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    Somos un grupo de investigación en temas de Seguridad y Defensa Nacional.

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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Inteligencia y Subversión en el Perú(*)




Si en inteligencia se nos concedieran un día tres deseos, estos serían: conocerlo todo, ser creídos cuando hablamos y de tal forma como para ejercer una influencia por el bien de la política.

Sherman Kent

INTRODUCCION

El 17 de mayo de 1980, la organización maoísta llamada “Sendero Luminoso” (SL), empezó lo que consideraba una “guerra popular”, destruyendo el centro de votación en Chusqui, una remota villa en el Departamento andino de Ayacucho, un día antes de las elecciones presidenciales que permitirían – irónicamente- regresar al poder al ex Presidente Fernando Belaunde (1963 – 68) después de 12 años de un régimen militar que fue producto de un golpe de Estado que lo depuso el 3 de octubre de 1968 (1). Esa acción fue la primera de miles que costarían al país a la fecha, casi 30,000 vidas y unos 22 billones de dólares en daños (2).

¿Cómo pudo suceder esto? ¿Por qué no hubo anticipación, acciones pre-emptivas contra una insurgencia que indicadores de alerta temprana recolectados por los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de las entonces Fuerzas Policiales (3), revelaban como posible y consecuentemente como inminente tan temprano como desde 1972? Una vez que se inició la insurgencia, ¿por qué fue tan grande la falta de comprensión de su ideología y objetivos, y la mala interpretación de sus acciones? En otras palabras, ¿por qué fue tan mal construida la imagen de la amenaza? Este articulo tratará de responder estas preguntas desde una perspectiva basada en los principios, categorías y práctica de la inteligencia y contrainteligencia (CI), así como desde las propias concepciones, organización y tácticas del SL (4).

SENDERO: LOS ORIGINES Y EL REGIMEN DE VELASCO

SL es producto de la división en 1964 del promoscovita Partido Comunista Peruano (PCP), cuando una fracción pro-Peking consideró que los soviéticos eran meros “revisionistas” y que la línea ideológica correcta provenía de China. “Bandera Roja” fue el grupo que trato de unificar las tendencias maoístas en el Perú, pero también se dividió en 1969, dando lugar al nacimiento de Sendero, encabezado por Abimael Guzmán Reinoso, un oscuro profesor kantiano de la Universidad San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho. Durante los sesenta viajó a Peking, donde fue entrenado y a su retorno consideró que había llegado el tiempo para preparar el inicio de la “guerra popular” en su nativo Perú, un país descrito por Guzmán como semifeudal, semicolonial y con capitalismo burocrático. Le añadió una adaptación de los pensamientos de José Carlos Mariátegui (un escritor izquierdista de los años veinte) a Marx, Lenin y Mao, y en la década siguiente comenzó a hablar de “Marxismo Leninismo-Maoísmo- Pensamiento Gonzalo” como la base ideológica y la luz que conduciría a la revolución en el Perú (5).

Si algo favoreció el desarrollo y silencioso crecimiento de Sendero, fue claramente el régimen militar peruano en su primera fase. Cuando llegó al poder a fines de 1968, decidió hacer “grandes cambios estructurales” en la sociedad peruana. Recordaba las guerrillas de 1965 en una forma “traumática”, como un producto de “la injusticia y la pobreza.” Por lo tanto, de acuerdo a sus teóricos militares y civiles, en orden de evitar otra insurgencia, era necesario un cambio socioeconómico. Rápidamente infiltrado por toda clase de izquierdistas, el régimen de Velasco empezó lo que consideraron ser una Revolución Peruana que mejoraría el status del país en Sudamérica; serviría como un ejemplo de una “tercera opción” para un gobierno no-capitalista y no-comunista; pero sobre todo, al realizar esos cambios prevendrían cualquier insurgencia. Los izquierdistas peruanos hábilmente infiltraron la estructura estatal, incluyendo las organizaciones que Velasco creó como SINAMOS (Sistema de Apoyo a la Movilización Social), una gigantesca entidad burocrática que en el papel iba a canalizar las demandas sociales de la población, pero que en los hechos frustró esfuerzos como la reforma agraria iniciada en 1969. Esto fue consecuencia del extremadamente ideológico tratamiento dado a todos los aspectos de la vida peruana. Velasco creó y en gran medida reforzó la CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú) para oponerla a la organización laboral del rival Partido Aprista. En ese momento no se dio cuenta que estaba “creando monstruos” por todos lados, entre los cuales estaba, indirectamente, Sendero Luminoso.

Velasco tuvo estrechos vínculos con Cuba, el Chile de Allende y todo el bloque oriental, y el resultado fue la presencia en el país de asesores para el desarrollo y un gran flujo de literatura izquierdista, principalmente de La Habana y Moscú, pero también de Peking (6). La moda era ser izquierdista y “progresista”, considerándose normales todos los predicamentos relacionados con esa moda. Sendero tomó gran ventaja de ese ambiente a principios de los setenta, al punto que en un momento Guzmán laboró en SINAMOS. Se cree que esto les dio a él y a sus seguidores la oportunidad de conocer la organización del enemigo desde dentro, especialmente sus puntos débiles. Cuando SL empezó a actuar en la Universidad de Huamanga, pasaron camuflados como uno más de los muchos grupos radicales. Sus acciones iniciales se dieron en Huanta en junio de 1969 – una ciudad no muy lejos de Huamanga – para defender la educación secundaria gratuita, la cual fue suprimida por Velasco (7). En este punto empezó la cercana vinculación e importancia dada por Guzmán a todo lo relacionado con los aspectos educativos, una de las principales armas para su esfuerzo de guerra.

Guzmán notó cuan desorganizados eran tanto el Estado como la sociedad peruanos en ese momento. Es por ello que siempre se refirió a este último como un enorme elefante que podría ser fácilmente atrapado en el fango. El problema con el Estado en el Perú es que nunca tuvo presencia en todo el hinterland. Estaba, como dice Ward, “muy localizado” (8). Guzmán trató de adaptar la estrategia de Mao a la realidad peruana: “Cercar las ciudades desde el campo”, con el trabajo en el campo realizándose primero. Pero Guzmán fue prisionero de su propio éxito a finales de los ochenta: su capacidad para destruir y desplazar al Estado en el hinterland, como parte de una estrategia de creación de vacíos políticos, fue mayor que su capacidad para organizar los cuadros que llenarían esos vacíos (9). Esa es la razón por la que cambió el eje principal de la guerra del campo a las ciudades. Sería su perdición.

