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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Inteligencia, Geopolítica y Nuevas Amenazas a la Seguridad (*)




(*) Alberto Bolívar. Geopolítica N° 62 (Buenos Aires, 1997)

Si hay algo en lo que todos los observadores y analistas internacionales están de acuerdo es en que el mundo de la post-Guerra Fría es mucho más peligroso e impredecible. Angelo Codevilla, analizando la revolución democrática de 1989 en Europa Oriental, cree que la misma “pareció alentar a pueblos de todos lados a realizar grandes cambios. Todos los sueños se volvieron posibles. Lo mismo ocurrió con las pesadillas”. (1) La desaparición de la Unión Soviética trajo consigo un “efecto de descompresión” (2) que dejó al descubierto problemas y tensiones regionales que estaban como controladas dentro del marco geopolítico y geoestratégico de la confrontación entre las superpotencias. Fuerzas centrífugas y centrípetas comenzaron a aflorar especialmente en Eurasia, llevando a la modificación de los mapas políticos.

El actual sistema internacional carece de contrapesos globales al poder nacional de los EE.UU. Rusia, al igual que lo era la ex-URSS, tan sólo es un competidor en términos militares al nivel de las armas estratégicas. El vacío de poder dejado por el imperio soviético está llevando a intentos por llenarlo, así como también a intentos por completar la independencia de la periferia respecto al centro – tal fue el caso de la guerra de Chechenia -, proceso que fue uno de los aceleradores de la desintegración del mismo.

Están surgiendo nuevos actores que no necesariamente son Estados y que representan nuevas amenazas para la paz y la estabilidad internacionales, como son las grandes mafias y las organizaciones terroristas de proyección global. La Guerra del Golfo Pérsico de 1991 fue el primer indicador de un nuevo sistema internacional post-Guerra Fría no caracterizado precisamente por su estabilidad; los sucesos de los Balcanes también lo son, y lo mismo podemos afirmar de lo que pasa en China Popular, potencia que está buscando un rol dentro del conjunto estratégico de Asia-Pacífico, que aun no es muy claro y que causa recelos en países de la región.

En los dos primeros casos, los conflictos no pudieron ser previstos porque la forma en que se los seguía tenía todas las características y todos los sesgos del análisis de inteligencia conducido durante la Guerra Fría. En los Balcanes, así como en la ex –URSS, las reivindicaciones de carácter étnico y nacional han sido las causas de las situaciones de conflicto.

Ese sesgado análisis de lo que ocurría fue llevado a cabo por servicios de inteligencia, mayoritariamente occidentales, que no supieron adaptar sus estructuras de recolección de información, pero sobre todo del análisis de dicha información, a las nuevas circunstancias. Es a partir de este punto que se requería una nueva concepción de inteligencia, la cual no es más que el proceso de obtención, análisis, diseminación y protección de información obtenida a través de canales tanto abiertos como clandestinos, con la finalidad de sustentar la toma de decisiones en todos los campos. Su carácter es eminentemente preventivo y predictivo porque su esencia es la de buscar prevenir amenazas a la seguridad nacional de los Estados y a la seguridad internacional en general. La inteligencia permite, en teoría, explicar situaciones y comportamientos nacionales e internacionales; permite determinar tendencias, ergo, anticipar. Los tiempos actuales requieren de una redefinición de su concepto y alcances, teniendo en cuenta el nuevo tipo de amenazas que enfrentan – claro está, sin descartar la posibilidad de que el país enfrente amenazas convencionales o clásicas, las cuales se siguen y se seguirán dando en todas las latitudes, como lo prueba la agresión ecuatoriana al Perú durante el verano austral de 1995 -, las cuales, a su vez, hacen repensar el concepto de seguridad nacional; concepto que ahora se considera encierra mucho más que la sola amenaza militar.

