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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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La Geopolítica y los orígenes de la subversión en el Perú(*)




Cuando el 12 de septiembre de 1992 se produce la captura de Abimael Guzmán, habían pasado más de doce años del inicio de la subversión senderista, la cual dejaba como producto hasta entonces, más de 25,000 muertos y unos US $ 20 mil millones de dólares en pérdidas materiales. Pero sobre todo se tenía la sensación del debilitamiento de la presencia estatal civil en el hinterland del país y que era la consecuencia de la expansión del fenómeno violentista allende los límites de Ayacucho. Ello, señala Gibaja (1), desvirtuó paulatinamente la creencia que Sendero Luminoso (SL) era fundamentalmente un movimiento político regional o local, esencialmente ayacuchano – según algunos – o más ampliamente entrado en la sierra central según otros. Sendero desbordó ampliamente su hábitat original y puso en jaque a un Estado que:

  1. No supo prevenir ni impedir el inicio de la lucha armada, pese a los indicadores de alerta temprana existentes. (2)
  2. Una vez iniciada la lucha armada, no supo calibrar la naturaleza de la amenaza ni la naturaleza del enemigo: qué era SL.
  3. En su parte civil se encontraba en una grave crisis, razón por la cual no estaba en condiciones de cumplir medianamente sus funciones en el interior, y menos en tiempos de guerra.
  4. En suma, tenía proyectabilidad y presencia limitadas (3), situación de la que sacaría gran provecho estratégica y tácticamente SL porque su concepción estratégica desde el inicio se orientó a la creación de vacíos político-administrativos mediante la violencia o la intimidación, con la finalidad de progresivamente irlos llenando, y esto no es más que aprovechar la serie de anomalías estructurales de carácter espacial, es decir geopolíticas, que hacía tiempo venía viviendo nuestro país.

NUESTRA PROBLEMÁTICA DE OCUPACION ESPACIAL

La historia del hombre es la historia del aumento de su influencia sobre su entorno espacial o geográfico. El ecúmeno era definido por los antiguos geógrafos como la porción del territorio habitada y desarrollada por el hombre. Anecúmene eran los espacios que todavía no habían sido incorporados por la presencia y acción del hombre. Dice Vicens Vives (4) que “es precisamente en la conversión en ecuménico de lo anecuménico donde residen muchas de las fuerzas seculares que rigen el ser histórico de los pueblos, y que aún hoy constituyen un secreto, indescifrado, de incomprensibles desfallecimientos y desorientadores virajes políticos o culturales.”

Uno puede hablar de una problemática de ecúmene/anecúmene demográfico, pero también político-administrativo, es decir, del grado de presencia estatal en el espacio nacional. Favre (5) lo denomina poder público y considera que de su debilitamiento, que reviste aspectos tan singulares como inquietantes, Sendero extrajo gran parte de su fuerza. Un claro indicador de esta anomalía es el impacto de la violencia política en el poder municipal, que en el interior es el vínculo más directo y estrecho – y a veces el único – entre la comunidad y el Estado, motivo por el cual el accionar senderista visó siempre la destrucción de ese vínculo.

Pareja y Gatti consideran que “la vacancia municipal es el más claro indicador del repliegue democrático en el Perú” y que “la circunstancia de no realización de un proceso electoral es la que denota mayor debilidad en la presencia del Estado,” (6) lo que en términos geopolíticos es una situación de anecúmene político-administrativo. En 1980, de por sí existía esta situación que con el tiempo SL iría agravándola hasta llegar a una posición en la que el Estado civil fue puesto prácticamente de espaldas al mar y el componente militar del Estado, aparte de que no era su función, no se daba abasto para cubrir todo el territorio porque también era parte de un Estado en crisis que nos llevó a lo que denominamos un proceso de depreciación estratégica en términos convencionales y también no convencionales que no permitía cumplir a cabalidad sus funciones de protección externa e interna por la carencia de medios. Claudio Leal Parragué, del Estado Mayor de la Defensa Nacional de Chile lo denomina, utilizando una expresión de Sherman Kent, “la disminución de la estatura estratégica peruana,” (7) que viene a ser “la suma total de los medios, suaves y rudos que posee un país, a lo cual debe agregarse su voluntad de emplearlos y su pericia en usarlos.” (8)

