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Es la que hace poco lanzó su inefable presidente regional Hernán Fuentes. Más preocupante que la amenaza misma – que no es nueva porque es una intención de la que diversos medios de comunicación vienen advirtiendo desde hace mucho tiempo -, ha sido la reacción de algunos políticos y “analistas”, quienes no sólo se han referido a Fuentes como poco menos que un loquito folclórico, sino que por esa calificación han pedido no hacerle caso. Peligroso y craso error.

Lo que ha hecho es, por un lado, lanzar un globo de ensayo a sus pares regionales con la intención de sondear quiénes podrían acompañarlo en este proyecto; y por otro lado, emitir una suerte de mensaje/directiva a la masa radical y a las organizaciones extremistas que pululan en el Altiplano y que el dinero venezolano, las capacidades conspirativas y organizativas cubanas tratan de cohesionar, y que para agravar las cosas, reciben entrenamiento paramilitar en Bolivia. Cuando estas hayan conseguido la cohesión, empezarán problemas muy graves para el país y para el sistema (democrático, se entiende.)

Desgraciadamente aún no vemos una respuesta política (primero) y penal (segundo) de parte del sistema. Mi impresión es que en las altas esferas gubernamentales no se esperaron a que ese proyecto – del que había indicadores de alerta temprana por doquier en nuestro disminuido sistema de inteligencia – fuera a comenzar a tomar forma tan rápido y tan temprano. ¿Qué puede haber gatillado la aceleración del proceso?

Uno, la derrota política chavista durante la última crisis entre Ecuador y Colombia (que parece se reaviva porque uno de los abatidos era ciudadano ecuatoriano, algo que al igual que en el caso de los mexicanos muertos, era un accidente demográfico y registral, ya que por propia voluntad esos sujetos decidieron abjurar de su nacionalidad y convertirse en terroristas internacionales.) Ergo, La Habana y Caracas ordenan acelerar el paso para atarnos de manos (¿porque en Colombia va a suceder algo grande?) Dos, los tremendos reveses estratégicos y tácticos que vienen sufriendo las FARC. Incluso ya se especula de una probable implosión de las mismas en el mediano plazo (Recomiedo el artículo de Juan Forero en The Washington Post del domingo 23.) Tres, la aparición de cada vez más evidencias incriminadoras del grado y alcances de la intromisión extranjera en nuestro país a través de la Coordinadora Continental Bolivariana, las Casas del ALBA, un revitalizado MRTA y el trabajo encubierto de efectivos de las FARC con fines de recolección de inteligencia, captación de cuadros y preparación de acciones.

Sobre este último punto, el intento de “bajar” la importancia de las capturas de los terroristas colombianos en Iquitos, ojalá no sea lo que Sir Michael Quinlan describe como “evitar poner esfuerzo en una inteligencia que nos dice cosas que verdaderamente no queremos conocer o para las cuales no estamos preparados para actuar.” (En Agents for Change: Intelligence Services in the 21st Century, editado por Harold Shukman, 2001, p.70).

(*) Alberto Bolívar. Publicado en Diario Expreso 27/Mar/08