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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Afganistán y el VRAE (*)




Alberto Bolívar Ocampo* Actualidad Militar, Julio-Agosto 2011 N° 471-IV

Los graves problemas que se están dando en ambas zonas de conflicto – por más lejanas que sean la una de la otra – tienen varias similitudes que deben llevarnos a la reflexión.

En el caso afgano, la verdad es que es imperdonable la forma cómo las fuerzas de la OTAN-ISAF han dejado resurgir a los radicales islámicos. Un informe del Pentágono reconocía a inicios de 2009 que la violencia en Afganistán se estaba volviendo incontrolable. "Tras su caída, los talibanes se reagruparon desde el polvo y se han fusionado en una insurgencia fuerte y que evoluciona", agregaba el informe. Los ataques de la insurgencia aumentaron un 33% en 2008 y los asaltos en las principales carreteras del país subieron un 37% en comparación con 2007”, destacaba el texto. En 2011, ya se está preparando la salida de las tropas estadounidenses acantonadas en Afganistán para el 2014. (1)

En lo que a nosotros respecta, se cometió el error de creer que a fines de los noventa Sendero Luminoso no sólo ya no existía, sino que – esto es lo peor – la guerra ya había acabado. Lo que sucedió fue que después de la captura de Abimael Guzmán esa organización mutó, se adaptó a las nuevas circunstancias y lo más importante es que reconoció sus errores. Ni Sendero desapareció ni la guerra acabó. Simplemente se entró en una guerra más política y legal, aprovechando la ventana estratégica de oportunidad proporcionada en los últimos diez años por el mismo Estado, la misma sociedad y el mismo sistema democrático peruanos: exceso de corrección política, miopía estratégica y falta de decisión han logrado que entre otras perlas, Vizcatán haya pasado de ser el bastión de Sendero en 2001, a ser uno de los tantos sitios del VRAE en los que se siente su presencia, pero en especial su influencia.

La invasión estadounidense a Afganistán en 2001 (no la torpe invasión a Irak en 2003) fue legal, legítima y operacionalmente indispensable para acabar con la base física de Al Qaeda y sus aliados talibanes. Incluso fueron muy buenos los instrumentos militares empleados: fuerzas especiales como los Boinas Verdes y los SEALs estadounidenses, así como el Special Air Service británico. No cometieron el gravísimo error de los soviéticos, quienes cuando invadieron ese país a fines de 1979 lo hicieron empleando masivamente fuerzas convencionales que estaban muy bien preparadas, adoctrinadas y apertrechadas para pelear contra fuerzas similares en las llanuras de Europa Central y no en la montañosa topografía afgana contra los diversos grupos de mujaidines, miríada de fuerzas irregulares, asimetricas, no convencionales. Sólo cuando emplearon a sus fuerzas especiales – los Spetznas – causaron problemas a los guerrilleros. (2) Sin embargo, en la actualidad el mayor peso de las acciones militares las llevan a cabo unidades convencionales. Para colmo de males, a fines del año pasado los militares estadounidenses decidieron desplegar tanques M1-Abrams para brindar apoyo de fuegos a las tropas que combaten a la guerrilla islámica. En tras palabras, están repitiendo el mismo error de los soviéticos: el despliegue de tanques en terreno montañoso (3), todo un ejemplo de desesperación por el fracaso de la estrategia militar aplicada.