La geopolítica – la conducción de la política tomando en cuenta loas condicionantes geográficos, a decir del brasileño Everardo Backheuser – es tal vez uno de los instrumentos más útiles con los que pueden contar los servicios de inteligencia para realizar su trabajo. Todo conflicto tiene una base geográfica o neoeconómica – importancia estratégica de un determinado espacio, recursos naturales, acceso a los mismos -; y ese interés se manifiesta tanto por Estados como por grupos nacionales o étnicos. La geografía política, la cual se caracteriza por su carácter eminentemente estático, ya no les más: los incesantes cambios geopolíticos que se producen en ciertas regiones del globo están llevando a la continua modificación de las fronteras internacionales, tal como las conocíamos. Las Naciones Unidas tienen cada vez más miembros porque nuevos Estados están surgiendo a partir de la desaparición o modificación – violenta o pacífica – de los antiguos. Estos cambios necesitan ser anticipados para que el sistema internacional pueda tomar las medidas necesarias que impidan una proyección agravada de los mismos, si fuera el caso, o en su defecto, controlar el potencial de conflicto que puedan tener.

Toda comunidad de inteligencia trata de responder a los requerimientos de información que los líderes nacionales necesitan para defender o proyectar los intereses de sus países. Sin embargo, las nuevas amenazas que están surgiendo vienen adquiriendo la característica de globales, es decir, pueden afectar a todos los países o a muchos de ellos; por lo que entre los Estados puede ser necesaria una política de cooperación y compatibilización de objetivos y acciones de objetivos y acciones en el campo de la inteligencia: lo mismo entre los Estados y los organismos internacionales.

Si analizamos cuáles son las nuevas amenazas a la seguridad nacional, constataremos lo anterior.

De origen étnico. Sentimientos y aspiraciones de etnias diversas que en la mayoría de los casos vivían dentro de fronteras nacionales artificialmente creadas como consecuencia de las grandes guerras. Una vez desaparecido el factor unificador humano – por ejemplo, Tito en Yugoslavia – o ideológico – el marxismo en la URSS y Camboya -, o la viabilidad nacional – Somalia, Ruanda, Liberia -, tensiones contenidas afloraron violentamente. Desde que sus efectos rebasaron as fronteras nacionales o adquirieron un factor desestabilizador de graves implicancias internacionales, dejaron de ser puros problemas nacionales, sendo mas grave aún su ejemplo para otras latitudes.

Las nuevas condiciones de esos conflictos trajeron consigo nuevos problemas para las grandes potencias y los organismos internacionales mundiales o regionales porque los interlocutores con los que debían tratar no eran ya Estados propiamente dichos, sino más bien grupos étnicos determinados a cumplir con sus objetivos – las más de las veces territoriales – a como diera lugar. Hoy, más que nunca, los servicios de inteligencia necesitan del auxilio de las ciencias sociales (3) para comprender los orígenes y los alcances de los conflictos étnicos; conflictos que en el caso sudamericano parecen poco probables, al menos por el momento, pese a los intentos de ciertos sectores izquierdistas por tratar de poner el tema en lugares prioritarios de la agenda académica, como primer paso ara introducirlos posteriormente en el primer lugar de la agenda política. La inteligencia debe estar en condiciones de poder determinar qué puntos del globo pueden estallar étnicamente o al nivel nacional, si es que existe un potencial de conflicto étnico. Este tipo de análisis puede permitir la toma de decisiones que lleve a la prevención o desescalamiento de esa clase de situaciones.

De origen religioso. Lo que Haushofer denominó “Pan- Ideas Vitalizadoras”, como por ejemplo el Pan-germanismo, Pan-eslavismo y Pan-islamismo (4), pueden llevarnos a comprender mejor cómo seculares fuerzas espirituales como el Islam pueden traducirse política y violentamente en regiones como el Oriente Medio. Cuando lo religioso se junta con lo étnico – bosnios musulmanes contra serbios bosnios cristianos ortodoxos, por ejemplo-, los alcances y dimensiones del conflicto pueden escapar a cualquier tipo de control o solución a los que se pretendía llegar. El choque de culturas, la llamada “Clash of Civilizations” de la que habla Samuel Huntington (5) tiene sus cimientos en lo religioso; elemento que en el caso de los musulmanes, gobierna todos los aspectos de sus vidas. Si la inteligencia estadounidense hubiese analizado cómo en el Irán de hace dos décadas los Imanes y Ayatollas iban poniendo las bases de una revolución fundamentalista, habrían aconsejado mejor a su gobierno para modificar su política de irrestricto apoyo al Sha, de absoluta confianza en la estabilidad del régimen y de no contacto con una oposición político-religiosa que progresivamente lo minaba. Es por ello que la caída del Sha constituye un clásico caso de sorpresa estratégica. (6)