EL CULTO DE LA INTELIGENCIA

Para destruir al Estado peruano, Guzmán, creó una organización muy cerrada y clandestina, siempre teniendo en mente cuan fácilmente habían sido infiltradas las guerrillas de 1965. Su organización tuvo la capacidad para infiltrar no sólo al Estado, sino a toda la sociedad peruana. “El Partido tiene mil ojos y mil oídos” era una de sus máximas. La correcta información en el momento preciso fue la clave; en palabras de Manuel Granados, la permanente amenaza de el “sabemos dónde, cuándo y cómo golpear” (10). El grado de infiltración en ministerios, sindicatos y especialmente las empresas estatales relacionadas con la energía eléctrica, fue muy alto. En 1982 empezaron a volar torres de transmisión eléctrica, lo que causaba serios apagones, principalmente en Lima. La gran preocupación del gobierno peruano era que no atacaban cualquier torre, sino aquellas estratégicamente importantes para ocasionar un apagón. Esa información se suponía que era estrictamente secreta.

En 1987, el mismo Manuel Granados advirtió acerca de un aspecto raramente conocido y no aceptado por mucha gente: tenían topos en las clases sociales media y alta peruanas para incluir a los hijos e hijas de altos funcionarios del Estado, las fuerzas armadas, la policía, partidos políticos, industria y comercio (11). Eran reclutados en las universidades privadas más exclusivas y, debe recalcarse, muchos no eran conscientes de ello, pese a que ya se daba el muy conocido caso de Julio César Mezzich, ex alumno del Colegio de La Inmaculada, de los Jesuitas, y quien ahora es uno de los principales líderes militares de SL.

El tiempo confirmaría las advertencias de Granados con los siguientes casos:

1. Nelly Evans: ex alumna del exclusivo colegio para niñas Villa María y ex monja. Capturada en 1990, estaba a cargo de los aspectos financieros de la organización.

2. Maritza Garrido Lecca: ex alumna del exclusivo colegio para niñas Sagrados Corazones Sophianum, hija de un acaudalado hombre de negocios del rubro de la construcción y sobrina de Nelly Evans. Reclutada en la Universidad Católica y capturada con Guzmán el 12 de septiembre de 1992. Era su secretaria personal y uno de sus vínculos con el mundo exterior.

3. Edmundo Cox Beuzeville: sobrino del Arzobispo Augusto Beuzeville. Capturado y liberado varias veces en la última década. Finalmente capturado el 12 de agosto de 1993. Miembro del Comité de Lima Metropolitana.

4. Oscar Ramírez Durand: hijo de un General de Brigada del Ejército. La comunidad de inteligencia peruana cree que está dirigiendo a Sendero después de la captura de Guzmán. Antes de ello, junto con Mezzich, era uno de los principales líderes militares.

Todos los esfuerzos de infiltración hechos por Sendero fueron facilitados por el alto grado de ideologización en las décadas de los sesenta y setenta, lo abierta de la sociedad peruana, la falta de educación en seguridad por parte de la población y especialmente por la virtual inexistencia de CI. Recientemente ésta ha mejorado, resultando en la captura de varios topos dentro de las fuerzas armadas, la policía y la burocracia civil.

Para evitar la infiltración por parte de los servicios de inteligencia, SL creó un excelente sistema de CI y, sobre todo, reclutó jóvenes entre los 14 y 16 años de edad. Como consecuencia, los esfuerzos para penetrar a jóvenes cuadros de SL por la inteligencia fueron muy improductivos (12). Virtualmente la única acción exitosa fue la del Capitán del Ejercito Julio Colina, quien con la cubierta de un izquierdista francés –hablaba ese idioma- infiltró a Sendero en 1982. Dos años más tarde fue muerto por una patrulla del Ejército en Ayacucho, después que fue capturado vivo formando parte de una columna guerrillera. Murió cuando se estaba acercando al liderazgo de Sendero (13).

SL usó muchas tácticas de vigilancia en sus acciones contra instalaciones y personas: sus miembros se disfrazaban de mendigos, heladeros, ambulantes y mucamas dentro de la casa de quien iba a ser blanco, y así por el estilo. Esto le permitió obtener la información precisa sobre los blancos, incluyendo horarios y medidas de seguridad. Esa información se pasaba a una sección de planeamiento. Documentos capturados muestran cuan meticulosos son en la preparación de sus acciones armadas.

Desde finales de los sesenta, infiltraron los sindicatos de maestros como parte de “una amplia estrategia de control territorial y difusión ideológica”. Esto fue un reflejo del lugar central que SL le dio a la actividad educativa al vincular sus aproximaciones tácticas y estratégicas (14). Esto es muy importante en el campo: si convencían o reclutaban al maestro de una remota aldea, él podía darles la información acerca de personalidades, relaciones con el Estado y la identidad de potenciales reclutas, etc. Es similar a la aproximación tomada entre 1976 y 1979, cuando SL se fue al campo de Ayacucho y se afincó en varias comunidades. Cuando la guerra estalló allí, ya tenían procesada toda la información. Segundo, una vez que Sendero controlaba una zona, usualmente el maestro se convertiría en el comisario político que supervisaba todo en nombre del Partido.

LA ACTUACION DE LA COMUNIDAD DE INTELIGENCIA PERUANA ANTES DE 1980

Para comprender la gran falla de inteligencia que precipitó la subversión en mayo de 1980, primero tenemos que revisar la actuación de la inteligencia peruana antes de esa fecha, pudiendo concluir en que no fue muy buena.

Los peruanos no tienen una tradición de inteligencia. Durante la Guerra del Pacifico (Perú y Bolivia contra el expansionismo chileno, 1879-83), las fuerzas peruanas carecieron de buena inteligencia en los niveles estratégico y táctico. El Perú Republicano (desde 1821) olvidó la rica tradición de buena inteligencia heredada del Imperio Incaico y de los españoles durante el periodo colonial. Ambos tuvieron la correcta información casi siempre en el momento preciso, una característica que les permitió controlar el territorio y reaccionar prontamente ante casos de subversión. En tiempos modernos, los servicios de inteligencia peruana confirmaron la frase de John Le Carré sobre que “los servicios secretos son la única expresión real del subconsciente de una nación” (15), teniendo exceso de confianza, desorganización, politización y muchos otros defectos.

