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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Mackinder: Continuidad y Vigencia(*)



Para James Kurth, comentando recientemente (1) el último libro de Paul Kennedy (“Preparándonos para el Siglo XXI”), la magistral exposición “El Pivote Geográfico de la Historia” – dada por Halford Mackinder en la Real Sociedad Geográfica de Londres el 25 de enero de 1904 – bien pudo haberse titulado “Preparándonos para el siglo XX”, porque en la misma, el autor no sólo conceptualizó sobre constantes neohistóricas que venían dándose desde hacía siglos y que consideraba podían seguir dándose, lo que creemos iría aclarando en sus posteriores escritos (2), sino que anunció la globalización de los asuntos mundiales, la “aldea global” de la que tanto se habla hoy en día, al aseverar: “De aquí en adelante, en a era poscolombina, nuevamente nos hallaremos con un sistema político cerrado y lo que no tiene menos importancia, la esfera de acción del mismo será el mundo entero.” (3)

Según Raymond Aron, Mackinder combinó una esquematización geográfica de las relaciones diplomático-estratégicas con un análisis geográfico-económico de los recursos y con una interrelación de las aptitudes diplomáticas, en función del modo de vida del medio ambiente (sedentarios, nómadas, terrestres, marinos; oposiciones todas), lo que le permitió ver a Europa y su historia como subordinados al Asia y a la historia asiática, porque considera que la civilización es, en un sentido muy real, el producto de la lucha secular contra la invasión asiática, ese “enorme martillo asiático que golpeaba libremente en los espacios vacíos” al occidente de esa abertura situada entre los Montes Urales y el Mar Caspio, a través de la cual una serie de pueblos de jinetes asiáticos como los hunos y los mongoles, transitaron violentamente en dirección a Europa. (4)

Esa zona de gran movilidad y de donde venían las incursiones asiáticas y que llamó Heartland o Tierra Corazón, señala Arón, poseía tres rasgos de geografía física, pero de alcance político, sin por ello coincidir:

  1. Constituye la llanura más vasta de la superficie del globo: la llanura de Asia y las estepas de la Rusia europea desembocan, a través de Alemania y los Países Bajos, en la Isla de Francia y París, corazón de Occidente. En otras palabras, un gigantesco corredor estratégico que desembocaba en Francia. No en vano nos recuerda Mackinder que las bases de la moderna Francia fueron puestas inconscientemente por los francos, los godos y los provinciales romanos luchando codo a codo en Chalons contra los asiáticos una vez que éstos atravesaron Europa.
  2. Algunos de los más grandes ríos del globo transcurren por ella, en dirección al mar Artico o los mares interiores como el Caspio o el Aral.
  3. Representa una llanura forrajera (grassland), favorable a la movilidad de las poblaciones y de los guerreros, sobre camellos o a caballo. (5)

Seguidamente, Mackinder identificaría la oposición constante entre la tierra y el mar, entre las potencias navales y las potencias terrestres, así como la peligrosa posibilidad que una potencia terrestre, sola o aliada con otras, se consolidara en el Heatland y eventualmente se desbordara en dirección a la periferia, consolidando el dominio de la llamada Isla Mundial (conformada por Eurasia y Africa) y amenazando, en este caso, los intereses de Gran Bretaña, su país.

Los conceptos vertidos en 1904 se verían reforzados en 1919, cuando establece su famosa máxima:

Aquel que domina Europa Oriental, domina el Heartland.

Aquel que domina el Heartland, domina la Isla Mundial.

Aquel que domina la Isla Mundial, domina el mundo.

De aquí en adelante el pensamiento mackinderiano iría moldeando las concepciones estratégicas y geopolíticas de los principales actores de la escena internacional, explicándonos situaciones y actitudes que de una u otra forma influyeron en los intereses vitales de dichos actores y en la forma como se materializarían.

1. La URSS, desde la década del veinte visualizó la penetración ideológica, vía el Komintern, en Europa Oriental, para posteriormente concretar su incorporación a su esfera de influencia y servir de glacis defensivo como eventualmente de trampolín en dirección a Occidente, como veremos más adelante.

