Es una frase extraída del argot deportivo, de uso muy difundido en Norteamérica, referida a que antes de emprender una empresa que se sabe va a ser de curso difícil y de resultado tal vez incierto, uno debe tratar primero de no dejar cabos sueltos y de cerrar aquellas brechas que podrían ir en desmedro del propio interés.
Me temo que esto no se hizo cuando nuestro gobierno decidió ir a La Haya para demandar a Chile por el tema de la inexistencia formal de límites marítimos entre ambos países.
Con gran celeridad, sagacidad y sin pizca de contemplación alguna, Santiago está moviendo las fichas de La Paz y Quito para sentar antecedentes diplomáticos y también jurídicos, que busquen declarar la incompetencia de La Haya para ver la demanda peruana.
A los bolivianos les han insinuado que nuestra demanda bloquearía cualquier buena intención que tuvieran para ofrecerles una salida al mar, que “nuevamente el Perú sería el obstáculo”; y a los ecuatorianos simplemente les han dicho: “ustedes son los siguientes en ser demandados.” Por más que Torre Tagle trate de convencernos respecto a que el renacido bloque Santiago-Quito “no existe, que es una exageración” y que “el Ecuador ha manifestado que el tema de la frontera marítima es un asunto bilateral entre peruanos y chilenos”, en las últimas semanas la Cancillería norteña le ha tirado la puerta en la cara más de una vez a su contraparte peruana y la próxima ratificación como tratados de límites que los presidentes Correa y Bachelet van a hacer de los Acuerdos de Pesca de 1952 y 1954, no es broma y constituye un revés muy serio para las aspiraciones peruanas. ¿Por qué hemos llegado a esta situación en la que un asunto bilateral se está convirtiendo en cuadrangular? Muy simple: porque Torre Tagle no cubrió bien sus bases, especialmente con el Ecuador.
Lo increíble es que varios advertimos de una situación muy similar, tiempo atrás, cuando se aprobó nuestra Ley de Líneas de Base Marítimas. En mi artículo “Un enredado cuadrangular” (La Primera, 28.11.05), sostuve: “Concuerdo con quienes sostienen que Torre Tagle subestimó las probables reacciones de La Paz y Quito al reclamo y a la Ley. (...) Santiago simplemente ha aprovechado la pasmosa inacción de Torre Tagle.” Sobre esto último, porque la Cancillería sureña también en esa ocasión había agitado a Quito y La Paz. Ahora es obvio que nada ha variado y que no aprendimos la lección, y que tal inacción – que parece ser producto de una cultura institucional medrosa y carente de audacia e imaginación - también se ha dado al momento de pavimentar el camino diplomático y jurídico hacia La Haya.
Es cierto que todos debemos apoyar la demanda y empujar el coche peruano en el camino hacia La Haya, pero con la conciencia de que por la torpeza de no haber cubierto bien nuestras bases, este puede terminar siendo un camino cuesta arriba.
(*) Alberto Bolívar. Diario Expreso. 22/Feb/08
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