En 1965, la inteligencia militar infiltró una insurgencia pro-cubana y “foquista”, y en menos de seis meses la desmembró (16). Realmente fue un excelente trabajo de CI. Sin embargo, los problemas se dieron con la inteligencia externa, un campo en el que Perú experimentó grandes fiascos. Luego del golpe militar en Chile (septiembre de 1973) hubo gran tensión entre ese país y el Perú. La segunda mitad de la década estuvo plagada de carreras armamentistas y desconfianzas en toda Sudamérica: Colombia-Venezuela, Ecuador-Perú, Perú-Chile, Chile-Argentina, Argentina-Brasil y Bolivia-Chile. En agosto de 1975, Perú y Chile estuvieron al borde de una guerra, pero nada sucedió. Sin embargo, en noviembre de 1978, cuando Chile y Argentina se preparaban para una guerra a causa de una larga disputa por el Canal de Beagle, los peruanos arrestaron a un suboficial de la Fuerza Aérea del Perú quien había vendido a los chilenos los planos de la Base de La Joya (17). El problema estuvo en que la información acerca de la traición provino de los servicios de inteligencia de Cuba y la Argentina, cada uno interesado en el problema por diferentes razones (ideológicas y geopolíticas, respectivamente). Y en diciembre de ese año, la CI peruana recibió nueva información sobre espionaje chileno en el puerto de Talara, no muy lejos de la frontera con Ecuador. Un oficial de la Marina chilena fue capturado y expulsado del país, sucediendo lo mismo con el Embajador de Chile en Lima. Las relaciones entre ambos países se deterioraron, pero al igual que en 1975, nada más pasó. En 1980, Belaunde restauró las relaciones diplomáticas con Santiago al nivel de Embajadores.

En enero de 1981, de casualidad, un helicóptero de la Fuerza Aérea del Perú descubrió que tropas ecuatorianas habían infiltrado la zona selvática de la Cordillera del Cóndor. El plan del Ecuador era “inaugurar” puestos militares en los lugares donde existieron previos puestos peruanos que fueron inexplicablemente abandonados a fines de los setenta. Esto iba a darse el 29 de enero, la fecha de la firma del protocolo de Rio de Janeiro, un instrumento legal que puso fin a las disputas fronterizas entre ambos países y que desde 1942 es garantizado por los EE.UU., Argentina, Brasil y Chile, pero que no es aceptado por los ecuatorianos. Pese a lo afortunado del descubrimiento, esta fue una falla de inteligencia en dos de las tres fases de alerta que consideraba Betts (18).

1. Política: los peruanos no recolectaron ninguna información acerca de las intenciones del Presidente ecuatoriano Jaime Roldós. El orquestó un buen plan de engaño asistiendo al 150 aniversario (17 de diciembre de 1980) de la muerte de Simón Bolívar, en una cumbre de Presidentes andinos. Roldós estuvo muy cordial con Belaunde. Nadie en el campo peruano podía imaginar lo que planeaba. No había deterioro en las relaciones y nada parecía inusual entre los dos países.

2. Estratégica: Ecuador infiltro unos 2,000 efectivos y los peruanos no detectaron este desplazamiento.

3. Táctica: fue en este nivel que los ecuatorianos fueron descubiertos.

Después de unas escaramuzas en ese verano austral, la calma retornó a ambos países.

En ninguno de estos casos tuvo el Perú algo equivalente a la Comisión Agranat en Israel después de la Guerra del Yom Kippur en 1973. No hubo investigación alguna y nadie fue responsable de no encontrar los indicadores de alerta temprana que hubieran prevenido esos desastres.

Otro factor que conspiró contra la comunidad de inteligencia a lo largo del régimen militar fue que los servicios de inteligencia parecían estar más interesados en lo que hacían los otros institutos de las fuerzas armadas, que en las intenciones de enemigos externos.

INDICADORES DE ALERTA TEMPRANA ANTES DE MAYO DE 1980

En 1972, la Academia Diplomática, en uno de sus viajes de estudio por el interior del país, tomó conocimiento en Ayacucho de un grupo radical conocido como “Sendero Luminoso”, que hablaba de iniciar una lucha armada en el Perú. SL también hablaba acerca de sus preparaciones para la guerra. Cuando la delegación retornó a Lima y reportó los descubrimientos, oficiales militares respondieron que “ello (la insurrección) simplemente era imposible en el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas.”

Cuando en 1974 Velasco organizó las celebraciones por el 150 aniversario de la Batalla de Ayacucho (la que en 1824 puso fin a la presencia española en América del Sur), uno de los invitados iba a ser el futuro Presidente chileno Augusto Pinochet. Sendero distribuyó panfletos y posters por toda el área, primero en el campus y después en la ciudad, anunciando que Ayacucho “seria la tumba de Pinochet”. Nadie prestó mucha atención a ese grupo radical, uno más de muchos parecidos. Pinochet no fue al Perú, pero ahora se cree que Sendero estaba considerando seriamente alguna acción armada contra el visitante.

Ambos fueron casos, en palabras de Handel, de “conceptos cerrados, a menudo basados en pensamientos de lo que queremos que suceda, como grandes obstáculos en la evaluación de inteligencia política” (19). El gobierno de Velasco era revolucionario y desde su visión, no podía organizarse ninguna insurgencia porque estaba cambiando las estructuras socioeconómicas del país. Algo similar ocurriría con Alan García.

En los siguientes años, Sendero continuaría preparando su insurgencia, decidiendo en 1979, cuando había una Asamblea Constituyente – el primer paso de los militares para el retorno a la democracia-, que el ILA (Inicio de la Lucha Armada) tendría lugar en mayo de 1980. El tiempo, como veremos, fue perfecto.

Los meses antes del ILA fueron ricos en indicadores de alerta temprana. Uno puede decir que la comunidad de inteligencia actuó muy bien y que quienes fallaron fueron quienes recibían esa inteligencia. El 22 de febrero de 1980, un reporte de la Fuerza Aérea (Nota de Información 339-FI-DIN-SE-FAP), pese a contener algunos errores, incluía un mapa describiendo con precisión cuáles iban a ser los escenarios de guerra principales y secundarios tres años más tarde: por primera vez el valle del Alto Huallaga era mencionado junto con Ayacucho, Huancavelica y Andahuaylas (20).

Algunas semanas más tarde, una Nota de Información del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) número 922-SIN del 4 de abril de 1980, daba la alarma total: un informante que era miembro de Sendero reveló que el grupo planeaba boicotear las elecciones de mayo de 1980. Dijo que el 18 de mayo marcaría el inicio de la lucha armada contra el nuevo gobierno civil; y que “para esa ocasión las fuerzas de combate óptimamente distribuidas en zonas estratégicas, están aguardando órdenes para iniciar la guerra de guerrillas (21).

Cinco días después, el 9 de abril, otra información de una fuente diferente verificaba este reporte y ofrecía conclusivos detalles: una Nota de Inteligencia de la Guardia Republicana, una de las ramas de las fuerzas policiales (No. 382-GRP/DINT), fue enviada al SIN con el título de “Posible inicio de la guerra popular del campo a la ciudad: Ayacucho”. Indicios acerca de que Sendero estaba “alentando el inicio de la llamada guerra popular del campo a la ciudad como única vía de obtener el poder”, se volvieron más precisos: “Posible fecha del inicio de la Guerra Popular podría ser a mediados de este mes, simultáneamente en toda la República, con prioridad en la zona de Ayacucho (Paras, Chusqui, San Miguel). Últimamente están haciendo la coordinación final.” (22)

Discutiendo porque se dio esta falla de inteligencia, Gorriti (23) considera que fue un problema de perspectiva:

Los militares concebían un movimiento guerrillero en términos de la clásica guerrilla castrista: los síntomas que buscaban era la presencia en la zona de extranjeros vestidos en uniformes verde-olivo, de campos de entrenamiento y de depósitos de armas. No concebían otras formas de preparación para una insurgencia guerrillera. Y cuando tuvieron la realidad literalmente ante sus narices, no supieron cómo interpretarla. No fue un caso de ceguera física – toda la información básica estaba ahí, había sido consignada-, sino de ceguera intelectual.