De origen ideológico. Si bien el marxismo-leninismo aparentemente ha muerto, variaciones del mismo han continuado surgiendo, tal es el caso del marxismo-leninismo-maoísmo-Pensamiento Gonzalo del grupo Sendero Luminoso en el Perú, el neo-castrismo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México y el aparente neo-maoísmo del EPR, también en ese país. Del mismo modo hay que recordar que el ingrediente ideológico bien puede unirse a lo étnico o lo religioso, tal fue el caso de la OLP en las tres últimas décadas hasta los acuerdos de paz con Israel en septiembre de 1993. Las ideologías – antiguas o nuevas, especialmente las que predican la violencia – deben ser estudiadas. Es lo que sostienen Gazit y Handel: “Incluso si una ideología parece ser extraña, ininteligible e incluso repulsiva, existe y por lo tanto, tiene que ser cuidadosamente estudiada.” (7) El no hacerlo también puede llevar a sorpresas estratégicas como el llamado inicio de la Lucha Armada en el Perú por parte de Sendero Luminoso en mayo de 1980 y los posteriores problemas para combatirlo. (8) Hay que considerar el hecho que las nuevas organizaciones subversivas van a tomar en cuenta los errores, así como los aciertos cometidos por grupos de otras partes del mundo. Las similitudes se han dado – Sendero Luminoso con el Khmer Rouge camboyano o los Tigres Tamiles de Sri Lanka – y seguirán dándose. Nuevas agrupaciones pueden ser variaciones de las ya existentes o ya fenecidas. Eso hay que comprenderlo para poder anticiparlo o en su defecto, poder combatirlo adecuadamente.

Terrorismo. Aunque casi siempre tuvo un origen político-ideológico así como religioso, en la actualidad a veces no es muy claro cuál es su sustento. Lo cierto es que grupos terroristas como los de Oriente Medio continúan manteniendo centralizada su dirección, pero descentralizada su estructura operativa – es el ejemplo senderista -, lo que les permite desplazarse a otras latitudes para organizarse y actuar, tales fueron los casos de los atentados contra la embajada israelí en Buenos Aires (1992), contra el Wold Trade Center (1993) y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (1994). Esa descentralización necesariamente dispersa geográficamente la atención de los servicios de inteligencia, occidentales en este caso, y los pone ante nuevos retos. La llamada HUMINT – human intelligence o espionaje humano – es más importante que nunca para el seguimiento e infiltración de esas agrupaciones. Los caros y sofisticados medios técnicos para la obtención de inteligencia sirven para esta clase de guerra, pero la información fidedigna, la que proviene del interior de la organización, sólo la pueden proporcionar los agentes.

El terrorismo internacional está buscando nuevos medios para realizar sus acciones, por lo que estamos ante la amenaza del uso de las llamadas armas estratégicas o de destrucción masiva como son las nucleares, químicas y bacteriológicas (9); y también ante la amenaza de la llamada “info-war” o guerra de la información, capacidad que están creando muchos países con la finalidad de penetrar en los sistemas informáticos civiles y militares de otros países para crear el caos cibernético. Esa misma capacidad puede ser adquirida por los terroristas para, por ejemplo, interrumpir los canales de comunicación de los niveles de toma de decisiones civiles y militares o crear caos financiero atacando las bases de datos de las instituciones bancarias.(10)

Si los terroristas obtuvieran armas de destrucción masiva, lo que a fines de los setenta anticiparon Dominique Lapierre y Larry Collins en su novela El Quinto Jinete (11), puede convertirse en una realidad de pesadilla. Esta amenaza no conoce fronteras, es global y por lo tanto, necesita una respuesta global. Ya no es problema de un país o grupo de países: todos somos potenciales blancos.

Proliferación de Armas de Destrucción Masiva. Las constituyen, tal como indicamos en el punto anterior, las nucleares, químicas y bacteriológicas. La desintegración de la RSS trajo consigo el problema de un rebajamiento del control central de ese tipo de armas y de los materiales con las que se las produce. (12) Ya son varios los casos en los que se han descubierto intentos de contrabandear materias primas y componente. (13) Los interesados van desde países como Libia, Irak e Irán; organizaciones terroristas como Hizbollah o la mafia rusa. La posesión de estas armas les daría mayor influencia regional en lo que a países se refiere y respecto a los grupos terroristas, capacidad de chantaje internacional aumentada exponencialmente.