En el caso del VRAE, los reveses terrestres que hemos tenido (Sanabamba, por ejemplo) se han debido en su mayor parte a que se ha empleado personal de conscriptos, es decir, fuerzas convencionales. Debemos resaltar el hecho que en el caso afgano, fueron las fuerzas especiales las que se ganaron los corazones y las mentes del pueblo afgano, hecho que fue decisivo para el inicial repliegue y derrota de Al Qaeda y los talibanes. Para esta clase de guerra es prioritario el empleo de fuerzas especiales. Los conscriptos no están preparados para la misma. Son las fuerzas especiales las que pueden ganar corazones y mentes en el VRAE – claro está, con el decidido concurso y apoyo del resto del Estado no uniformado -, para revertir la peligrosa existencia de una base de apoyo político y social que tiene SL. Para empeorar las cosas, seguimos utilizando la misma doctrina operativa desde hace 22 años, olvidando que Sendero ha cambiado. Para cualquier Fuerza Armada, la doctrina viene a ser el equivalente al software que va aplicarse a través de su hardware, que es todo su equipamiento. La doctrina es muy importante porque te dice cómo va a pelear una determinada fuerza armada u organización, si fuera el caso de tener que enfrentar a un enemigo no estatal y asimétrico, como efectivamente sucede en el VRAE. El (entonces excelente) Manual de Guerra No convencional de 1989 debe ser urgentemente actualizado para combatir a un enemigo que ha mutado y en algunos aspectos, se ha sofisticado, tal como lo demostraron con el derribo de 2 helicópteros en 2009, usando RPGs como armas antiaéreas, técnica desarrollada por los mujaidines en Afganistán contra los soviéticos, transmitida a las FARC y éstas a su vez a SL. (4)

Es otro Sendero en lo político. La embajada estadounidense en Lima informó en un cable confidencial enviado a Washington en noviembre de 2009, que “Observadores nos han contado que la facción senderista del VRAE es particularmente peligrosa por sus engañosas tácticas. Contrariamente a cuando en los ochenta SL era terriblemente violento con los pobladores y las organizaciones de base, la actual encarnación se hace amiga y apoya financieramente a las comunidades, en algunos casos buscando suplantar a un Estado que los ha abandonado. Varios contactos en Ayacucho (en donde Abimael Guzmán, el fundador de SL fue profesor universitario) recientemente nos dijeron que la facción “proseguir” de “José” en el VRAE, ha tenido éxito en presentarse como un grupo amigable y amable, y que al menos tácitamente es aceptado por las comunidades rurales y por los mismos Comités de Auto-Defensa que jugaron un rol crucial en su inicial derrota.” (5)

Nuestro problema está en que esta no sólo es una versión “emerretizada” de Sendero, una organización que está buscando tener lo que siempre careció: una base crítica de legitimidad, sino que el cambio de actitud no es patrimonio exclusivo de Sendero del VRAE, sino también del que opera en el Huallaga, por lo que están tratando de cooptar o tomar control del movimiento cocalero. Por ejemplo, el 17 de mayo de 2010, más de 30 senderistas tomaron control de la localidad de Paraíso, un pueblo que en los ochenta era el centro de la guerra y de los narcos. En un muy interesante informe, Gustavo Gorriti informó acerca de lo que la gente dijo acerca del incidente: “Ahora son muy tratables,” añadió un testigo que recuerda la terrible violencia de los ochenta cuando, dice, “había al menos dos muertes por día.” En esta ocasión, los senderistas advirtieron a la población (fueron congregados en la municipalidad) “no meterse en robos, violaciones, corrupción,” refiere otra persona que añadió: “ellos querían que nos congregáramos, pero no nos forzaron a hacerlo.” (6)

Afganistán y el Perú son países de topografía difícil y poca presencia del Estado en el hinterland, por lo que necesitan de vías de comunicación, algo que los aliados debieron haber considerado como máxima prioridad en Afganistán (7) y que en nuestro caso debe ser la clave, primero para que llegue el Estado y segundo, para que pueda efectivamente funcionar una estrategia anti-drogas, basada en la sustitución de cultivos, es decir, para que puedan salir los productos que van a reemplazar a la hoja de coca. Ambos países tienen un serio problema de drogas, las cuales sirven para financiar las acciones militares y cívicas de los talibanes/Al Qaeda y Sendero, respectivamente. (8)

Pero la razón principal por la que se ha fracasado en Afganistán y en el VRAE (ojalá que momentáneamente en nuestro caso), es porque el objetivo político nunca fue claro. Para EE.UU. y sus aliados el objetivo principal fue eminentemente militar: destruir a Al Qaeda y a los talibanes. Se olvidaron de la construcción de un verdadero Estado afgano que unificara a los distintos grupos étnicos y que llevara al desarrollo de infraestructura básica, sobre todo vial, para el bienestar de la población.