Cuando empezó la insurgencia, fue un gran ejemplo de sorpresa estratégica “porque aquellos con autoridad no la anticiparon” (24). La información ahí estaba, pero como dice Betts, “incluso si el monitoreo de inteligencia puede asegurar la alerta, no puede asegurar la autorización para responder.” En suma, quienes en este caso fallaron no fueron los servicios de inteligencia, sino los consumidores.

LOS CONSUMIDORES: POR QUE FALLARON

El tiempo es esencial para cualquier proyecto o decisión política y eso es lo que gobernó la decisión de Guzmán sobre el ILA. “Silvia”, un miembro de SL que fue entrevistada por Robin Kirk, dijo que “el genio de Guzmán reside en su habilidad para escoger el momento de su proyecto político” (26). ¿Qué significaba esto?

Cuando el General Morales Bermúdez llevó a cabo un golpe contra Velasco el 29 de agosto de 1975, fue porque el proyecto militar estaba exhausto. Desde 1968 hasta esa fecha, la situación económica se había ido deteriorando (27). El nuevo Presidente trató no de cambiar completamente o de abandonar lo que Velasco hizo, sino reformarlo. Esto fue un gran error. Mientras tanto, los principales partidos políticos reclamaban un rápido retorno a la democracia. Los militares estaban renuentes, pero una huelga nacional llevada a cabo el 19 de julio de 1977 les abrió los ojos respecto al rechazo del pueblo a su gobierno. Huelgas y revueltas continuaron, incluso después que se convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente que dio al Perú una nueva Constitución en 1979. Las elecciones presidenciales se programaron para el 18 de mayo de 1980. La disputa era entre el centro-izquierdista Armando Villanueva del Partido Aprista y Fernando Belaunde del Partido Acción Popular, la misma persona que había sido derrocada por los militares, quienes ahora trataban de dejar el poder en la forma menos dañina para su credibilidad. Belaunde ganó abrumadoramente y empezó la transición, asumiendo el gobierno el 28 de julio de 1980.

Como sabemos, la guerra empezó en Chusqui un día antes de las elecciones. Guzmán sabía que especialmente en el caso de Belaunde, iba a haber gran desconfianza entre el gobierno y los militares. Al principio, Belaunde pensó que la inteligencia que estaba recibiendo era una treta de los militares para retener algún grado de poder, pero los militares no prestaron mucha atención a una insurrección que pensaban sería, en el peor de los casos, de las proporciones de la que se dio en 1965. Lo que no podían imaginarse era que el plan de Guzmán para el ILA tomaba en cuenta totalmente los errores en organización, tácticas, seguridad, movilidad, etc., que se cometieron en 1965. Esta era, y el tiempo lo confirmaría, una insurgencia atípica que no se encontraría en los manuales clásicos de contrainsurgencia.

Hoy, todavía persiste un misterio sin resolver: el destino de los archivos del SIN. Los militares dicen que se los dieron todos a la nueva administración civil, pero como los políticos fueron uno de los principales blancos del SIN entre 1968 y 1980, destruyeron los archivos. Los civiles dicen que los archivos estaban vacíos. La discusión continúa porque se suponía que los files contenían información acerca de Sendero Luminoso. La explicación más real es que cada parte tiene algo de razón: en ellos, Belaunde podría encontrar información acerca de la amenaza que los militares dejaron pasar y los civiles podrían además encontrar información que sobre ellos recolectaron durante la dictadura (28).

Es instructivo analizar la actitud de Belaunde respecto a la insurgencia, dentro del marco de Harkabi (29):

1. El selectivo rechazo de inteligencia por los políticos: lo que a menudo buscan no es tanta data sobre la cual basar la política, sino apoyo a preferidas concepciones políticas e ideológicas. Belaunde era un Presidente al que no le gustaba escuchar malas noticias y probablemente le hizo el juego a los militares al tratar de disminuir la amenaza y su verdadera naturaleza. Llamo “delincuentes” a las guerrillas, por lo que decidió que eran un problema policial, no uno militar y menos uno político. Por ende, rechazó reportes de inteligencia que se referían a guerrillas porque no correspondían convenientemente con su opinión (como Johnson dijo acerca de Costos de Persuasión) (30).

2. La importancia de las preconcepciones: cuando los reportes empezaron a mostrar que el problema era grande y diferente, algo contrario a la visión general del Presidente, Belaunde los rechazaba, frustrando a los servicios de inteligencia.

3. Resistencia política al cambio: Belaunde ordenó a los militares entrar a la guerra en diciembre de 1982, esto es, 29 meses después del inicio de su administración. Fue una decisión tardía y sólo motivada por la derrota total de las fuerzas policiales, a lo que los militares sobre reaccionaron entre 1983 y 1984. Durante esos 29 meses, Belaunde continúo calificando a SL como una pandilla de “delincuentes” y considerándolo un problema policial. Belaunde y García fracasarían en verlo en su real dimensión: como un problema político.

4. Los pros y los contras de la intimidad inteligencia/política en los altos niveles: a Belaunde no le gustaban los militares y especialmente el SIN, una organización que dependía directamente de la Presidencia. Su relación con los jefes del SIN nunca fue buena porque eran militares. En muchas ocasiones se rehusaba a recibirlos o los hacia esperar por horas.

La actitud de Belaunde hacia el problema insurgente también tiene una dimensión psicológica, en términos de lo que R. Jervis llama “la interacción fuente-mensaje” o lo que J. Freedman, David O. Sears y J.M. Carlsmith en su “Psicología Social” denominan el efecto “halo” o “cola trinchada”, que ocurre cuando las actitudes de una persona respecto a la fuente de un mensaje afectan sus actitudes en referencia al contenido de un mensaje (31). Las noticias de inteligencia venían del SIN y de otras agencias de inteligencia. Todas ellas estaban encabezadas por militares, de los que desconfiaba, por lo que no prestaba mucha atención al contenido de esos mensajes.

“Silvia” estaba en lo correcto, el ambiente político en el cual operaría Guzmán era el mejor: lleno de desconfianzas entre civiles y militares, ambos careciendo del exacto conocimiento de la real naturaleza de la amenaza. Algunos de esos mismos problemas continuarían durante la administración de García.