LAS CAUSAS DE LA ANECUMENIZACION

La creciente anecumenización del espacio nacional tiene varias causas:

1. El anatopismo, término acuñado por Víctor Andrés Belaunde (9) que viene del griego “topos” (tierra) y “ana” (ir contra): es el vivir de espaldas a nuestro medio geográfico y a nuestra vida; es olvidarnos de la ancestral herencia que nos legaron incas y españoles sobre la correcta organización y utilización del espacio territorial, en la forma de una fuerte y efectiva presencia estatal, es decir, en la forma de ecúmeno político-administrativo.

2. Nuestra topografía, que pese a la tenaz respuesta, fue siempre un factor geopolítico de desarticulación espacial.

3. La inexistencia de un núcleo de cohesión, de un heartland, de un polo de polos que articulara efectivamente a los polos de desarrollo para la real conformación de un sistema de eficiencia colectiva. (10) Lima, hace mucho que dejó de ser núcleo de cohesión porque la fuerza de éste es eminentemente centrífuga y la que ejerce la capital del Perú es eminente negativamente centrípeta, lo que ha devenido en la vulnerabilidad estratégica de Lima Metropolitana en términos de guerra convencional y no convencional, y de la que hablaremos mas adelante. Teóricamente, dicho núcleo de cohesión tendría que estar ubicado en la sierra y selva centrales por constituir el “transpaís”, una zona de gran movilidad, ingentes recursos naturales y potencial articuladota de los alejados Núcleos de Iquitos y Madre de Dios. (11)

4. Nuestro centralismo. El centripetismo limeño ha favorecido, unido a los anteriores factores, la anecumenización del espacio nacional: la hiperconcentración de personas y recursos en la costa en general y en la capital de la República en particular, han convertido a esta última en un gigantesco “Pearl Harbor demográfico, económico y político-administrativo;” es decir, en un gigantesco blanco militar convencional y no convencional. Hace mucho que Lima, dijimos antes, dejó de ser núcleo de cohesión, de ser centrifugadora de impulsos geovitales que cubrieran la totalidad del hinterland hasta el reforzamiento de las fronteras. Cuando en enero de 1881 la capital cae en manos de los chilenos, no acaba la guerra porque como dice Manrique: “al no existir una sólida centralizacón, la toma de la capital política tiene muy limitada significación.” (12) Lo mismo se daba en la década de los veinte. Mariátegui indicaba: “Lima no es, geográficamente, el centro de la economía peruana. No es, sobre todo, la desembocadura de sus corrientes comerciales (...) Lima, en cambio, no puede ser sino una de las desembocaduras de los productos peruanos. Por diferentes puertos de la costa peruana tienen que salir los productos del norte y del sur.” (13) El problema estaba en que sesenta años después, Lima no sólo había devenido en el centro de la economía peruana – en la desembocadura de la misma -, sino también en el centro de la vida nacional, con las graves consecuencias que conllevaba y de las que Sendero fue consciente desde el inicio de sus acciones militares. Lima era un peligro para nuestros intereses. (14) Haushofer cita a Alarico, el rey visigodo que cayó sobre la urbanizada Roma: “Cuanto más denso está el pasto, más fácil la ciega.” (15) El centralismo limeño produjo una arterioesclerosis del resto del territorio nacional al limitar la proyectabilidad y presencia del Estado, al “localizarlo” a decir de Ward (16) y al atraer hacia sí mismo a las corrientes migratorias y a gran parte de la economía del país.