2. Karl Haushofer, fundador de la Escuela Geopolítica de Munich, fue el inspirador principal del Pacto Ribbentrop-Molotov del 23 de agosto de 1939. Pensaba que de esa forma Alemania podría actuar con libertad contra Inglaterra, forzarla a una rendición incondicional y a la vez ir usufructuando – por el momento en forma pacífica - de los beneficios económicos del Heartland Mackinderiano. Es por ello que cuando el 22 de junio de 1941 se inicia la invasión de Rusia (Operación “Barbarroja”), él se siente completamente frustrado y comprende que más temprano que tarde, la derrota de Alemania será inevitable.

3. Cuando a principios de 1942 los soviéticos han evitado definitivamente la caída de Moscú, el alto mando alemán, nos relata Bekker (6) se pregunta: ¿Por qué no se disponía de un bombardero cuatrimotor, de un aparato “estratégico” de gran radio de acción? Para contestar esa pregunta tenemos que remontarnos a la primavera boreal de 1935: Visitando Goering los talleres Junkers en Dessau, Wilhelm Wimmer, primer jefe del departamento técnico de la Luftwaffe, le mostró el gigantesco modelo del cuatrimotor Junkers Ju-89, pero aquel no se mostró muy entusiasmado por el proyecto. Y en Friedrichshaven, en el Bodensee, se encontraba el ministro de Guerra del Reich, von Blomberg, visitando la fábrica de Dornier. También allí había una gigantesca maqueta. El Do-019, también bombardero cuatrimotor que le hacía la competencia al Ju-89. Interesado, preguntó en cuánto tiempo podrían entrar en servicio esos aviones. Se le respondió que hasta que estuviesen totalmente probados y experimentados, con tripulaciones capacitadas para su empleo, pasarían nos cuatro o cinco años. Esto no lo animó mucho.

Dos prototipos (el Ju-89 y el Do-19) volaron a principios de 1936, pero los motores resultaron faltos de potencia, siendo el proyecto de avión cuatrimotor bautizado por el general Wever con el no casual nombre de Uralbomber: el bombardero de gran radio de acción capaz de alcanzar los Urales y asestar golpes en pleno Heartland de Mackinder, la región a donde la URSS trasladaría sus principales fábricas situadas en la Rusia europea y a donde la aviación alemana nunca pudo llegar. Del mismo modo, está de más decir que ese mismo avión bien pudo haber sido utilizado contra Inglaterra, con lo que su tenaz resistencia entre junio de 1949 (después de Dunquerque) y septiembre de ese año, habría resultado inútil por la contundencia de los Uralbomber.

El 3 de junio de 1936, Wever muere en un accidente de aviación en Dresde y os que lo sucedieron no muestran el mismo interés en el proyecto.

Pese a que varios oficiales de la Luftwaffe intercedieron para que se materializara el proyecto (expusieron todas las razones que lo hacían aconsejable: mayor radio de acción, una capacidad doble o triple de carga de bombas, mejor armamento defensivo, mayor velocidad y un techo operativo más alto) y en momentos que en los EE.UU. se estaba experimentando el B-17, la célebre “Fortaleza Volante”, a la que se auguraba un gran porvenir, el 29 de abril de 1937, Goering aprobó la prohibición de cualquier trabajo para el desarrollo del Do-19 y el Ju-89. Justificó su posición respondiendo: “El Führer no me preguntará si mis bombarderos son muy grandes, sino cuántos tengo.” El “bombardero de los Urales”, patrocinado por el general Wever, estaba muerto. Se dispuso que los prototipos de Junkers y Dornier pasaran a la chatarra.

4. Las conversaciones sostenidas en 1942 y 1943 por Roosevelt, Churchill y Stalin apuntaban a definir por dónde se abriría el llamado “segundo frente.” Churchill, razonando en términos mackinderianos, proponía que la invasión tenía que hacerse por los Balcanes, más específicamente por Yugoslavia: limítrofe con siete países y con un numeroso ejército de resistencia al mando de Tito, podría permitir a los aliados diseminarse en varias direcciones con el objetivo político y estratégico de llegar a Europa Oriental antes que los soviéticos, para de esa forma evitar que se comenzara a cumplir a máxima que Mackinder expuso en 1919. Salin, razonando también de la misma forma, convenció a Roosevelt que tenía que ser por rancia. Este último asintió y después presionó a Churchill. La Operación “Overlord” se realizaría por Normandía y la URSS tendría carta libre respecto a Europa Oriental, pese a que en 1945, por ejemplo, el III Ejército Acorazado de Patton llegó antes que ellos a Checoslovaquia, teniendo que abandonarla muy a su pesar.