Alan García, un político demagogo y centro-izquierdista, asumió el poder el 28 de julio de 1985, en medio de una gran crisis económica y una creciente insurgencia. Pensó que como era parte de un partido “revolucionario”, la insurgencia pararía. Este pensar en lo que uno quisiera que sucediera, fue muy similar al de Velasco. El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru/MRTA le dio un año de tregua, pero SL ni siquiera se molestó en hacerlo. Junto con un lenguaje populista y progresista, García continuó considerando al problema como uno militar, profundizando la militarización de la guerra. Usó al SIN y al sistema de inteligencia, creado por Belaunde en 1984, por motivos políticos y cooptó a la mayoría del comando militar. El Sistema de Defensa Nacional existía para servicio a él y al Partido Aprista (32).

LOS PROBLEMAS ANALITICOS

Indudablemente, el ILA fue una gran sorpresa estratégica. Hubo muchas señales en el sentido de Roberta Wohlstetter: pistas, signos de evidencia indicando un particular peligro o un particular movimiento o intención del enemigo (33), pero además, mucho “ruido” que generaba señales contradictorias o que competían entre ellas (34).

Los tres reportes de inteligencia antes citados, son un claro signo de que los indicadores recolectados fueron extremadamente detallados y precisos. Consideraciones políticas incluyeron la insistencia de que una transferencia de poder a los civiles se diera y un rechazo a la idea de que los militares retuvieran algún grado de poder. Los militares pensaron que “si sucede la insurgencia, no será gran cosa, será como en 1965”, mientras que Belaunde pensó que “es una táctica de los militares para retener influencia en la administración civil, ya que no hay guerrillas en el Perú.” Todo esto contribuyó dramáticamente a la configuración de un escenario de sorpresa estratégica. Los militares y Belaunde encajaban en la concepción de Betts sobre que “el principal problema en las grandes sorpresas estratégicas no es la advertencia de inteligencia, sino la incredulidad política” (35).

Handel dice “que las mayores causas de todos los tipos de sorpresa son conceptos rígidos y cerradas percepciones. Estos contribuyen a los efectos del ruido, lo que hace más difícil el trabajo de inteligencia” (36). En 1980 había conceptos rígidos y cerradas percepciones en los militares y en Belaunde, que contribuyeron a la sorpresa. Handel también distingue entre tres tipos de ruido:

1. El que es causado por el adversario. En este caso, el ruido fue causado primero por la cohesión y falta de pronunciamientos por parte de SL. Segundo, cuando comenzaron a “hablar “en “dazibaos” en las universidades, con panfletos y en los años venideros en su órgano periodístico “El Diario”, el lenguaje que usaron fue agresivo, insultante y completamente contrario al lenguaje formal peruano (37). Los peruanos no comprendieron lo que realmente decían porque no estaba siendo dicho en el contexto formal. Tal como los EE.UU. hicieron con el Japón 1941, los peruanos cometieron el error de considerar que las acciones de SL podían ser medidas por sus propios parámetros de lógica (38). Kam puntualiza que “el explicar un comportamiento enemigo como racional en los términos de uno, es difícil porque comprende el entendimiento de su diferente marco conceptual. Las acciones e intenciones de enemigo pueden parecer extrañas, irracionales e impredecibles en los términos del propio marco conceptual de uno; por tanto, cualquier explicación racional requiere de considerable conocimiento e imaginación, y orientada intención“, precisamente de lo que los peruanos carecían en ese tiempo (39). Su ideología nos pareció ilógica, arcaica, ininteligible, repulsiva, etc. No se reconoció lo que Gazit y Handel dijeron: “Incluso si tal ideología nos parece extraña, ininteligible o incluso repulsiva, existe y por lo tanto, tiene que ser cuidadosamente estudiada” (40).

2. El que es inherente a la naturaleza del problema: en este caso, SL era un nuevo tipo de organización revolucionaria, situada muy lejos de los manuales clásicos de contrainsurgencia.

3. El que es auto-generado: los analistas de la inteligencia peruana y los académicos (“Senderólogos”), trataron desde el principio, sin éxito, de responder una sola pregunta: “¿Que es SL?” Solo a fines de los ochenta, por ejemplo, las fuerzas armadas prepararon un manual de contrainsurgencia para enfrentar a SL, de acuerdo a las características de este. Este manual reemplazó al americano.

Durante la última década hubo más ruido y menos señales, principalmente porque nunca se tomó la decisión de enfrentar el problema políticamente, además de militarmente.

Desde 1982, Sendero ha atacado cada vez con estas características: sorpresa, repentinamente y con extrema violencia. Lo que nadie se dio cuenta es que en casi toda acción militar había un motivo político. Las operaciones se llevaron a cabo en ciertos “aniversarios”: 17 de mayo, ILA; 3 de diciembre cumpleaños de Guzmán; y nuevas fechas como el 18 de junio, Día de la Heroicidad, en memoria de los senderistas que murieron en la masacre de los penales en 1986. Esta última muestra claramente como las fuerzas de seguridad y los líderes políticos peruanos, por ejemplo el Presidente García, no comprendieron las verdaderas motivaciones de Sendero. Granados dice que la masacre fue desea por el SL, pero los militares y los políticos, quienes no habían estudiado seriamente la estrategia y tácticas del enemigo, pensaron que fue un “acto suicida” (41). Para Guzmán, sus hombres eran sacrificables desde el punto de vista estratégico. SL quería “Completar con un Sello de Oro el Gran Salto”, añadiendo otra festividad a su calendario y causando a García serios problemas políticos en momentos que en Lima se reunía la Internacional Socialista encabezada por Willy Brandt.

Otro ilustrativo ejemplo que contribuye a la comprensión de las acciones senderistas es el asesinato de Paul Poblet Lind el 23 de mayo de 1991.

1. ¿Quién fue Paul Poblet Lind? Fue alcalde de Pachacámac, pueblo situado a 15 kilómetros al Sur de Lima. La estrategia senderista de crear vacíos políticos en el campo, apuntaba a la destrucción de los vínculos entre la población y el Estado: esta incluía ataques contra municipalidades y sus líderes, los alcaldes. Han matado a decenas de ellos y han conseguido la renuncia de cientos de ellos mediante la amenaza o la intimidación, pero la diferencia en este caso fue que la municipalidad amenazada quedaba en las afueras de la capital.

2. ¿Qué representaba Pachacámac para Lima? Lima no es un heartland, sino un enorme centro de concentración del poder nacional del Perú. Su fuerza es centrípeta, y no centrifuga, y absorbe los recursos de hinterland. El lugar proporciona casi el 25% del panllevar que consume la población de Lima.

3. ¿Cuáles eran los orígenes de Paul Poblet Lind? Su primer nombre (Paul) es extranjero y los apellidos de su padre (Poblet) y de su madre (Lind) también lo son.

