Como consecuencia del apoyo estadounidense a Georgia en la última crisis del Cáucaso, Moscú ha comenzado a mover sus fichas en el tablero geopolítico global, no sólo con gestos político-diplomáticos como el de anunciar que se opondrá en el Consejo de Seguridad de la ONU a la aplicación de nuevas sanciones contra Irán por su programa nuclear, sino con gestos y hechos estratégico-militares concretos, no en Eurasia, sino más bien en la zona de influencia directa de Washington: en Latinoamérica, aprovechando el creciente antagonismo que países como Venezuela y Bolivia sostienen con los EE.UU.
Primero, el anuncio de la probable venta del muy moderno sistema de defensa antiaérea Tor M-1 por parte de Rusia a Venezuela, sistema capaz de batir varios blancos simultáneamente a más de cien kilómetros de distancia; un claro mensaje al poder aéreo estadounidense; y también la adquisición de varios submarinos convencionales de última generación.
Segundo, el también anuncio de las próximas maniobras navales que navíos de guerra rusos – incluido el crucero con capacidad nuclear “Pedro El Grande”- sostendrán en noviembre próximo con sus pares venezolanos en el Mar Caribe, el cual siempre ha sido considerado muy importante en términos geoestratégicos por los EE.UU. La flotilla ya zarpó en dirección a Venezuela y es una clara respuesta directa a la presencia de navíos estadounidenses en el Mar Negro durante la crisis ruso-georgiana.
Tercero, la llegada a territorio venezolano de dos bombarderos estratégicos supersónicos rusos Tupolev-160, capaces de portar armas nucleares, los que conjuntamente con cazabombarderos Sukhoi-30 comprados por Chávez no hace mucho a Moscú, realizaron maniobras de patrullaje también en el Caribe, lo que obviamente irritó aun más a Washington.
Cuarto, la próxima firma de un convenio que convertirá a Rusia en el nuevo aliado de Bolivia – quien acaba de expulsar hace poco al embajador estadounidense – en la lucha contra las drogas, y que incluirá interdicción, es decir, la participación de aeronaves de combate. Estamos ahora hablando de la presencia efectiva rusa en el corazón de Sudamérica.
Todos estos gestos y anuncios, no sólo han irritado a los EE.UU., sino también al Brasil, país que está muy molesto por la creciente alianza diplomática y militar del gobierno de Caracas con Rusia, informó el sábado 20 de septiembre el diario O Estado de Sao Paulo. Un ministro, que no fue identificado, declaró que “Venezuela importa sin necesidad a América del Sur una disputa diplomática entre Estados Unidos y Rusia” (por lo del Cáucaso).
(*) Alberto Bolívar. Diario Expreso. 15/Ago/08
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