Ya no caben dudas: ha regresado porque el sistema – influenciado por la prédica de lo políticamente correcto en lo legal e incluso lo militar – se lo permitió. En nombre de los “estándares internacionales” se derogaron leyes y desmontaron sistemas que bien pudieron haberse modificado en democracia; no se pensó y menos interesó que se afectaba a futuro la seguridad de los peruanos. Nequaquam vacuum (no existe el vacío), decían los antiguos iniciados. Lo único que ha hecho Sendero es comenzar a llenar los vacíos que el mismo sistema creó.
El problema que veo es que no se habla de enfrentarlos integralmente, sino más bien localizadamente. Una estrategia integral implicaría:
- Aunque parezca redundante, que exista la voluntad política de diseñarla, materializarla y ejecutarla a nivel nacional.
- La dación de un nuevo marco legal antiterrorista. En un mundo post 11-S, muchos países ya han modificado los suyos o están en pleno proceso. No se puede combatir al terror sin las leyes adecuadas. ¿Por qué no se hizo después del atentado de El Polo en marzo 2002?
- . Buena inteligencia. En aquella ocasión el presidente Toledo “ordenó” como primera medida la “acelerada reconstrucción del sistema de inteligencia nacional”. ¿En qué quedó? Pregunto, porque lo único que hemos presenciado han sido nombramientos y despidos de jefes de inteligencia, casi siempre en medio de escándalos. El país requiere no sólo de servicios de inteligencia buenos – los hay -, sino de un muy buen sistema de inteligencia. Debe rescatarse algo que funcionó en la década pasada, pero es obvio que no para los fines que debía: la estrecha centralización de todo el trabajo de inteligencia.
- Priorizar el libramiento de fondos para el empleo quirúrgico de nuestras fuerzas especiales y el repotenciamiento de las bases contrasubversivas.
- Guerra política para aislar a los terroristas de la población: no que aquellos son el pez y ésta el agua, y que por ende hay que “quitarles el agua”. No, hay que “envenenársela”, como en 1997 me dijo el especialista estadounidense Michael Radu. ¿Cómo? A través de la guerra política y de la legitimación del Estado a través del irrestricto respeto a los DDHH y el uso de acciones cívicas para ganarse a la población. Esta, decía Ho Chi Minh, es la “antena popular” que todo lo ve, todo lo oye y todo lo sabe. Si se gana su apoyo, la buena inteligencia operativa está garantizada.
- Lo advertido la semana pasada: actualización del software, la doctrina que van a usar las fuerzas del orden.
- En las zonas cocaleras, separar a los productores de los terroristas. Esta fue la clave del éxito del general Arciniega en 1989.
- Evitar el síndrome de la mancha de mercurio: que por dar un gran golpe localizado, facilitemos su rápida dispersión y expansión.
- Presencia permanente de un Estado motivado, probo y eficiente.
(*) Alberto Bolívar. Publicado en La Primera, 26/Dic/05.
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