Mackinder, en vista del desarrollo de los acontecimientos, escribió en 1943: “Por lo antes expuesto, la conclusión inevitable es que si la URSS emerge de la guerra como conquistadora de Alemania, se convertirá en la mayor potencia terrestre del globo. Lo que es más, será la potencia con la posición estratégica defensiva más fuerte. El Heartland es la mayor fortaleza natural del mundo. Por primera vez en la historia, está ocupada por una guarnición suficiente tanto en número como en calidad.” (8) La posterior ocupación soviética de Europa Oriental y de parte de Alemania, coadyuvaba a ello.

5. Nicholas Spykman, también consciente del peligro, propuso en 1942: “Quien controla el Rimland, controla Eurasia. Quien controla Eurasia, controla los destinos del mundo.” Para él no era tan importante el control del Heartland, sino más bien del “Rimland”, de la “Tierra Borde” alrededor de la masa euroasiática. Posteriormente, George Kennan le daría la forma político-diplomática y se iniciaría la llamada “contención” en la forma del establecimiento de bases en la periferia de Eurasia, usando a “key countries” o “países clave.” La importancia de los mismos, sostiene Brzezinski (9), puede derivar de su posición geopolítica que irradia influencia regional política y/o económica, o puede residir en una ubicación geoestratégica militarmente significativa.

En 1904, Mackinder sentó las bases de esa estrategia al sostener que Inglaterra, Canadá, los EE.UU., Sudáfrica, Australia y Japón constituían un anillo de bases exteriores e insulares para el poder marítimo, que son inaccesibles para el poder terrestre de Europa. En esa misma línea, Brzezinski (10) indicó que “los estados marítimos planearon afianzar su poder explotando las rutas oceánicas accesibles, a fin de establecer enclaves transoceánicos de influencia política y económica. Las potencias terrestres buscaron el predominio continental como punto de partida para desafiar la hegemonía del intruso transoceánico.” Por esto último es que para el general Edward B. Atkeson (11), un objetivo soviético de largo alcance fue siempre la “negación hemisférica”, el negarle acceso a los EE.UU. a la Isla Mundial de Eurasia o, como veremos, más adelante, lograr su retiro de la misma.

Gray (12) caracterizó al conflicto entre las superpotencias como una lucha entre una superpotencia del Heartland sustancialmente atada al continente y una superpotencia insular, sustancialmente dependiente de lo marítimo, para el control/negación de los Rimland o Tierra Borde de Eurasia y Africa. Esto haría que el imperio de los EE.UU., a diferencia del soviético, se constituyera territorialmente no contiguo, relativamente poroso y unido a través de vínculos indirectos (13), de alianzas como la OTAN, el SEATO, el ANZUS y el CENTO.

6. Pero a partir de 1957, con a llegada a la comandancia general de la marina soviética del almirante Serguei Gorshkov, la URSS buscaría “desbordarse”, desarrollando un poder marítimo naval impresionante (14) que convirtió a la marina de su país en un poderoso ejecutor de la política exterior soviética, con capacidad de tener presencia en todos los espacios oceánicos, de proyectar su poder e interdiccionar las líneas de comunicación – esencialmente marítimas – de Occidente. Por ejemplo, su presencia en Africa y Vietnam a partir de 195 le permitiría amenazar a Sudáfrica y con ella la ruta del petróleo, y a al Japón, Corea del Sur y las Filipinas, respectivamente; todos puntos importantes de ese “anillo de bases exteriores e insulares” alrededor de Eurasia, del que habló Mackinder. Sobre esto, Crozier (15) alertaba al llamar la atención de que en términos de supervivencia, a Alianza Occidental –el Rimland – tenía un menguante acceso a fuentes seguras de energía y minerales estratégicos. El desarrollo naval soviético lo agravaba.

