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    Somos un grupo de investigación en temas de Seguridad y Defensa Nacional.

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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Inteligencia y Contraterrorismo (*)




En 1984, pocas horas después que el IRA fracasara en asesinar a Margaret Thatcher en Brighton, ésta recibió un mensaje: “Hoy tuvo suerte, pero recuerde que ustedes siempre necesitan tenerla; nosotros sólo una vez”. Esto implica que casi siempre un grupo terrorista puede gozar de la libertad de acción y la iniciativa para actuar. El casi siempre dependerá si el Estado amenazado posee un adecuado sistema de inteligencia – instrumento totalmente legal y legítimo - que le permita anticiparse o por lo menos dificultar las acciones de esa clase de enemigo. Ese adecuado sistema de inteligencia tiene que ser la primera línea de defensa de la sociedad. Si este no fuera el caso, habrá problemas y la muerte y destrucción estarán garantizadas.

Dice un experto que “la lucha contraterrorista es un poliedro de muchas caras en la que enfrentamos a un enemigo cuya única fuerza real es que permanezca invisible, y en la que lo esencial, nuestra única fuerza realmente eficaz, es la información. La cantidad de información sobre ellos que tengamos en cada momento, es la medida exacta de nuestra capacidad para impedirles asesinar y destruir”; ergo, serán decisivas las capacidades de inteligencia humana – y también técnica – que se posean para vigilarlos, penetrarlos y consiguientemente conocer a sus líderes, su verdadera estructura, sus contactos y en especial sus planes operativos actuales y futuros. Igualmente decisivas serán las habilidades analíticas que permitan hacer empatía con el enemigo y así poder anticiparlo.

Primordial es que las operaciones de inteligencia estén enmarcadas en el irrestricto respeto de la Constitución y las leyes, así como de los DDHH; no sólo porque no hacerlo es un delito y deslegitima el accionar del Estado, sino además por razones prácticas: en una guerra de inteligencia contra un enemigo clandestino, no hay mejor información que aquella que proviene de los miembros de la organización. 1. Si son capturados y hay coerción y tortura, no existe garantía alguna que la información sea verdadera. 2. Si hay asesinatos, nadie querrá rendirse. 3. Los muertos no hablan y lo que un servicio secreto necesita es información. 4. Se favorecerá la prédica de los radicales contra la sociedad y el Estado, así como sus capacidades para reclutar nuevos miembros. En Malaya, los británicos demostraron brillante y pacientemente que contra una organización terrorista sí era posible usar de forma agresiva las técnicas de inteligencia y contrainteligencia, siempre con apego a ley.


(*) Alberto Bolívar. Publicado en La Primera 09/Ene/06.

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