre los puntos débiles de
potenciales blancos políticos, económicos y militares; sobre la extensión y
precisión del conocimiento que los servicios secretos tengan de sus líderes,
estructura, modus operandi, acciones en curso o futuras, y en especial
si tienen fuentes de información dentro de la organización.
Al Qaeda ha tenido grandes
capacidades para realizar operaciones de inteligencia utilizando técnicas
clásicas de espionaje humano al seguir y reportar sobre un blanco. Un manual
suyo habla de las metas de un agente como encontrar un lugar para las reuniones
secretas, localizar un “buzón” para depositar informes, llevar a cabo
“vigilancia secreta” (dicen que “deben vigilar al blanco con ojos
microscópicos”) y finalmente “destruir al blanco.” Los agentes infiltrados en
Occidente deben también recolectar vasta cantidad de información acerca de su
“área de vigilancia”, incluyendo “hábitos herejes, población, medidas de
seguridad, presencia militar, prácticas religiosas y gran información de tipo
político acerca de partidos, minorías y organizaciones islámicas. (21) Sólo
un buen sistema de CI puede detectar esas acciones de inteligencia y
eventualmente frustrar un atentado.
El plantar un topo dentro de
los aparatos de inteligencia del Estado puede constituir un gran triunfo de
implicancias no sólo tácticas, sino también estratégicas para los terroristas.
En nuestro país, ese fue el caso del suboficial técnico de segunda Rolando
Camacho Rojas, un topo senderista, que entre 1983 y 1996 laboró en la Dirección de
Inteligencia de la
Policía Nacional. Se estima que alertó a los suyos de muchos
operativos contraterroristas y dio los nombres de agentes infiltrados en los
organismos de fachada de Sendero. (22)
En referencia a Al Qaeda,
tenemos el caso de Khalil al-Balawi,
quien fue un triple agente infiltrado (trabajaba para esa organización
terrorista, para la inteligencia jordana y para la CIA) el que en diciembre de
2009 hizo detonar explosivos que llevaba adheridos al cuerpo en una dependencia
de la CIA en
Khost, Afganistán, cuando supuestamente iba a entregar información vital sobre
el paradero de Ayman al-Zawahiri, el entonces segundo de Bin Laden y hoy líder
de Al Qaeda. El saldo fue la muerte de 7 agentes de la CIA y el agente jordano que lo
llevó a esa reunión. (23)
LA GUERRA POPULAR PROLONGADA SIGUE VIGENTE
Al menos en
Afganistán, es obvio que ha dado resultados fehacientes. Es por ello que los
talibanes sostienen que los EE.UU. pueden tener los relojes, pero que ellos
tienen el tiempo. (24) Pacientemente han ido desangrando a las fuerzas
de la ISAF,
recuperando el apoyo de la población rural e imponiendo la Sharia, es decir,
retroceder al 7 de octubre de 2001, cuando empezó la invasión estadounidense.
El problema de
esta clase de guerra no es sólo que desgasta al enemigo de forma material, sino
que en especial lo desgasta moral, psicológica y políticamente, tal como se ha
comprobado cuando Washington ha manifestado que empezará el retiro de sus
tropas este año. Antes
de entrar a la guerra – tal como
aconsejaba Caspar Weinberger en 1984, los EE.UU. debieron haber delineado una
estrategia de salida. Ahora es obvio que no la tenían. Lo grave es:
¿Qué pasará cuando se vayan ellos y sus aliados? (Para el 2014 ya se habrán
retirado totalmente). La respuesta casi segura es que el caos retornará con más
fuerza, en especial por el resurgimiento de Al Qaeda y el movimiento talibán.