4. ¿Por qué lo mataron” “El Diario”, el órgano de prensa de Sendero, clandestino desde 1988, dijo que fue porque el alcalde mando pintar las tumbas de los hombres que murieron en las masacres de 1986, una acción de falta de respeto a los muertos.

El asesinato (una acción militar) fue significativo de varias formas: continuaba la estrategia de asesinar alcaldes y de crear vacíos políticos; actuaban en un área de importancia económica para Lima y enviaban una advertencia a la clase media. El asesinato también tuvo un aspecto psicológico y fue mensaje a los cuadros de Sendero: “luchen por la revolución; si mueren por la causa, su memoria será siempre respetada” (42). Esto ilustra cómo una acción tiene varias facetas y envía mensajes a varios blancos.

Pero el principal problema que enfrentaron los analistas peruanos desde el principio, fue el cómo analizar las variables intangibles. Usando las palabras de Austin, uno debe considerar la estrategia, el razonamiento y la moral del oponente (43). Fue un largo camino a la total comprensión de este. Cuando la DIRCOTE (Dirección Contra el Terrorismo) fue creada en 1981 dentro de la Policía de Investigaciones, las cosas empezaron a cambiar. Realizó un excelente trabajo pese a la falta de personal y de recursos. Lo que tuvo y tiene en su actual encarnación como DINCOTE (Dirección Nacional Contra el Terrorismo), es paciencia, mística y buenas habilidades analíticas. El 12 de septiembre de 1992 obtuvieron su mayor éxito: la captura de Guzmán. Hasta entonces, la DINCOTE había exitosamente atacado al Comité Metropolitano, uno de los elementos más importantes de Sendero y capturado a muchos de los líderes y cuadros de Sendero. El problema era que los subversivos eran liberados por la justicia civil “por falta de pruebas.” Esta situación terminó en abril de 1992, después del auto-golpe de Presidente Fujimori. Los juicios fueron conducidos en secreto, tanto por jueces civiles como militares. La DINCOTE se convirtió en el “think-tank” al interior del establishment de seguridad y la excelencia de su trabajo es reconocida en el Perú y en el exterior.

Durante el régimen de García, SL no disminuyo sus operaciones. El desastroso manejo de la economía llevo al país a una situación estilo “Alemania 1918”, que redujo y destruyó presupuestos, incluyendo los militares. La desmoralización era generalizada y Sendero pareció estar consiguiendo su auto-proclamado “equilibrio estratégico”: el hinterland era tierra de nadie y la presencia del Estado estaba completamente reducida.

El MRTA, muchos de cuyos miembros (por ejemplo Víctor Polay, el principal líder) eran ex apristas (miembros del Partido de García), extendió su presencia en el departamento amazónico de San Martin, donde operaban los traficantes de drogas. En noviembre de 1987, el MRTA ocupó varios poblados. Pese a la advertencia dada por reportes de inteligencia acerca de la posibilidad de la acción, García no tomó ninguna acción preventiva. Esto produjo una crisis porque los militares y la policía tenían que enfrentar a Sendero, el MRTA y a los traficantes de drogas. Al mismo tiempo, Sendero y el MRTA tenían que competir entre ellos por la ascendencia ideológica y los millones de dólares generados por el narcotráfico. Los considerables recursos financieros de Sendero impulsaron la cantidad y calidad de sus acciones y le ayudaron a mantener su creciente aparato partidario.

La situación era tal, que los países vecinos hicieron planes de contingencia en vista del éxito de Sendero y la posibilidad de que su ideología y actividades se difundieran al hinterland sudamericano. En otras palabras, planeaban una intervención militar contra el Perú si la situación continuaba deteriorándose (44).

Cuando Fujimori asumió el poder el 28 de julio de 1990, decidió que los dos pilares de su gobierno serian la reinserción económica y financiera internacional, y una estrategia contrasubversiva en cada campo, no sólo en el militar. Pero su principal arma seria la inteligencia, para llegar a los líderes de Sendero Luminoso a través de los esfuerzos combinados de DINCOTE y el SIN.

Después de 1989, los militares buscaron mejorar su relación con la población: más acción cívica, protección de poblados frecuentemente atacados por Sendero y la creación de las Organizaciones de Defensa Civil: los Ronderos. Esto no sólo le crearía serios problemas tácticos a SL – el Ejército les dio armas y entrenamiento-, sino que además se convirtió en una gran fuente de inteligencia. Francisco Reyes dice que “los ronderos han arrancado los miles de ojos y oídos a los hombres de Guzmán, y lo que es más, han infiltrado el territorio enemigo con sus propios ojos y oídos. Se mueven como peces en el agua porque no usan uniforme y han aprendido a moverse sin ser vistos, convirtiéndose en parte del ambiente y extendiendo su sistema de espionaje” (45). Sendero sufrió muchos reveses en el campo a manos de estas organizaciones: muchas “zonas rojas” empezaron a retornar a la categoría de “zonas blancas”. El problema para el Estado peruano se localizaría en las ciudades, más específicamente en Lima.

1992: EL AÑO DEL CHACAL Y EL FIN DEL MITO DE GUZMAN

Cuando el líder senderista comprendió que las cosas no iban bien en el campo, cambió su estrategia, esto es, concentró las operaciones de SL en las ciudades, las cuales se convertirían en el teatro principal de la guerra y el campo, su complemento. Fue una interpretación al revés del pensamiento de Mao.

Desde 1991, SL comenzó a preparar una “Ofensiva del Tet” en la capital. Asesinó a mas dirigentes de base, como María Elena Moyano el 15 de febrero de 1992, y llevo a cabo más ataques con coches bomba, aterrorizando a la población limeña, especialmente ese año (46). ¿Por qué 1992? Podemos hablar de una conjunción estratégica ese año, una versión de la “Coincidencia del Titanic” de Robert Machol: crisis concurrentes, una situación de múltiples y poco probables crisis que se agravan las unas a las otras y sobrecargando los sistemas de freno, en donde el deterioro comienza a parecer como fuera de control y la estructura, en este caso socio-política, parece colapsar (47). Más específicamente, 1992 era:

1. El año del V Centenario del Descubrimiento de América.

2. El segundo año de un gobierno que trataba de estabilizar al país después de la desastrosa administración de García.

3. Un año electoral: elecciones municipales en noviembre. Ya vimos la importancia que Sendero le daba a la creación de vacíos políticos.

4. Un año en el cual era posible la radicalización política de sectores de la población, debido a la crisis económica. Sectores de la izquierda podrían plegarse a la lucha armada.

5. El 50 aniversario del Protocolo de Río de Janeiro, rechazado por el Ecuador. Probable tensión en la frontera Norte podría crear un conflicto externo en medio de la agravación de la situación interna.

