El pasado lunes 3 de febrero, una peligrosa banda delincuencial fue literalmente emboscada por las fuerzas especiales de la policía en San Juan de Miraflores al interior de una tienda comercial en la que también funcionaba una cooperativa de crédito, en los precisos momentos en que la asaltaban con fines de robo y secuestro. El resultado de cuatro hampones abatidos y casi todos sus colegas capturados, se debió a que las fuerzas operativas contaron con el pertinente, anticipado y preciso producto de inteligencia acerca de: 1. Los perpetradores. 2. El objetivo. 3. La fecha y modalidad del asalto. El hecho que la inteligencia policial tuviera conocimiento acerca de la intención de la banda con dos semanas de anticipación, indica la existencia de: a) Una buena red de informantes pagados (o agentes sembrados) en el ambiente de las grandes bandas. Sin elementos humanos de recolección clandestina no pueden esperarse logros contra enemigos clandestinos y compartimentados. b) Un constante flujo de información hacia un órgano centralizador (Dirección de Inteligencia del Ministerio del Interior) con fines de análisis, verificación y coordinación con el ente policial operativo (la Sub Unidad de Acciones Tácticas-SUAT). La centralización de las operaciones de recolección y análisis de inteligencia es la clave de todo sistema efectivo. c) Los adecuados equipos de inteligencia que harían un paciente, exhaustivo y muy profesional seguimiento a todos los miembros de la banda, inclusive el “Día-D” y poco antes de la “Hora-H”. Por algo John Le Carré decía, “espiar es esperar” y eso fue lo que hicieron. d) La adecuada contrainteligencia y seguridad operacional – y un alto nivel ético- para evitar cualquier fuga de información que pudiera haber alertado a los malhechores. Se iba a realizar una operación especial de alto riesgo. El enemigo no debía saber que algo grande estaba preparándose contra él. e) Un excelente nivel de coordinación, entrenamiento y preparación de la emboscada entre la inteligencia policial y la SUAT. Son dos caras de la misma moneda, tal como en 1997 se demostró en “Chavín de Huántar”. f) La excelencia operacional de la SUAT: pese a que se requería que civiles del blanco a ser asaltado permanecieran en sus puestos, ninguno sufrió daño físico alguno – a diferencia de los hampones – pese a ser un combate en recinto cerrado. La clave: entrenamiento, entrenamiento y más entrenamiento. g) La discreta, valiente y efectiva cooperación por parte del dueño del comercio y de sus empleados de mayor confianza. Pese a los riesgos, sin la consciente cooperación de la población no se puede alcanzar la victoria. Así como en esta ocasión se frustró un delito común, la forma en que funcionaron la inteligencia y el ente operativo debe quedar como un ejemplo y caso de estudio para otras áreas (contraterrorismo): previendo oportunamente, anticipándose y por último, de ser necesario, aplicando quirúrgica y selectivamente la fuerza letal.
(*) Alberto Bolívar. Publicado en Diario La Primera, 20/Feb/06
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lunes, 16 de enero de 2012
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