Wright sostiene que un decenio después del 11-S, Al
Qaeda no está derrotada. Ha demostrado ser una organización adaptable, flexible
y evolutiva que ha sobrevivido más tiempo que la mayoría de los proyectos
terroristas de la historia. Un día desaparecerá, como acaba sucediendo con
todos los movimientos terroristas. Pero el modelo de guerra asimétrica y
asesinato en masa que Bin Laden y sus cómplices han creado inspirará a futuros
terroristas que ondearán otras banderas. (25)
Acierta Estarellas cuando indica que si lo que
en un primer momento se valoró como una oportunidad real de descabezar a Al
Qaeda por los servicios de inteligencia estadounidenses, siempre que se hubiera
programado coordinadamente la eliminación de otros líderes regionales, o en su
defecto impedido el acceso efectivo y temporal a determinados sistemas de
comunicación yihadistas considerados vitales y estratégicos -direcciones email
y determinados canales, foros y redes sociales-, utilizados habitualmente por
los responsables de los nodos regionales, ha tenido un resultado muy diferente
para la situación de la organización terrorista.
Sin embargo, aunque la desorientación temporal de Al Qaeda y sus ramificaciones fue realmente eficaz -hasta principios del mes de julio-, las respuestas yihadistas no se hicieron esperar al responder a las llamadas de venganza del recién estrenado líder Ayman Al Zawahiri. El resultado: innumerables ataques y atentados tanto en Afganistán, de la mano del líder Talibán Amir Al Momineen Mula Muhammad Omar Mujahid; en Pakistán, por parte de Tehrik e Talibán; en Irak, por el nodo iraquí; e incluso en Argelia, a manos del máximo líder yihadista Abd Al Wadoud. (26)
Sin embargo, aunque la desorientación temporal de Al Qaeda y sus ramificaciones fue realmente eficaz -hasta principios del mes de julio-, las respuestas yihadistas no se hicieron esperar al responder a las llamadas de venganza del recién estrenado líder Ayman Al Zawahiri. El resultado: innumerables ataques y atentados tanto en Afganistán, de la mano del líder Talibán Amir Al Momineen Mula Muhammad Omar Mujahid; en Pakistán, por parte de Tehrik e Talibán; en Irak, por el nodo iraquí; e incluso en Argelia, a manos del máximo líder yihadista Abd Al Wadoud. (26)
NO CANTES VICTORIA FINAL
Sobre todo, nunca hay que cantar victoria final sobre
esta clase de organizaciones terroristas muy dinámicas y adaptables como han
sido los casos de Al Qaeda y el de las FARC (27), incluso después de la
muerte de líderes tan importantes como el mismo Bin Laden y de “Raúl Reyes”,
“Tirofijo” y “Mono Jojoy”, respectivamente. En ambos casos – y posiblemente
también en el caso de Sendero Luminoso – ya son una especie de VIH ideológico
contra el cual aun no se ha encontrado la cura definitiva. Es un virus que muta
y se adapta cada cierto tiempo. Por eso mismo nos atrevemos a decir que esto
tiene para largo, para varias décadas más; por lo menos en el caso de los
terroristas islámicos.
Notas
(1)
Muy acertadamente una revista británica puso en su
portada “The Day the World Changed,” teniendo como fondo una fotografía de la
polvareda producida por la caída de las Torres Gemelas del World Trade Center (The
Economist, September 15th – 21st, 2001), pero lo interesante es que nos
recordó en su página editorial - p. 13 - que los hechos se daban a 60 años del
ataque japonés a Pearl Harbor. En otras palabras, otra gran falla de
inteligencia que produjo otra gran sorpresa estratégica.
(2)
Melvyn
P. Leffer: “9/11 in Retrospect”, en Foreign Affairs de
septiembre/octubre 2011, p. 43
(3)
Ibid., p. 34..
(4)
William McCants: “Al Qaeda´s Challenge,” en Foreign
Affairs de septiembre/octubre 2011, p. 27.