LA GEOPOLITICA EN EL LLAMADO “PENSAMIENTO GONZALO”

Creemos que la principal razón por la cual avanzó tanto SL entre 1980 y 1992 fue el sustento geopolítico de su concepción estratégica, que antepuesta o confrontada a la incapacidad del Estado por dominar el territorio, produjo una clara concepción geopolítico-revolucionaria, tal como lo denominamos en un artículo de 1987. (17)

Ello tiene su lógica cuando vemos que la tesis doctoral de Abimael Guzmán trata sobre el concepto de espacio en Kant, y este filósofo está considerado “el padre de la geografía política” e incluso, según Carlson, es conocido como el “fundador de la geografía moderna. (18) Esto se traduciría en la forma como se concretizaría una estrategia de intentar controlar o por lo menos interdiccionar espacial y territorialmente, a partir de la misma definición de estrategia de Lenin: “La estrategia es la elección de los puntos de aplicación de las fuerzas.” (19)

En el documento de 1986 “Desarrollar la Guerra Popular sirviendo a la Revolución Mundial,” (20) Guzmán utiliza conceptos geopolíticos que nos permiten comprender su geoestrategia:

1. “Ambito y expansión. Bajo la consigna (Intensificar la hoguera, extender el incendio, impulsar la lucha de clases de las masas principalmente armadas y que la represión atice) se impulsó la extensión de la guerra popular apuntado a definir un ámbito desde Cajamarca en la frontera con Ecuador, en el noroeste, hasta la de Bolivia, departamento de Puno, en el sureste del país, ocupando así la sierra, el eje histórico de la sociedad peruana y su parte más atrasada y pobre, para convertirla en el gran teatro de la guerra revolucionaria y sirva a desarrollarla. Conquistar este ámbito es parte importante del (Plan del gran salto) y de su concreción.”

Comentario: Históricamente, la sierra, es cierto, ha sido el eje de nuestra sociedad hasta que en la costa se aceleró el proceso de urbanización en la década de los cincuenta. El Ande su fue “vaciando”, tal como varias veces indicó Mercado Jarrín. De ser un país “encabalgado” en la misma, pasamos a ser un país costeño y con un acentuado centralismo.

Desde el punto de vista militar también fue siempre muy importante. En 1917 se publicó en Chile el libro redactado con la llamada “ortografía Bello” (j por g, y por i, etc.), titulado Jeografía Militar del Perú, del capitán ECH Arturo Fuentes Rabe (21), en la que el autor consideraba que los valles de la costa constituían etapas, alojamientos, otros sistemas defensivos o trincheras naturales para un eventual avance Sur a Norte. En cambio, la sierra era una Fortaleza Natural que causa dos efectos militares básicos: a) Uno de ellos es de carácter negativo para el Perú, pues aísla la zona Norte de la zona Sur y a la costa de la Montaña. “Es curioso observar – dice Fuentes Rabe – observar que el gran baluarte que representa la sierra peruana y que constituye un formidable medio defensivo, a su vez reúne y presenta serias dificultades por su situación y topografía para la rapidez de movilización que requieren los ejércitos modernos en su apresto para la guerra.” b) Pero de otro lado, esa misma sierra constituía un obstáculo casi insuperable para un invasor: “Este factor es tanto más importante para los peruanos, y tanto más fatal para el invasor, si se considera que las últimas campañas llevadas a ese territorio, han dejado en la evidencia que el sistema marcado peruano se basa en la defensiva; por cuyo motivo, el ofensor se verá fuertemente atraído a aquellas serranías, en las cuales se encontrará con la fuerte oposición de las huestes que en ellas hayan encontrado refugio.”

Para las Fuerzas del Orden se convierte en un problema porque vienen a ser los “ofensores”, al tomar la iniciativa táctica SL y su misión es desalojar a estos últimos, quienes pretenderán organizar bastiones en el eje longitudinal de la sierra.

