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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Fuentes y métodos de Inteligencia (*)





El problema de la desclasificación de documentos estriba en que si no se hace bien, por negligencia pueden revelarse fuentes y métodos de recolección de esa información que con el análisis será refinada y convertida en inteligencia a ser usada en la toma de decisiones o para advertir sobre riesgos, amenazas u oportunidades para la seguridad y el desarrollo nacionales. Un buen analista de una parte afectada –servicio secreto u organización terrorista- puede leer entrelíneas un documento desclasificado, “ver más allá de lo que parece evidente” y extraer conclusiones que le permitan corregir errores e incluso, si todavía están activos, identificar nuestros espías. Es por ello que sostengo que una ley especial debe tratar de forma también especial todo lo referente a la clasificación y desclasificación de documentos referidos a la seguridad nacional e inteligencia.

Los servicios secretos siempre buscarán identificar (o proteger) las fuentes de información, ya sean humanas – entiéndase, espías- o tecnológicas, y los métodos – el modus operandi- vía contrainteligencia (CI).

A veces se conocen por irresponsables filtraciones a la prensa. Gracias a un artículo publicado en The Washington Times, Bin Laden se enteró en 1998 que la NSA le tenía interceptado (método) el teléfono satelital. No volvió a usarlo. En 2001, acá se hizo público que después del Cenepa y con la ayuda de militares venezolanos proporcionando pasaportes de su país (método), pudimos infiltrar una pequeña pero eficiente red de espionaje (fuentes) en el Ecuador. La noticia fue un regalo para la CI ecuatoriana: lo único que hizo fue chequear por dónde y quiénes ingresaron con pasaportes venezolanos después de la guerra, quiénes se quedaron, dónde vivían y con quiénes se relacionaban. En menos de 48 horas tuvimos que exfiltrar a nuestros agentes. Moraleja: el espionaje entre países no es un asunto de gobiernos, sino de Estado. Hubieran sido esenciales para entender hoy los entretelones del reacercamiento estratégico Quito-Santiago.

La inteligencia soviética reclutó en 1979 a Robert Hanssen, un experto en contraespionaje (la parte activa de la CI) del FBI, y en 1985 a Aldrich Ames, funcionario similar de la CIA. Entre ambos (fuentes) revelaron los nombres de los 22 soviéticos (fuentes) que proporcionaban información valiosísima a estadounidenses y británicos. 10 fueron ejecutados y especialmente la CIA se quedó sin fuentes humanas en la URSS. Hanssen reveló, por ejemplo, un proyecto (método) conjunto del FBI y la CIA: la construcción de un túnel para escuchas electrónicas debajo del complejo diplomático soviético en Washington, que costó cientos de millones de dólares. Cuando la URSS desapareció en 1991 y se convirtió en la Federación Rusa, la KGB se dividió en el FSB (CI) y el SVR

(frente externo). El SVR siguió trabajando con Ames y Hanssen, hasta que fueron aprehendidos en 1994 y 2001, respectivamente. Demostró que mantener y proteger fuentes tan valiosas no era un asunto de gobiernos, sino de Estado.


(*) Alberto Bolívar. Publicado en La Primera, 20/Mar/06


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