(5)
En una de las preguntas que en la revista Military
History (mayo 2007, pp.14-15, Why we can´t win a ´war on terror´) se le
formulan al general ® británico Rupert Smith (quien ese año también publicó
el comentado libro The Utility of
Force: The Art of War in the Modern World.), más específicamente: “¿Cómo
podemos ganar la guerra contra el terror?”, éste responde rotundamente: “No se
puede. Eso es porque el terror es un método. Es como si dijéramos ´Voy a ganar
la guerra contra el yoga´. Particularmente, creo que Smith tiene razón porque
“la guerra contra el terror” es una frase equivocada que confunde”; de ahí que
posiblemente lo más adecuado sea hablar de “vencer a los terroristas”, es
decir, a los individuos que pertenecen a organizaciones que usan ese método
ilegal para lograr objetivos políticos o por lo menos emitir mensajes de esa
índole (recordemos que el terrorismo – el uso planificado y sistemático del
terror contra blancos mayoritariamente civiles – no es más que propaganda a
través de los hechos.)
(6)
Citado por Scott Shane: “Al-Qaida´s Outsized Shadow”
(New York Times Service) en The Miami Herald del 11 de septiembre de
2011, p. 23A.
(7)
Citado por Harry Summers: “A War Is a War Is a War Is a War”, en
Loren B. Thompson (editor), Low-Intensity
Conflict: The Pattern of Warfare in the Modern World. (New York and
Ontario: Lexington Books, 1989), p. 31.
(8)
Jeffrey
B. White: “Some Thoughts on Irregular Warfare”, Studies in Intelligence,
1996 (No consignamos página porque fue obtenido por internet).
(9)
“Los atentados del 7-J en Londres costaron menos de
1,500 euros. La masacre fue ´más barata´ que la de Madrid.” www.elmundo.es del 3 de enero de 2006.
(10)
Sobre qué tipo de tropas enviar a esta clase de
guerra, recomendamos el excelente artículo de Shankar Vedantam, “Don´t send a
Lion to Catch a Mouse,” en The Washington Post, del 5 de marzo de 2007.
Jason Lyall e Isaiah Wilson, autores de un estudio sobre conflictos
asimétricos, son citados en este artículo argumentando que a más
industrializado un país, más poderosos tecnológicamente se vuelven sus
militares, lo que es menos efectivo en guerra asimétrica. Esencialmente, lo que
estos autores dicen es que si tú quieres cazar un ratón, necesitas un gato. Si
usas un león para hacer el trabajo porque es más grande y fuerte, esa misma
fuerza y ese mismo tamaño pueden ser obstáculos. “Un león está hecho para una
presa diferente”, dijo Lyall. “Un león está hecho para derribar a un antílope,
así como un gato está hecho para atrapar a un ratón. Ahora [en Irak] somos un
león tratando de atrapar a un ratón.”
(11)
AFP/Redacción: “EE.UU. alista sus fuerzas de comandos
especiales,” El Comercio, 17 de septiembre de 2001; EFE: “Comandos de
élite se preparan para intervención antiterrorista,” El Comercio, 19 de
septiembre de 2001.
(12)
Maurice Tugwell
y David Charters: “Special Operations and the Threats to United States
Interests in the 1980´s”, en Special
Operations in US Strategy,Fank R. Barnett, B. Hugh Tovar y Richard H. Shulz
(editores) (Washington, D.C.: National Defense University Press y National
Strategy Information Center, Inc., 1984), p. 34.
(13)
John McCuen: The Art of Counter-Revolutionary War (Harrisburg: Stackpole Books, 1966), p. 206.
(14)
Donald Mackay: The Malayan Emergency 1948-60: The Domino That Stood (London and
Washington: Brassey's, 1997), p.152.
(15)
Ver de Rajiv Chandrasekaran, “U.S. deploying heavily armoured battle tanks for
first time in Afghan war,” The Washington Post del 19 de noviembre de 2010. En la misma línea
está el artículo de Michael Waltz, “Tanks But no Tanks: Why heavy armor won´t
save Afganistán,” Foreign Policy del 24 de noviembre de 2010.
(16)
Robert Burns de AP: “El Pentágono, con cicatrices del
11-Sep, se adapta a nueva lucha,” en www.primerahora.com
del 5 de septiembre de 2011; Kimberly Dozier de AP: “Special Operations
Expanding as Wars Recede,” en www.military.com
del 27 de enero de 2012; Kimberly Dozier de AP: “EE.UU. busca ampliar
operaciones militares especiales,” en www.terra.com.pe
del 3 de febrero de 2012.