2. “De esta manera la guerra popular avanza firmemente en la región central del país, muy importante para la economía peruana como centro minero, emporio agrícola, tronco de red de comunicaciones y corazón de los planes geopolíticos del Estado.”

Comentario: La Región Cáceres en general y el departamento de Junín en particular son claves para la resolución del problema de violencia interna. Es clave dentro de lo que McCormick (22) denomina “frentes” de SL alrededor de Lima. El primero lo constituyen los departamentos vecinos del departamento de Lima; el segundo, las 9 provincias que rodean Lima, y el tercero son los pueblos jóvenes que rodean la capital, llamados por Guzmán “cinturones de hierro.” En octubre de 1874, Norberto Padilla, sub-prefecto de Huancayo, indicó que “es una constante tradición de que un ejército colocado en el valle de Huancayo es el núcleo para dominar el centro del Perú y su capital.” (23)

Los minerales que van a ser la fuente de ingreso de divisas vienen, desembocan en Lima desde la sierra central. Y desde el punto de vista geopolítico, potencial lugar de organización del núcleo de cohesión o heartland que tanto necesita el país.

3. “No sólo se combate en la sierra, también en la ceja de selva, en dos puntos clave de la misma, en el Apurímac donde estratégicamente convergen los departamentos de Cusco, Apurímac, Ayacucho y Junín, y en el Huallaga, rica región donde el imperialismo y el Estado planifican grandes empresas; además la lucha se desenvuelve en la costa especialmente central y norteña y, subrayemos bastante, en Lima Metropolitana, ciudad de importancia estratégica por su condición de capital, gran concentración de población y contar con la mayoría del proletariado peruano a más de ingentes masas pobres en barrios y barriadas.”

Comentario: No es casualidad que Sendero actúa en tres de las grandes cuencas fluviales del Perú: la del Mantaro, la del Huallaga y la del Apurímac, todas ellas zonas de confluencia y potencial fractura espacial. En las dos últimas está presente el factor droga, lo que las hace más explosivas por la alianza de narcotraficante y subversivos contra el Estado. Es claro que Lima es su objetivo estratégico principal, siendo indicador de ello el aumento de acciones armadas y trabajo político e ideológico en la capital a partir de 1988, que iba a culminar en una “ofensiva del Tet” en la primavera de 1992 y que buscaba convertir a Lima en un Beirut – no necesariamente tomar el poder – y dar la imagen de ingobernabilidad e inviabilidad que provocara una intervención extranjera, para entonces pasar Guzmán a liderar “la liberación nacional” contra los ejércitos extranjeros.

Lima sigue siendo un peligro. La crisis económica de por sí, provocó la migración a la capital; la violencia política la acentuó. Los desplazados produjeron, en nuestra opinión, un efecto de saturación y sobre-saturación de espacios vitales precarios que agudizaba las situaciones de carencia de servicios públicos esenciales y de falta de viviendas a nivel de aldeas, distritos, provincias, capitales de departamento y Lima Metropolitana.

CONCLUSIONES

1. En 1980, Sendero encontró un país desarticulado espacialmente y un Estado de proyectabilidad y presencia limitadas.

2. La debilidad de la presencia estatal en el interior facilitó su estrategia de creación de vacíos político-administrativos mediante la violencia y la intimidación, sobre todo contra las autoridades municipales.

3. E Estado civil fue desplazado en gran medida a la costa y el estamento militar, aparte de que no era su función, no se daba abasto para controlar y llenar los vacíos que el poder civil dejaba.

4. El centripetismo de Lima Metropolitana agudizó la problemática de anecúmene en el hinterland y la convirtió en el objetivo estratégico principal de SL.

5. En el llamado “Pensamiento Gonzalo” podemos encontrar su concepción geopolítica-revolucionaria.

6. Esto último se constata identificando espacialmente en el mapa, como lo hacen McCormick y otros autores, las zonas de aplicación de las fuerzas senderistas.

