La invasión estadounidense a Afganistán después del 11-S, se justificaba porque ese país constituía no sólo la base física de la organización terrorista, sino que además albergaba a un confiado Osama bin Laden que impartía sus directivas operacionales globales.
Distinto es el caso de Irak, porque acá la inteligencia no tenía la certeza que Saddam Hussein estuviera cerca de fabricar armas de destrucción masiva (ADM). Lo que es más, desde 2004 se sospecha que Ahmed Chalabi, uno de los líderes de la oposición iraquí –pagada por los contribuyentes de EE.UU.-, que informaba constantemente a la CIA acerca de la “existencia” de esas armas, era un agente doble de la inteligencia de Irán. Los cargos son que Chalabi siempre había estado trabajando para Teherán, mientras supuestamente complotaba desde el exterior para derrocar a Hussein y proporcionaba informaciones obtenidas por presuntos científicos opuestos al dictador iraquí, así como por “desertores”, acerca de sus planes para fabricar ADM. Estas “informaciones de bona fide” – pura desinformación- son las que habrían servido de base para los informes de inteligencia elevados a las autoridades en Washington y que en última instancia sirvieron para crear un cuadro de inteligencia ”cocinada”, para justificar la torpe invasión.
La hipótesis que maneja la contrainteligencia estadounidense es que a través del Congreso Nacional Iraquí, que presidía Chalabi, la inteligencia iraní manipuló a los Estados Unidos, reforzando las preconcepciones y prejuicios de los “halcones” en la Casa Blanca y el Pentágono, para decidirlos a embarcarse en una aventura militar a través de la cual se desharían de un vecino siempre hostil para Irán, además de pavimentar el camino para un Irak controlado por los chiítas. Una fuente “confiable”, canalizaba a través de la CIA informaciones que reforzaban el wishful thinking de Bush y compañía. En junio 2004, el diario británico The Guardian citó a una fuente de la inteligencia estadounidense diciendo: “Ahora es muy claro que los iraníes nos desayunaron, almorzaron y cenaron”. Por su parte, Larry Johnson, un ex alto funcionario de contraterrorismo del Departamento de Estado, señaló que “la inteligencia iraní ha estado manipulando a los EE.UU. por muchos años a través de Chalabi.
Cuando toda la verdad se revele, veremos que Irán ha conducido una de las operaciones de inteligencia llevadas a cabo con mayor maestría en toda la historia. Persuadieron a los EE.UU. y a Gran Bretaña para que se deshicieran de su mayor enemigo.” Por su parte, Patrick Lang, ex jefe de la carpeta de Oriente Medio de la Defense Intelligence Agency-DIA, sostuvo en esa ocasión que “si todo resulta ser verdad, ciertamente fue una operación genial. Los iraníes crearon una oposición anti-Saddam Hussein para deshacerse de éste y nos hicieron que pagáramos por ello.” No en vano, David Martin describió en su libro Una selva de espejos (1980), al mundo del espionaje como una realidad en continua distorsión, en la que nada es lo que parece ser.
(*) Alberto Bolívar. Diario La Primera, 08/Abr/06
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