Pese a la extensión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) alcanzada en 1995, fuentes de inteligencia occidentales consideran que para el año 2000 se espera que por lo menos 15 países pueden haber asado a formar parte del llamado “Club Nuclear”. (14) La disuasión nuclear funcionó en los últimos cincuenta años porque los inmensos arsenales nucleares de las superpotencias hacían impensable su uso por la llamada “Destrucción Mutua Asegurada”. No obstante, se considera que ese grado de “responsabilidad” es poco probable que lleguen a tenerlo, por ejemplo, la Libia de Kadaffi o el Irán de los Ayatollahs.

También es un preciado objetivo la tecnología de los sistemas de lanzamiento (“delivery systems”) como los misiles que escapan a los alcances del Régimen de Control de Tecnología de Misiles (RCTM) de 1987 (300 kilómetros de alcance y capacidad de carga explosiva convencional no mayor de 500 kilos). También para el 2000 se espera que más de 50 países obtengan la capacidad misilística que les permita alcanzar las principales ciudades de sus vecinos. El que porten ojivas no convencionales es un elemento adicional que agrava el problema. Se tendrán que reforzar los regímenes de no proliferación, dotándolos de insumos de inteligencia que permitan realizar acciones preventivas y preemptivas, hablando en términos de André Beaufe. (15)

Crimen Organizado Internacional. La globalización de los asuntos internacionales también ha alcanzado a las organizaciones delictivas, las cuales se han visto favorecidas por los diversos procesos de integración económica que se vienen realizando: la permeabilización de las fronteras nacionales para permitir un flujo más dinámico de personas y bienes ha sido aprovechada por las distintas mafias como la italiana, la rusa y las provenientes del Asia y Latinoamérica para realizar sus ilegales actividades.

En ocasiones, como es el caso del narcotráfico, los cárteles de la droga e confunden con organizaciones subversivas y terroristas para brindarse protección y apoyo mutuos, tales son los casos de Sendero Luminoso y el MRTA peruanos, y las FARC y el ELN colombianos. Por ello, en la última década los servicios de inteligencia se han viso en la necesidad de apoyar a las organizaciones de aplicación de la ley de sus respectivos países y lo mismo ha sucedido con las fuerzas armadas. Tanto su infraestructura de recolección de información, así como sus capacidades analíticas, son imprescindibles para esta clase de apoyo.

Al igual que con el terrorismo, sus esfuerzos se dispersan geográficamente. Del mismo modo, cada vez es mas clara entre los gobiernos la conciencia de la necesidad de establecer los mecanismos que permitan coordinar acciones bilaterales o multilaterales, y a continuamente compartir informaciones. Con el tiempo puede convertirse en más difusa la línea que separa a los servicios de inteligencia de las agencias que aplican la ley o de law enforcement. (16)

Los medios económicos de que disponen las organizaciones delictivas, les ha permitido corromper estamentos civiles y de seguridad en los países donde operan, por lo que las agencias de contrainteligencia (CI) deben también colaborar con las encargadas de aplicar la ley para detectar estos hechos. (17)

Narcotráfico. Se está convirtiendo en el principal problema de seguridad nacional para países como los EE.UU. y Colombia. Washington dedica cada vez más recursos de sus aparatos de inteligencia tradicional para apoyar el trabajo de agencias como la DEA o el FBI, así como a las similares de otros países con los que tienen convenios de cooperación antinarcóticos. Inteligencia obtenida a través de medios tan sofisticados como los satélites ha sido utilizada para el desbaratamiento de los cárteles de Medellín y Cali. Tanto la HUMINT como la CI han sido utilizadas para la identificación de personajes pagados por el narcotráfico. En el Congreso estadounidense existe la tendencia de otorgar más fondos a su comunidad de inteligencia para que pueda apoyar más a las agencias de law enforcement.

Cuando los narcotraficantes se unen a las organizaciones subversivas, los países en donde ello sucede se enfrentan a un enemigo que es producto de la conjunción de dos fuerzas muy poderosas que pueden desestabilizar e incluso anular su viabilidad como estados-naciones.