Este desarrollo obedecía a una antigua tendencia rusa: el buscar acceso a “aguas calientes,” porque en los hechos, la URSS estaba cercada. No tienen verdaderamente un acceso abierto al mundo. (16) El temor de Occidente aumentó cuando en diciembre de 1979 invadieron Afganistán, con lo cual sus bombarderos de largo alcance podrían llegar al Golfo Pérsico y el Estrecho de Hormuz. Su presencia en Etiopía le permitía amenazar el petróleo que pasaba por el cuerno de Africa.

Las islas Kuriles, arrebatadas al Japón en 1945, posiblemente – creen algunos (17) – nunca serán devueltas porque ese país (o una potencia hostil usando instalaciones proporcionadas por los japoneses) podrían convertir al Mar de Okhotsk en un “mar cerrado,” antes para la URSS, hoy para Rusia, con lo que perderían un acceso directo y permanente al Pacífico.

7. En términos terrestres, la situación de Europa Occidental en particular y la de la OTAN en particular, no se veía favorecida por el también impresionante desarrollo convencional soviético, en especial de sus fuerzas acorazadas. El problema, estimaba Luttwak (18), era que “sólo en Noruega y Turquía la defensa de la OTAN tiene cierta profundidad geográfica real – a diferencia del Heartland -, y no porque lo hayan elegido: simplemente porque las tierras noruegas septentrionales y la frontera turca con el Cáucaso son poco pobladas y situadas muy lejos de los principales centros poblados.” Gray (19) opina lo mismo, y para Correlli Barnet (20), “el ejército británico siempre gozó en sus guerras continentales de una ventaja negada a los europeos: legítimamente podía escapar.” El resto, simplemente no podía hacerlo.

“Si la URSS capturara Europa Occidental, el Lejano Oriente y el sur de Asia, no sólo ganaría – sostuvo Brezezinski (21) – el control de grandes recursos humanos, económicos y militares, sino que se cercaría al Hemisferio Occidental, a través del Océano Atlántico y el Océano Pacífico.” La conjunción de sus fuerzas navales, aéreas y acorazadas, podía lograr ese objetivo.

Para disuadir una eventual “Blitzkrieg” soviética siguiendo el corredor estratégico, en 1977 entró a los arsenales de la OTAN la bomba de neutrones, a la vez que recomenzó la investigación y desarrollo de armas anti-tanque como el avión A-10 “Jabalí” y el helicóptero “Apache,” que con tanto éxito se usarían en la Guerra del Golfo Pérsico de 1991.

El momento clave se dio en 1979, cuando la OTAN acordó instalar misiles INF (Internediate Range Nuclear Forces), de alcance intermedio en Europa Occidental: 108 Pershing II y 464 Crucero. La URSS se preocupó porque el Heartland estaba amenazado directamente desde Europa Occidental y no desde los EE.UU. con los ICBM (Misiles Balísticos Intercontinentales). Fue así que comenzaron a darse gigantescas manifestaciones de “pacifistas” contra la medida en Inglaterra, Alemania, Italia, Holanda, etc., sospechándose que la KGB estaba detrás de esos movimientos pacifistas. La URSS buscaba el rechazo de los europeos a la iniciativa estadounidense hasta lograr su objetivo de máxima: su retiro de Europa Occidental. Ello habrá aumentado el desbalance entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, quedando las fuerzas combinadas occidentales en 2.9 millones de hombres, 776 aviones de combate y 14,053 tanques, contra los 4.7 millones de hombres, 2,150 aviones de combate y 26,300 tanques del bloque soviético. (22) Los misiles se instalaron y el rearme estadounidense, combinado con la creciente depreciación estratégica de la URSS, llevarían a fines de 1987 a la firma del histórico Tratado INF para reducción de armas nucleares de alcance intermedio.

8. La desaparición de la URSS ha traído como consecuencia la aparición de explosivas fuerzas centrífugas y centrípetas en Eurasia: Ucrania, Armenia, Azerbaiján, Tayikistán y Afganistán, las minorías étnicas al interior de la misma Rusia, etc.; conflictos de raíz nacionalista, étnica o combinada. Esto lo anticipó Luttwak (23) cuando expresó que “así como el nacionalismo es una fuerza cohesiva en los estados-naciones, se convierte en divisiva en estados compuestos por nacionalidades distintas,” constituyéndose por tanto en el principal factor acelerador de la desintegración del imperio euroasiático.

