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    Somos un grupo de investigación en temas de Seguridad y Defensa Nacional.

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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Obsolescencia (*)




El principal problema de nuestro parque militar no es tanto el abandono en el que se encuentra o el insuficiente monto presupuestal asignado para repotenciación y modernización del mismo (traducido en el llamado Núcleo Básico Eficaz o en el irrisorio Fondo de Defensa Nacional), sino más bien la manifiesta obsolescencia de muchos de nuestros sistemas de armas y equipos, la mayoría de los cuales fueron adquiridos a inicios de la década de los setenta en la Unión Soviética.

Ahí empezaron los verdaderos problemas, ya que dicha compra no fue producto de la “brillantez estratégica” de Velasco – que es el cuento que venden sus áulicos -, sino de la suerte. Todo ese armamento, empezando por los tanques T-55, fue en verdad la consecuencia de un viaje que Augusto Pinochet realizó a Moscú en Enero de 1973. Terminó en nuestras manos porque cuando los cargueros se acercaban a la costa sudamericana se produjo el golpe de Estado del 11 de Septiembre, decidiendo los jerarcas soviéticos – aconsejados por el general Vladimir Leonov, encargado del Area Latinoamericana de la KGB – que se transfirieran de inmediato al Perú. En otras palabras: no hubo un planeamiento administrativo y presupuestal producto de concienzudos estudios sobre nuestras necesidades de material bélico, sino de un hecho fortuito en Chile que permitió acrecentar el poderío militar peruano. Tampoco se hicieron previsiones, primero en el Ejército y después en la FAP, para concretar acuerdos de transferencia de tecnología como máximo y como mínimo la instalación de talleres de reparaciones en nuestro país.

La crisis económica de los ochenta, la imprevisión, la falta de visión estratégica y la corrupción en el ámbito del sector Defensa, hicieron que mucho ese material – más el adquirido en 1996 – terminara funcionalmente como irrecuperable, como muy caro para recuperar o como obsoleto. Vemos ahora que se han “repotenciado” algunas decenas de T-55, es decir, en 2007 usamos tanques de 1959. Si van a ser desplegados lejos de una frontera, podríamos hablar de un rol defensivo (y casi estático), pero si se piensa llevarlos, digamos a la frontera sur, para nadie es un secreto que en un hipotético conflicto serían fácilmente despedazados por los Leopard-II. Pongo este caso para demostrar que en tierra, el punto no es repotenciación, sino obsolescencia. Ello no sucede en el aire (en donde sí se puede y urge repotenciar todos los Mirage-2000, la mayoría de los Mig-29, todos los Sukhoi-25 y nuestra defensa aérea; los Sukhoi-22 los y A-37 sí son obsoletos) y en el mar (todos nuestros submarinos).

No hemos sabido comprar y no hemos sabido prever. Los institutos armados – a diferencia de sus pares chilenos, por ejemplo a partir de 1990 – no hicieron planes de desarrollo institucional y de adquisiciones (imagen-objetivo) a largo plazo, y menos considerando la interoperatividad, sino hasta hace muy poco. La consecuencia, el problema y la desgracia es que actualmente nuestras FFAA sólo existen en términos contables, y en un entorno estratégico regional muy inestable, como país carecemos de capacidades de disuasión reales y creíbles.


(*) Alberto Bolívar. Diario Expreso. 20/Dic/07

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