Epidemias. El virus Ebola que afectó a Zaire a mediados de 1995 es tan sólo uno de los virus poco conocidos, que se teme puedan afectar zonas de ciertos países, países enteros o tal vez también el mundo entero en un futuro próximo. Esta amenaza de tipo global tiene que ser contrarrestada a través de la recolección de inteligencia científica al nivel mundial. Es importantísimo el hecho de compartir información sobre enfermedades que pueden ser epidémicas. Una epidemia afectando un país o un conjunto de países, puede causar más daño a la seguridad nacional que la guerra más devastadora. (18)

Ecológicas. La seguridad nacional también es vista actualmente desde una óptica ecológica por cuanto la depredación de recursos naturales, la explosión demográfica y los cambios ambientales pueden depreciar estratégicamente a los países, en especial a los tercermundistas. Si se quiere prevenir crisis de tipo ecológico que pueden desestabilizar internamente a un país y posiblemente originar conflictos internacionales (por ejemplo, escasez de agua y alimentos en un país puede llevar a su gobierno buscar recursos en otro país, con lo que un problema de origen interno adquiere un carácter de internacional), los servicios de inteligencia tienen que ayudar a sus gobiernos y a los organismos internacionales a prevenir esta nueva clase de conflictivas situaciones.

Económicas. La crisis económica y financiera que se inició en México a fines de 1994, es considerada en círculos financieros como una suerte de Pearl Harbor financiero porque los indicadores de alerta temprana estaban presentes, pero nadie supo interpretarlos correctamente. (19) El Fondo Monetario Internacional, en vista de ello, va a ser mucho más estricto en el seguimiento que realice a las economías tercermundistas; dicho de otra forma, va a mejorar sus órganos de inteligencia económica. (20) Por su parte, cada país, por intermedio de sus aparatos de inteligencia, puede realizar un seguimiento de su propia economía, así como de los países de interés para ver de aplicar las respectivas medidas correctivas y prevenir cualquier impacto de una crisis de esta clase, o como es el caso chileno, velar por sus inversiones en el exterior. (21) Igualmente, para prevenir actividades de espionaje económico e industrial proveniente de aliados y de adversarios (22), a través del mejoramiento de sus capacidades de CI.

La revolución de las comunicaciones permite a un servicio de inteligencia un mayor monitoreo de lo que sucede en áreas geográficas determinadas como de interés para su seguridad nacional o fortaleza económica, pero a su vez ocasiona un gran problema: generalmente el caudal de información prima que recibe es mayor que las capacidades de la organización para procesarla y hacerla útil para los consumidores. Zlotnick señala que “la información no es producto, inteligencia terminada, hasta que no es puesta, con comentarios interpretativos, en una forma que pueda ser comunicada a otras personas, ya sea oralmente o por escrito. Esas otras personas son los consumidores.” (23) Es por ello que en los tiempos de la informática. La clave está en el análisis. (24)

El grado de interrelación y globalización existente en los actuales tiempos hace que lo que sucede en un extremo del mundo pueda influir – positiva o negativamente – al otro extremo. Por ejemplo, los casos de derrumbe del Estado en Africa, como es el reciente de Zaire, tendrían que estar siendo seguidos por países tan “distantes” como Perú y Chile por la sencilla razón de que aquel país es e más grade productor de cobre del mundo, mineral que también es producido por los antes nombrados y que representa un gran porcentaje de sus ingresos de divisas por concepto de exportaciones tradicionales. Las implicancias de lo que sucede en Zaire son obvias para poder apreciar cómo puede ir el precio del cobre en el mercado mundial. En otras palabras, no es saludable ni recomendable la inmediatez geográfica para el trabajo de un servicio de inteligencia moderno. Así como las cancillerías del mundo se subdividen y especializan en regiones geográficas, lo mismo deben hacer las organizaciones de inteligencia de los países en desarrollo, pero con la diferencia de que también deben hacerlo en función de las diversas amenazas – convencionales o no – que hayan podido determinar a través de una apreciación político-estratégica, porque ya lo dijimos: la esencia de su trabajo es prevenir amenazas.

Lo que se publique en Washington o París, siguiendo con el caso zaireño, puede ser y es interesante, pero no debe ser tomado como un absoluto, ya que es una visión desde esos países, con una geovisión distinta a la que podemos tener nosotros. Es lo mismo que los mapamundi: nuestra visión de los asuntos mundiales sería mucho más interesante si en el centro del mismo pudiera estar el territorio nacional del país que lo edita.