Notas

(1) Pedro Gibaja Vargas-Prada: Violencia Terrorista y Alternativas de Pacificación en el Perú Actual (Lima, 1990), p. 13.

(2) Ver Gustavo Gorriti: Sendero: Historia de la Guerra Milenaria en el Perú (Lima: Editorial Apoyo, S.A., 1990), pp. 80-93.

(3) Alberto Bolívar Ocampo: “Centralismo, espacios vacíos y subversión,” en diario El Comercio de Lima, 11 de mayo de 1989.

(4) Jaime Vicens Vives: Tratado General de Geopolítica (Barcelona: Editorial Vicens-Vives, 1981), p. 27.

(5) Henri Favre: Perú: Sendero Luminoso y Horizontes Ocultos (Universidad Autónoma de México, 1987), p. 1.

(6) Piedad Pareja Pflucker y Aldo Gatti Muriel: Evaluación de las Elecciones Municipales de 1989: Impacto de la Violencia Terrorista (Lima: Instituto Nacional de Planificación, 1990), pp. 93-97.

(7) Claudio Leal Parragué: “Perú: Crisis del Estado y sus Efectos en la Situación Estratégica Sudamericana,” ponencia presentada en el Segundo Congreso Nacional de Ciencia Política, Iquique, 24-27 de noviembre de 1992.

(8) Sherman Kent: Inteligencia Estratégica (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1978), pp. 57-58.

(9) Víctor Andrés Belaunde: Meditaciones Peruanas (Lima, 1963), p. 32.

(10) Emilio Castañón Pasquel: “14 Puntos para un Análisis,” en revista Estudios Geopolíticos y Estratégicos N° 3, Lima 1979, pp. 15-19.

(11) Ver de Emilio Castañon Pasquel: “Hacia una doctrina del Núcleo de Cohesión,” en revista Estudios Geopolíticos y Estratégicos N° 5, Lima 1980, pp. 130-137.

(12) Nelson Manrique: Las Guerrillas Indígenas en la Guerra con Chile (Lima: Centro de Investigación y Capacitación, 1981), p. 86.

(13) José Carlos Mariátegui: 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana (Lima, 1980), p. 219.

(14) Ver: Alberto Bolívar Ocampo: “Un Peligro llamado Lima”, en diario Expreso de Lima, 22 de julio de 1989.

(15) En Andreas Dorpalen: Geopolítica en Acción: El mundo del General Haushofer (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1982), p. 68.

(16) Michael Don Ward en la Introducción a M.D. Ward (ed.) The New Geopolitics (Filadelfia: Gordon and Breach, 1992), p. viii.

(17) Alberto Bolívar Ocampo: “Subversión, geopolítica e intervención,” en diario El Comercio de Lima, 2 de diciembre de 1987.

(18) Lucile Carlson: Geography and World Politics (Nueva Jersey: Prentice-Hall, Inc., 1957), p. 14.

(19) Citado por Pierre Celelier: Geopolítica y geoestrategia (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1979), p. 104.

(20) En Luis Arce Borja (ed.): Guerra Popular en el Perú: El Pensamiento Gonzalo (Bruselas, 1989), pp. 246-248.

(21) Pablo Macera: “Una Geografía Militar del Perú escrita por un oficial chileno,” en revista Estudios Geopolíticos y Estratégicos N° 6, Lima 1981, p. 88.

(22) Gordon H. McCormick: From the Sierra to the Cities: The rban Campaign of the Shining Path (Santa Monica, CA: Rand Corporation, 1992), pp. 2-3. Ver también de Vicente Otta: Izquierda peruana: la urgencia de la renovación (Lima, 1992), p. 32, y José Páez Wharton: Perú 1980...La Guerra Incesante (Lima, 1993), p. 87.

(23) Cit. Por Nelson Manrique, op. cit., p. 26.


(*) Publicado por Alberto Bolívar Ocampo. Defensa Nacional N° 13, Lima, Octubre 1993

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