En el Perú, tampoco fue claro el objetivo militar porque nunca hubo la voluntad política de enfrentar integralmente (con el apoyo de los sectores del desarrollo) a un enemigo que no había sido claramente definido desde el punto de vista de la inteligencia, agravando la situación el que no se diera el marco legal adecuado ni los medios, ni una nueva doctrina para que las fuerzas operativas pudieran actuar eficientemente. Porque el secretario técnico del llamado Plan VRAE nunca tuvo mando ni comando respecto a los ministerios porque nunca tuvo el adecuado presupuesto. (9) Pero más importante aún, porque ni las fuerzas militares ni el resto del Estado tuvieron la guía de un objetivo político claro y común, al que coordinadamente tendrían que haber coadyuvado para su consecución: Aplicación en el VRAE de una estrategia integral de desarrollo en seguridad, que materialice la presencia permanente y visible de un Estado motivado, probo y eficiente.

Notas

(1) John Podesta, Brian Katulis y Carolina Wadhams: “How to prepare Afghanistan for U.S. withdrawal,” en The Washington Post del 21 de agosto de 2011.

(2) Sobre qué tipo de tropas enviar a esta clase de guerra, recomendamos el excelente artículo de Shankar Vedantam, “Don´t send a Lion to Catch a Mouse,” en The Washington Post, del 5 de marzo de 2007.

(3) Rajiv Chandrasekaran: “U.S. deploying heavily armored tanks for first time in Afghan war,” en The Washington Post del 19 de noviembre de 2010. El problema físico que encontrarían los soviéticos sería lo montañoso de la topografía afgana, que no es el ideal para una fuerza mecanizada dependiente del poder de fuego, seguras líneas de comunicación y alta tecnología como eran las características de un ejército soviético preparado a intervenir en otros escenarios como el de Europa Oriental. En Ahmad Jalali y Lester Grau, Afghan Guerrilla Warfare: In the Words of the Muhajideen Fighters (2001), prefacio, p. xx.

(4) Ver, “Las FARC llegaron al VRAE en 2006,” en Perú.21 del 10 de marzo de 2010

(5) En Cable Confidencial 235679 del 19 de Noviembre de 2009, enviado al Departamento de Estado por la Embajada estadounidense en Lima, y que fue hecho público por WikiLeaks.

(6) Gustavo Gorriti, “Sendero en el Huallaga”, IDL-Reporteros, 9 de julio de 2010.

(7) Un Coronel estadounidense estacionado en Afganistán declaró: “Uno puede cavar un pozo de agua en un día y construir una escuela en un mes,... pero toma largo, largo tiempo construir un camino. Cuando uno empieza su construcción, se manda un mensaje: que no es una sociedad que va a durar un mes, sino que es algo de largo aliento.” Citado en Janine di Giovanni, “Local Wars,” comentando el último libro de David Kilcullen: The Accidental Guerrilla: Fighting Small Wars in the Midst of a Big One, en The New York Times del 26 de abril de 2009.

(8) RIA Novosti: “Afganistán produce cada año casi 150,000 millones de dosis individuales de heroína,” 11 de febrero de 2011. (Esto, sin contar las 30,000 millones de dosis individuales de hachís que también produce anualmente.) Sobre el caso peruano, ver los artículos de Simon Romero “Cocaine Trade Helps Rebels Reignite War in Peru,” en The New York Times del 18 de marzo de 2009, y de Andrew Whalen “Tráfico de cocaína revitaliza a guerrilleros peruanos,” en El Nuevo Herald del 10 de mayo de 2009.

(9) “Reducen presupuesto para el VRAE,” en El Comercio del 13 de enero de 2011. Se informó que el Ministerio de Economía y Finanzas había reducido el presupuesto de 2011 a 514 millones de soles, esto es, 75 millones menos que el año pasado.


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