Todo analista de inteligencia que se precie de serlo, tiene necesariamente que tener siempre a su alcance dos mapas: uno del mundo y otro de su país. No hay mejor forma de empezar el día, dijo alguna vez el ex canciller soviético Andrei Gromyko, que leer las informaciones de fuentes abiertas y clandestinas, y pasar a renglón seguido a localizar esas mismas informaciones en el mapa. Gromyko lo hacía porque la comprensión que tenía de esos hechos se hacía mucho más clara.

El mundo actual es a la vez más grande y más pequeño. Más grande porque el interminable flujo de informaciones diversas hace que continuamente estemos descubriendo nuevas cosas, tendencias y problemas que aumentan nuestra cosmovisión; porque por ejemplo, el resquebrajamiento de antiguos estados y el nacimiento de otros hace que nuevos actores se incorporen a la escena internacional. Y más pequeño porque la revolución de las comunicaciones nos globaliza aunque no lo queramos. Grande o pequeño, es un mundo que merece ser observado con atención porque nunca antes en la historia de la humanidad, ha estado como ahora el hombre inmerso en un escenario internacional tan impredecible y lleno de incoherencias. Por ello creemos que – ahora más que nunca – es necesaria una revaloración de la geopolítica como disciplina que ayude a la inteligencia a identificar áreas geográficas nacionales e internacionales con potencial de conflicto. En palabras de Betts, a “extraer la certeza de la incertidumbre y a facilitar una coherente decisión en un medio ambiente incoherente.” (25)


Notas


(1) Angelo Codevilla: Informing Statecraft: Intelligence for a New Century (New York: The Free Press, 1992), p. 48.

(2) José Thiago Cintra: “Regional Conflicts: Trends in a Period of Transition”, en The Changing Strategic Landscape Part III - ADELPHI Papers, IISS, Primavera 1989, p. 96, citado por Alejandro Deustua Caravedo, “Cambios Sistémicos o Intrasistémicos: Un Marco para la América Latina”, en Eduardo Ferrero Costa (editor), América Latina, el Perú y los Cambios del Sistema Internacional (Lima: CEPEI, 1989), p. 168.

(3) Sobre la discusión acerca del uso de las ciencias sociales en apoyo de la inteligencia, ver de Walter Laqueur: The Uses and Limits of Intelligence (New Brunswick: Transaction Publishers, 1993), pp. 293-302 y 318-319. Y en general acerca de los problemas étnicos, ver “The Fourth World: Nations vs. States”, de Bernard Nietschmann, en George J. Denko y William B. Woods (editores): Reordering the World: Geopolitical Perspectives on the 21st Century (Boulder, CO: Westview Press, 1994), pp. 225-242.

(4) Alberto Escalona Ramos: Geopolítica Mundial y Geoeconomía (México, D.F.: Ediciones Ateneo, S.A., 1959), p. 167.

(5) Samuel Huntington; “The Clash of Civilizations?”, en revista Foreign Affairs, Summer 1993. Posteriormente Huntington amplió dicho ensayo y lo convirtió en el libro The Clash of Civilizations and the Remaking of the New World Order (New York: Simon Shuster, 1996).

(6) En su libro Surprise Attack: Lessons on Defense Planning (Washington, D.C.: The Brookings Institution, 1982), p. 4, Richard K. Betts dice que ésta “ocurre en el grado que la víctima no puede apreciar si el adversario va a atacar o no, y si lo va a hacer, cuándo, dónde y cómo.”

(7) Schlomo Gazit y Michael Handel: “Insurgency, Terrorism and Intelligence,” en Roy Godson (ed.): Intelligence Requirements for the 1980s: Counterintelligence (Washington, D.C.: National Strategy Information Center, 1980), p. 131.

(8) Ver de Alberto Bolívar: “Intelligence and Subversion in Peru,” en Low Intensity Conflict & Law Enforcement (London, winter 1994, pp. 410-429). La versión en español fue publicada en la revista Geopolítica al año siguiente.

(9) Es lo que el Dr. Yonah Alexander, Director del Programa sobre Terrorismo de George Washington University denomina “súper-terrorismo.” Ver Tel Aviv News de spring 1996.

(10) Ver: “The Pentagon´s new nightmare: an electronic Pearl Harbor,” en The Washington Post del 16 de julio de 1995. También ver: “Policy Forum: Pearl Harbor in Information Warfare,” en The Washington Quarterly, spring 1997, pp. 39-93; y Roger C. Molander, Andrew S. Riddle y Peter A. Wilson: Strategic Information Warfare: A New Face of War (Santa Monica, CA: Rand Corporation, 1996.