(17)
Steven Metz y Douglas V. Johnson II: Asymmetry and U.S.
Military Strategy: Definition,
Background, and Strategic Concepts (Carlisle:
U.S. Army War College, Enero 2001), p.8.
(18)
Russ
Travers: “The
Coming Intelligence Failure: A
Blueprint For Survival en Studies in Intelligence,
Semiannual Edition, N° 1, 1997. (Obtenido por internet). En un reciente e
interesantísimo ensayo publicado en Gran Bretaña, Marrin sostiene que el 11-S
es un caso de estudio en el que se ve que más que una falla del análisis de
inteligencia estratégica, fue una falla política porque nos ayuda a comprender
la influencia que tiene o no el análisis en la toma de decisiones. Ver de
Stephen Marrin: “The 9/11 Attacks: A Failure of Policy Not Strategic
Intelligence Analysis,” en Intelligence and National Security, Vol. 26,
Nos. 2-3, pp. 182-202, abril-junio 2011; ensayo que gentilmente nos remitió ese
autor.
(19) Selcan
Hacaoglu, The Associated Press: “Nations Struggle to Infiltrate al-Qaida,” en The
Washington Post del
5 de octubre de 2005.
(20)
Stephen Collinson, AFP, 3 de
mayo de 2011: “Dos
mensajeros, millonario búnker y basura quemada llevaron hasta Bin Laden.”
(21)
Susan B. Glasser: “A Terrorist´s Guide To
Infiltrate West,” en The Washington Post del 9 de diciembre de 2001. Ver también el artículo
de Dexter Filkins: “Bin Laden´s Guys Have Cloaks and Daggers, Too,” en The
New York Times del 8 de septiembre de 2002.
(22)
Ver los muy completos reportajes de Cristina Boyd:
“Senderista pasó 13 años infiltrado en el Servicio de Inteligencia de la PNP” y “Peligra vida de
policías encubiertos. Por infiltración de Sendero en Inteligencia de la PNP,” en La República del 17
y 20 de septiembre de 1996, respectivamente.
(23)
Sobre este caso, recomendamos el extraordinario libro
(lo leí en dos días) de Joby Warrick: Triple Agent: The al-Qaeda Mole Who
Infiltrated the CIA (Nueva York: Doubleday, 2011)
(24)
Sami Yousafzai y Ron Moreau: “The Taliban in Their Own
Words,” en Newsweek del 5 de octubre de 2009, p. 42, y en James Shinn, 'NATO Has the Watches, We
Have the Time' Unless the U.S. shows
resolve, the Taliban will simply wait us out. The Wall Street Journal,
26 de octubre de 2009.
(25)
Lawrence Wright: “Poder de Fuego” en diario La Nación de Buenos
Aires http://www.lanacion.com.ar/1404861-poder-de-fuego
(26)
Juan Carlos Estarellas y
López: “Al Qaeda mucho más virulenta. Un resurgimiento anunciado.” Atenea
Digital del 27 de septiembre de 2011.
(27)
En Colombia, las FARC han
aprendido de su gran error, que fue el crecer tanto que ya parecían un ejército
regular contra el que podía emplearse – como efectivamente sucedió – el poder
militar convencional. Ahora han replanteado su estrategia y han vuelto a actuar
en pequeños grupos e incluso vestidos de civil. (“Santos promete combatir nueva
estrategia de las guerrillas en Colombia,” Univisión, 20 de julio de 2011.) El
mismo Santos, meses después, consideró que las FARC estaban llevando a cabo
“una campaña de terrorismo avispa, ir en varios lugares tratando de hacer actos
de alta resonancia, con explosiones y atentados que son el tipo de actividades
que tienen mayor repercusión en los medios de comunicación.” (“Santos denuncia
´terrorismo avispa´ de las FARC”, en La República, 4 de marzo de 2012.)