El Procurador Antiterrorista Julio Galindo ha calificado acertadamente como “mensajes subliminales” algunos de los discutibles contenidos de un libro (escolar) de ciencias sociales, en lo referente al tratamiento que se da a lo que fue la actuación de Sendero Luminoso y el MRTA contra nuestro país. No le falta razón porque tiene todos los visos de una muy hábil operación psicológica realizada a gran escala.
Dentro de las operaciones psicológicas, dice Vernon Walters, la propaganda es el elemento primario, que en esencia constituye un proceso de comunicación por medio del cual una persona o grupo trata de influir en los gustos, ideas, sentimientos y emociones de otras personas, con el fin de modificar sus actitudes y dirigirlas hacia una conducta que favorezca los fines e intereses de los primeros (en Intelligence Requirements for the 1980´s: Covert Action, 1981, p.122). Para Robert Jackal, propaganda es el producto de un trabajo intelectual que es en sí mismo altamente organizado y que apunta a persuadir a grandes masas de personas acerca de las virtudes de alguna organización, causa o persona. Su éxito o fracaso depende de cuan bien capture, exprese y entonces recanalice específicos sentimientos existentes (editor de Propaganda: Main Trends in the Modern World, 1995, p.2). El peruano Jorge Márquez Aguirre señala que persigue el propósito de influir en las opiniones, sentimientos, actitudes, conductas y emociones (Guerra Psicológica, 2001, p.19). En toda obra sobre el tema siempre veremos presente el concepto de la actitud, que según Fernando Frade Merino es un estado de ánimo con una disposición para reaccionar de un modo evaluado en apoyo o en contra de una situación dada de estímulo social. En términos sencillos es una tendencia a responder de un modo determinado a una situación dada (La Guerra Psicológica, 1982, p.18).
Primero tiene que haberse dado un paciente proceso de infiltración (de izquierdistas) en un ministerio que es clave desde el punto de vista psicosocial. En segundo lugar, su adecuado posicionamiento (vía la especialización en la confección y aprobación curricular). Por último, aprovechar una coyuntura política, social y psicológica muy “políticamente correcta” que se ha ido asentando desde el año 2000. En el texto escolar, SL y el MRTA son calificados como “grupos alzados en armas” y no contundentemente como terroristas. Son grupos que buscaban la “justicia social”, pero que utilizaron un método equivocado. En otras palabras, sus objetivos eran los correctos. Si sobre todo SL tenía como objetivo la toma del poder a través de la lucha armada (que causó 40 mil muertos y 25 mil millones de dólares en pérdidas materiales), ¿cómo puede pretender decirse que el objetivo – casualmente ese es el mensaje subliminal (dirigido al inconsciente) – era el correcto? Eso no puede alegarse porque hay una relación de causalidad entre la organización, su ideología, sus objetivos y sus métodos (principalmente el terrorismo).
Lo que se ha pretendido es neutralizar POTENCIALES actitudes contrarias (de los educandos, que nada saben o recuerdan de lo que pasó) respecto al uso de la violencia (revolucionaria).
(*) Alberto Bolívar. Diario EXPRESO. 11/Set/08
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