(11) Plaza y Janés, Barcelona 1980.

(12) En The Washington Times del 12 de junio de 1994 se informó que la inteligencia alemana había indicado que los gangsters rusos ya habían ganado acceso a la tecnología para fabricar armas nucleares y que podrían utilizarlas como chantaje internacional. Asimismo, citó a Louis Freeh, Director del FBI, declarando en mayo de ese mismo año que temía que bandas criminales rusas podrían adquirir armas nucleares y vendérselas a los terroristas. También ver el artículo de Bruce W. Nolan “Formula for Terror”, en revista Time del 29 de agosto de 1994.

(13) Despacho de AP: “Two Accused of Trying to Sell Nuclear Arms,” en The Washington Post del 1 de julio de 1997.

(14) Ver sobre la carrera nuclear entre India y Pakistán: “Nuclear Ambitions,” en revista U.S. News & World Report del 12 de febrero de 1996. Del mismo modo, el artículo de Fred Charles Ikle, “Nuke Balance could change in a flash,” en The Washington Times del 8 de abril de 1996, y el de Bill Gertz:” U.S. names buyers of arms that are developing nukes,” en el mismo diario, en su edición del 1 de julio de 1997.

(15) Preventivo, dice Beaufre, es cuando hay iniciativa completa del atacante. Preemptivo se refiere al ataque que se realiza para prevenir una iniciativa que se considera inminente. En Disuasión y Estrategia (Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1980), p. 39.

(16) Ello también está provocando líos Inter-agenciales en EE.UU. Ver de Walter Pincus: “FBI, CIA, Try to Set Turf Rules as Bureau Branches Out,” en The Washington Post del 18 de marzo de 1996.

(17) Para ello el FBI está inaugurando nuevas oficinas en el exterior. En Jeffrey Smith y Thomas Lippman: “FBI Plans to Expand Overseas,” en The Washington Post del 20 de agosto de 1996.

(18) Recomendamos de Laurie Garrett: The Coming Plague (New York: Penguin Books, 1994).

(19) Ver el artículo de Jeffrey Smith y Clay Chandler: “Peso Crisis Caught U.S. by Surprise,” en The Washington Post del 13 de febrero de 1995.

(20) Sobre las medidas del FMI para prevenir esa clase de situaciones, ver el artículo de Martin Crutsinger en The Washington Times del 30 de junio de 1996: “IMF searches for better system to prevent global banking crisis.”

(21) Caretas publicó en su edición del 13 de febrero de 1997 que desde meses antes, Ignacio Walter, presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados de Chile, y el diputado Luis Valentín Ferrada (Renovación Nacional) venían reuniéndose con los jefes de Seguridad de las FF.AA., Investigaciones y Carabineros, y con el Director de Seguridad Pública, con el propósito de redimensionar el sistema de inteligencia mapochino para que pueda velar por la seguridad de las inversiones chilenas en el exterior: unos 10 mil millones de dólares invertidos allende sus fronteras, esto es, 5 mil millones de dólares en la Argentina, 2 mil quinientos millones de dólares en Perú y 500 millones en Bolivia.

(22) El National Counterintelligence Center de los EE.UU. ha determinado que el espionaje económico e industrial es una de las mayores amenazas a la seguridad de ese país. Sobre el tema, ver artículos: de Bill Gertz, “Allies´s spying in U.S. reported,” en The Washington Times del 22 de junio de 1996; “The Lure for the Steal” en revista U.S. News & World Report del 4 de marzo de 1996; “Economic spying increases,” de Bill Gertz en The Washington Times del 20 de marzo de 1996; “Economic Espionage,” en The Washington Quarterly de autumn 1996, pp. 175-204; John J. Fialka, War by Other Means: Economic Espionage in America (New York: W.W. Norton & Company, 1996).

(23) Jack Zlotnick: National Intelligence (Washington, D.C.: Industrial College o the Armed Forces, 1964), pp. 23 y 25.

(24) Ver de Bruce Berkowitz:: “Information Age Intelligence”, en revista Foreign Policy, summer 1996, pp. 35-51.

(25) Richard K. Betts, op. cit., p. 102.

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