La disputa por la posesión de armas nucleares entre Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazakistán le dan un marco potencialmente apocalíptico a lo que pasa en Eurasia, porque además esas armas pueden ser vendidas, en especial a los países islámicos. Para James Woolsey (24), Director de la CIA, “enfrentamos una sofisticada hydra de abastecedores.” Eso sin hablar del descontrol existente en el antiguo Ejército Rojo, el que si bien puede no significar una amenaza para el resto del mundo, su decadencia significa una inmensa amenaza interna. Está proporcionando el poder de fuego e incluso los hombres, para confrontaciones entre partes del antiguo imperio soviético, y no está en condiciones de impedir esas confrontaciones cuando esas se dan. (25)

Si se generalizara la violencia convencional en Eurasia, o si Rusia y Ucrania se enfrentaran nuclearmente por algo como el control de la flota del Mar Negro, millones de refugiados seguirían la ruta del corredor estratégico, saturando a una Europa Oriental en crisis y amenazando la paz y la estabilidad necesarias para alcanzar el objetivo de una Europa unida, de por sí, ya muy preocupada por la crisis de los Balcanes, la cual también es potencialmente centrifugadora de violencia.

9. Primero fueron las incursiones de jinetes a caballo o sobre camellos, después vino la amenaza de una impresionante masa acorazada desbordándose sobre Europa. Ahora, el peligro que representarían millones de refugiados huyendo de la generalización de la violencia en Eurasia. Y porque los caminos de la horda siguen abiertos, es que los postulados de Mackinder siguen vigentes 90 años después que comenzara a darlos a conocer al mundo.

Referencias Bibliográficas

1. James Kurth: “The Decline and Fall of almost everything: Paul Kennedy peers into the 21st Century,” en revista Foreign Affairs, Spring 1993, p. 159.

2. “Manpower as a measure of national strength” (1905), “Democratic Ideals and Reality,” y “The Round World and the Winning Peace” (1943).

3. H. Mackinder: “El Pivote Geográfico de la Historia,” en J.E. Atencio: ¿Qué es la Geopolítica? (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1979), p. 368.

4. Raymond Aron: Paz y Guerra entre las Naciones, Tomo I (Madrid: Alianza Editorial, 1985), p. 242.

5. Ibid., p. 243.

6. Cajus Bekker: La Luftwaffe (Barcelona: Editorial Bruguera, 1970), pp. 486-489.

7. Ver Hanson Baldwin: “Errores Políticos y Estratégicos de los Estados Unidos”, en revista Geopolítica N° 23, Buenos Aires 1981, pp. 24-29.

8. Cit. Or Colin S. Gray: The Geopolitics of the Nuclear Era: Heartlands, Rimlands and the Technological Revolution (New York: Crane, Russack & Company, Inc., 1985), p. 23.

9. Zbigniew Brzezinski: El Juego Estratégico (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A., 1988), p. 61.

10. Ibid., p.20.

11. Cit. Por Colin S. Gray: The Geopolitics of the Nuclear Era, p. 16.

12. Ibid. , p. 14.

13. Z. Brezezinski, op. Cit., p. 32.

14. Ver David Fairhall: El Poderío Naval Ruso (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1975).

15. Brian Crozier: Occidente se Suicida (Buenos Aires: Editorial Atlántida, 1979), p. 17.

16. Z. Brzezinski, op. cit., p. 40.

17. Colin. S. Gray: The Geopolitics of the Nuclear Era, p. 43.

18. Edward Luttwak: The Grand Strategy of the Soviet Union (New York: St. Martin´s Press, 1983), p. 48.

19. Colin. S. Gray: The Geopolitics of the Nuclear Era, p. 39.

20. Citado por Colin S. Gray en The Geopolitics of Superpower (The University Press of Kentucky, 1988), p. 215.

21. Z. Brzezinski, op. cit., p. 31.

22. “Disarming Threat to Stability: Nuclear Foes would change the course of Europe” en revista Time del 30 de junio de 1981.

23. E. Luttwak, op. cit., p. 7.

24. En revista Time del 28 de junio de 1993.

25. “The Giants of Yore: The Dangerous Plight of Russia´s Armed Forces,” en revista Newsweek del 1 de marzo de 1993.


(*) Alberto Bolívar. Publicado en la revista Geopolítica N° 50 (Buenos Aires, 1993)

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