6. Un año electoral en los EE.UU.: la atención mundial puesta en este proceso.

7. El año de la Unificación Europea: los EE.UU. y el Japón, más preocupados por ello que por la situación peruana.

8. Un año de problemas en China con la posibilidad de la muerte de Dian Xiao Ping (una persona condenada por SL y llamada “revisionista”) y el retorno al poder de los seguidores de la “Banda de los Cuatro”.

Sendero apuntaba a aumentar sus operaciones y a completar su estrategia con el ataque estilo “Ofensiva del Tet” sobre Lima en octubre/noviembre 1992. Su objetivo era dar en el exterior una imagen de caos e ingobernabilidad que llevaría a los países vecinos a intervenir en el Perú. En esta eventualidad, Guzmán lideraría “la resistencia” contra los invasores.

La captura de Guzmán por parte de la DINCOTE evitó todo esto. Encabezada por el General Antonio K. Vidal Herrera, DINCOTE capturó al líder de Sendero sin disparar un solo tiro, después de meses de paciente búsqueda de inteligencia, análisis y vigilancia de muchos sospechosos que eventualmente los conducirían al escondite de Guzmán.

El terror causado por las acciones de SL antes del 12 de septiembre de 1992, reforzó su sentimiento de invulnerabilidad, un error fatal, pero esa no fue la única razón para los desastres que subsecuentemente caerían sobre ellos. Ahora es claro que una estrategia de engaño estaba siendo usada por la comunidad de inteligencia peruana, engaño definido como “la deliberada y subrepticia diseminación de información engañosa a un servicio de inteligencia -o como en este caso, a un grupo revolucionario- por parte de sus adversarios” (48). El canal utilizado fue la prensa. Primero, se corrió un rumor unos dos meses antes de la captura: Abimael Guzmán está en Bolivia; y más tarde la prensa comenzó a escribir y hablar sobre este tema por algunas semanas. Es obvio que Guzmán debe haber reído leyendo los diarios y pensando cuan desorientados estaban los servicios de inteligencia. Pero la verdad es que esta estratagema reforzó su sentimiento de invulnerabilidad y lo llevó a un profundo exceso de confianza.

El engaño no es algo muy usado por los servicios de inteligencia peruanos, pero que si era muy bien conocido por el General Vidal, quien paso años estudiando inteligencia en Gran Bretaña y la ex URSS, dos países que fueron maestros en el engaño estratégico. En al menos otras dos ocasiones fue usada con éxito la estratagema del engaño:

1. Lucero Cumpa, una mujer que era la segunda en el mando del MRTA, fue capturada el 1 de mayo de 1993. Un mes antes, la prensa peruana había discutido acerca de cómo ella había buscado asilo en Alemania. Incluso hubo llamados para su extradición, pero probablemente nunca dejo el país.

2. Edmundo Cox Beuzeville, uno de los líderes del Comité Metropolitano, fue capturado el 21 de agosto de 1993. Como en los dos otros casos, la prensa fue el canal del engaño: hubo noticias en las semanas antes de su captura, que junto con otros líderes senderistas, se encontraba en Paraguay. Nunca dejo el país.

EL FUTURO DE LA SILENCIOSA GUERRA DE INTELIGENCIA EN EL PERU

El uso de buena inteligencia y no una estrategia de represión indiscriminada, llevó a la captura de Guzmán y a la crisis de Sendero. Esa es la forma de enfrentar a un grupo que incluso ahora está tratando de reorganizarse en los niveles estratégico y táctico. Un grupo que no sólo ha disminuido cuantitativa y cualitativamente sus acciones, sino que también ha sufrido una serie de reveses de nivel estratégico después de la captura de su líder: las exitosas elecciones para el Congreso Constituyente el 22 de noviembre de 1992; las exitosas elecciones municipales del 29 de enero de 1993; la realización del Censo Nacional entre julio y septiembre de 1993, en el cual no se tocó a un solo encuestador; y la publicación de las cartas que Guzmán escribió al Presidente Fujimori, reconociendo la efectividad de la estrategia contrasubversiva del Perú y levantando la posibilidad de acuerdos de paz con el gobierno.

En los primeros tres casos, SL no pudo actuar en el hinterland como en otras oportunidades, cuando el miedo alejaba a la gente de los centros de votación (49). La antes exitosa estrategia senderista de crear vacíos políticos, fue revertida después de 1990 con la reorganización del Sistema de Inteligencia Nacional y la estrecha centralización y coordinación de toda la actividad de inteligencia por el SIN. En el cuarto caso, el efecto fue confusión y división entre los miembros de Sendero que estaban ocultos o en prisión. Se informó de choques entre aquellos que querían un acuerdo de paz y aquellos que rechazaban esa idea.

Fujimori quiere que Sendero se rinda antes de las elecciones presidenciales del 9 de abril de 1995. Aunque esto es posible, las facciones de Sendero liberadas por “Feliciano” u otros aspirantes al liderazgo, pueden tratar de consolidar sus propias posiciones y afectar las elecciones a través de la violencia. Sendero, aunque todavía no está muerto, parece estar en un proceso de muerte. La inteligencia peruana no debe bajar la guardia en la silenciosa guerra contra ellos. Los críticos de Fujimori dicen que está equivocado al declarar que “para 1995 Sendero estará completamente derrotado” y que “dejara un país pacificado”. En particular, hay preocupación de que los servicios de inteligencia relajen sus esfuerzos antes que la batalla esté completamente ganada. En referencia a esto, es notable el ejemplo de la Guerra del Yom Kippur en octubre de 1973: “las actitudes políticas de los profesionales de inteligencia, al igual que las de otros grupos, son afectadas por el clima político y social prevaleciente” (50).

Tendremos que esperar a ver qué pasa en el periodo comprendido entre diciembre de 1994 y abril de 1995. Si Sendero Luminoso no es capaz de retornar con una coherente fuerza y estrategia, Fujimori estará en lo correcto: SL ha sido derrotado.

NOTAS

1. General Juan Velasco Alvarado (1968-75). General Francisco Morales Bermúdez (1975-80)

2. El monto de la deuda externa peruana.

3. La administración de Alan García unificó las tres ramas y la Policía Nacional ha existido desde diciembre de 1988.

4. En 1984 hizo su aparición el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), una organización revolucionaria pro-cubana como los Sandinistas, el FMLN y especialmente el M-19 y el MIR. Nunca representó una amenaza estratégica para el Perú como Sendero, sólo una de orden táctico porque abrió otro frente en el frente interno. Ahora enfrenta un proceso de casi completa desintegración. Es por ello que este artículo se enfocará principalmente sobre SL.

5. “Gonzalo” fue el nom de guerre de Guzmán a fines de los sesenta. Inicialmente le gustaba que sus seguidores lo llamaran Puka Inti, Sol Rojo en quechua, el mismo nombre adoptado por un grupo maoísta operando en Ecuador desde mediados de 1993.

6. Desde 1974, Perú tuvo asesores militares soviéticos por los tanques y cañones comprados en la ex URSS, pero estos nunca trataron de hacer proselitismo ideológico, ni siquiera cuando personal peruano fue a Eurasia.

7. Ver de Carlos Iván Degregori, El Surgimiento de Sendero Luminoso: Ayacucho 1969 -1979 (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1990).

8. Michael Don Ward en la introducción a M.D. Ward (ed). The New Geopolitics (Philadelphia: Gordon and Breach, 1992), p.VIII.

9. Ver de Alberto Bolívar Ocampo, “La Geopolítica y los Orígenes de la Subversión en el Perú”, en Defensa Nacional, N° 13 (Oct 1993), pp 57-66.

10. Manuel J. Granados: El PCP Sendero Luminoso y su ideología (Lima, 1992), p. 73

11. Manuel J. Granados: “El PCP Sendero Luminoso: Aproximaciones a su ideología.” En Socialismo y Participación, N° 37 (Marzo 1987), p.21

12. Ibid, pp. 23-24.

13. Ver “El Topo”, en Caretas N° 1153 (1991).

14. Juan Ansion et al, La Escuela en Tiempos de Guerra (Lima, 1992) p.56.

15. Cit. por Stewart Steven, The Spymasters of Israel (Canada: Ballantine, 1984), p. IX

16. Paradójicamente, algunos de los sobrevivientes como Héctor Béjar iban a ser asesores de Velasco. Para mayor información de cómo los peruanos destruyeron este movimiento, ver ¡Subversión¡, por el General Armando Artola (Lima, 1976).

17. Julio Vargas Garayar, quien fue ejecutado por traición el 21 de enero de 1979

18. Richard K. Betts, Surprise Attack: Lessons on Defense Planning (Washington DC: Brookings Institution, 1982), pp. 4-5.

19. Michael Handel: “Avoiding Political and Technological Surprise in the 1980´s, Roy Godson (ed.) Intelligence Requirements for the 1980´s: Analysis and Estimates (Washington, D.C: National Strategy Information Center, Transaction Books, 1980), p. 95.

20. En Gustavo Gorriti, Sendero: Historia de la Guerra Milenaria en el Perú – I, (Lima: Ed. Apoyo S.A., 1990, p. 91.

21. Ibid., p.91

22. Ibid., pp 91-2

23. Ibid., pp 88-9

24. R.K. Betts, Surprise Attack p. 113

25. Ibid., p. 155

26. Robin Kirk, Las Mujeres de Sendero Luminoso (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1992), p. 33.

27. El 5 de febrero de 1975 hubo disturbios en las calles del centro de Lima que siguió a una huelga general de la policía. En una ciudad sin policías y sin militares patrullando las calles, la gente saqueó las tiendas. Cientos murieron y Velasco ordeno toque de queda de 8 p.m. a 6 a.m. Fue la primera gran reacción contra el régimen.

28. Para más información, ver Gustavo Gorriti, Sendero, pp. 77-93.

29. Citado por Hans Heymann, “Intelligence/Policy Relationships” en Alfred C. Maurer et al (eds.), Intelligence: Policy and Process (Boulder, CO: Westview Press, 1985), pp. 59-60.

30. Loch K. Johnson, “Decision Costs in the Intelligence Cycle”, en Alfred C. Maurer et al, Ibid., p. 192

31. James D. Austin, “The Psychological Dimension of Intelligence Activities”, en Ibid., p. 205.

32. Ver de Enrique Obando Arbulu, “Subversion and Anti subversion in Peru, 1980-1992: A view from Lima”, en Low Intensity Conflict and Law Enforcement, Vol. 2 N° 2 (Autumn, 1993), p. 322

33. Roberta Wohlstetter: Pearl Harbor: Warning and Decision (Stanford University Press, 1962), p.2

34. Ibid, p. 3.

35. R.K. Betts, Surprise Attack, p. 18.

36. M. Handel, “Avolding Political”, p. 85.

37. Ver de Juan Biondi Shaw y Eduardo Zapata, El discurso de Sendero Luminoso: Contratexto Educativo (Lima: CONCYTEC, 1989).

38. R. Wohlsetter, Pearl Harbor, p. 231

39. Ephraim Kam: Surprise Attack: The Victim’s Perspective (Harvard University Press, 1988), pp. 64-65.

40. Schlomo Gazit and Michael Handel: “Insurgency, Terrorism and Intelligence” en, Roy Godson (ed.), Intelligence Requirements for the 1980’s: Counterintelligence (Washington, D.C.: National Strategy Information Center), p. 131

41. M.J. Granados (1992), p. 72.

42. Poblet fue muerto a tiros y volado con dinamita enfrente de su joven esposa Carola y 3 de sus 4 menores hijos. En las elecciones municipales del 29 de enero de 1993, Carola Poblet ganó en Pachacámac y a los 29 años de edad, es una de los alcaldes más jóvenes en la historia del país.

43. James D. Austin, “The Psychological Dimensions”, p. 201.

44. Ver de Claudio Leal Parrague: “Perú: Crisis del estado y sus Efectos en la Situación Estratégica Sudamericana”, ponencia presentada en el 2° Congreso de Ciencias Políticas, Iquique-Chile, 24-27 noviembre 1992.

45. Francisco Reyes: “Los Neutrales han muerto”, en Orin Starn (ed.) Hablan los Ronderos (Lima: IEP, 1992), p. 59.

46. Moyano fue una valiente mujer de Villa El Salvador, un pueblo joven a 20 kilómetros al Sur de Lima, que luchó contra la presencia de Sendero en la zona.

47. En R.K. Betts, Surprise Attack, pp. 158-159.

48. Michael Handel: “Strategic Surprise: The Politics of Intelligence and the management of Uncertainty, en A.C. Maurer, Intelligence, p. 245.

49. En las elecciones municipales de 1989, casi el 30% de municipalidades no tuvo candidatos. Muchos fueron muertos u obligados a renunciar. Ver Piedad Pareja Pjflucker y Aldo Gatti Murriel, Evaluación de las Elecciones Municipales de 1989: Impacto de la Violencia Terrorista (Lima: Instituto Nacional de Planificación), Marzo 1990.

50. Avi Shlaim, “Failures in National Intelligence Estimates: The case of the Yom Kippur War”, en Klaus Knorr (ed.), Power, Strategy and Security (Princeton University Press, 1983), p. 191.



(*) Publicado originalmente en Low Intensity Conflict & Law Enforcement (Gran Bretaña), Volume 3, Number 3, Winter 1994. Reproducido en español por la revista Geopolítica N° 56, Buenos Aires, 1995

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