Revista Digital Inteligenci@ N°1 (Julio-Agosto 2010)
El espionaje es la segunda profesión más antigua del mundo y es practicado absolutamente por todos los países del mundo. El problema se suscita cuando un servicio de inteligencia – bien sea por su aparato de contrainteligencia, por la ayuda de un tercero o por el azar – concluye en que ha sido penetrado por su correlato de otro país o de un actor no estatal y que por consiguiente le había sido plantado un “topo” que proporcionó información (supuestamente “valiosa”.) Descubierta la penetración y refiriéndose al hecho de tratar de arreglar los entuertos producto del espionaje de la otra parte, John Le Carré describía a este difícil proceso como tratar de “volver a poner la pasta en el tubo.” (1) En el caso de la traición del suboficial de la FAP Víctor Ariza, es importante utilizar algunas categorías doctrinarias y casuísticas para entender el alcance de sus actos.
La primera constatación es que las operaciones de espionaje que conducen los servicios de inteligencia de un país son un asunto de Estado, no de gobiernos porque Ariza fue captado durante la administración de Ricardo Lagos y siguió activo durante la administración de Michelle Bachelet. La segunda es que la “lista de compras” que sus controladores le proporcionaron y que fue hallada en sus computadoras, es de gran ayuda para nuestra contrainteligencia porque da una clara idea de cuáles son los requerimientos de inteligencia que vienen del sur, con vistas a la adquisición de sistemas de armas y consiguiente planeamiento de operaciones aéreas ofensivas. Como acertadamente señala el mismo Le Carré: “La lista de compras no son sólo preguntas, sino que habla de todo. Diría lo que sabemos, preguntando lo que no sabemos y diría lo que nos gustaría saber. Pondría de manifiesto los fallos de la maquinaria de recolección de información”. (2)
Un ejemplo histórico sobre la importancia de la “lista de compras” es el del agente doble Dusko Popov (nombre clave Triciclo.) Era un yugoslavo que trabajaba para los británicos y que aparentaba hacerlo para los alemanes. Este agente, enviado por los alemanes a los EE.UU. a mediados de 1941, llevaba consigo un cuestionario que entre otros ítems solicitaba información detallada acerca de las instalaciones militares y las defensas de ese país en Hawai. Es obvio que el requerimiento era un pedido de los japoneses a sus aliados alemanes. Triciclo pasó el cuestionario al FBI, que lo ignoró.
Masterman dice que “el cuestionario dado a Triciclo indicaba muy claramente que en la eventualidad de entrar los EE.UU. en guerra, Pearl Harbor sería el primer punto en ser atacado y que los planes para este ataque estaban en un punto muy avanzado para Agosto de 1941 (...) La lección, sin duda es, que una vez que un agente está firmemente establecido, - que era el caso de Ariza - cualquier cuestionario que se le entregue tiene un valor de inteligencia mucho más grande y más inmediato, del que usualmente se le atribuiría”; (3) ergo, si la contrainteligencia llega a conocerlo, es el equivalente a un regalo de los dioses.
Una tercera constatación, señala Cherkashin, es que los oficiales de inteligencia podrían pensar que principalmente son responsables de reclutar agentes, pero la mayoría de su trabajo realmente consiste en encontrar gente que quiere ser reclutada. (4) Ariza tenía grandes apuros económicos para mantener a tres compromisos y tenía acceso a información sensible. Ello tiene que haber sido notado por sus reclutadores, quienes consiguieron sus servicios desde que trabajaba en nuestra embajada en Santiago. Esto último nos lleva a preguntarnos: ¿Llegó a entregarles la clave diplomática peruana? Si fue así, tal vez el daño sea irreparable porque puede haberle proporcionado a la inteligencia chilena la herramienta perfecta para leer los mensajes cifrados cursados entre Torre Tagle y nuestra legación en Chile. Conociendo la clave diplomática vigente en 2002, pueden haber ido sus criptógrafos siguiendo los cambios posteriores, que de no ser drásticos, en teoría les habría permitido leer todas nuestras comunicaciones cifradas, antes, durante y después de la presentación de la demanda ante La Haya. Dicho sea de otra forma: conocerían al detalle la estrategia jurídica y diplomática peruana.
Aun no es muy claro cómo fue descubierto Ariza: si fue por un buen trabajo de contrainteligencia al interior de la FAP; por una discusión con su esposa, en la que esta lo amenazaba con denunciarlo a sus superiores (5), discusión que habría sido escuchada por una vecina, también esposa de un técnico FAP; por sus signos exteriores de riqueza (6) o por algo anormal que fue notado por sus propios compañeros de trabajo (que dicho sea de paso, es como generalmente se descubre a los “topos”) (7); por una (altamente improbable) penetración de la inteligencia peruana en Chile (8) o por el dato proporcionado a los peruanos por la inteligencia de un tercer país, que a su vez tenía penetrada a la inteligencia chilena.
De lo que se conoce acerca de qué informaciones de la FAP ha entregado a los chilenos, mucho se habla del Plan Quiñones, el cual, la verdad nos parece más una visión de lo que nuestra fuerza aérea desearía ser para 2021, que un verdadero plan. ¿Acaso ha sido aprobado por nuestro Consejo de Seguridad Nacional? ¿Acaso el ministerio de Economía y Finanzas ha asegurado los recursos presupuestales? ¿Hemos escuchado algo acerca de licitaciones para ver lo de las probables adquisiciones? El problema está en la bendita costumbre de ponerle el sello de “secreto” o “estrictamente secreto” a todo. Ese plan debió estar colgado en la página web de la FAP o del ministerio de Defensa.
Muy preocupante es que haya entregado la lista de alumnos – que estudian tanto para analistas como para agentes operativos – de la Escuela de Inteligencia de la FAP. Simplemente ya “los quemó”, sobre todo a los segundos.(9) Pero aun mucho más preocupante es que les hubiese proporcionado el nombre y ubicación de eventuales agentes peruanos en Chile. Si fue así, ¿por qué los chilenos no los han aprehendido y presentado ante la prensa? Muy simple: porque ya hace tiempo los habrían convertido en agentes dobles.
¿Ariza trabajó solo o tenía toda una red de informantes? Según el fuero militar peruano, no trabajó solo, sino que tuvo la colaboración de otros siete miembros de la FAP (10), algo que también puede haber sido facilitado por la laxitud existente en nuestras FFAA respecto a todo lo concerniente a contrainteligencia y seguridad del acervo documentario. Si no, recordemos el escándalo de la venta de información clasificada por parte de personal de inteligencia naval en 2007 a empresas de seguridad privadas.
Por último, ¿por qué los chilenos exigían insistentemente a la red un informe diario del estado de operatividad de nuestros aviones? ¿Acaso no es público que si tenemos operativas cinco aeronaves de combate es mucho y que no hay ni dinero ni voluntad política para poner operativas en el corto plazo a nuestros cazas y cazabombarderos? Primero, por la gran preocupación de la FACH por una eventual puesta en operatividad de nuestra fuerza aérea (lo que desgraciadamente aún no es el caso), porque ellos sí son totalmente conscientes de que el poder aéreo es la clave para la victoria en la guerra moderna. Segundo y por último, porque toda la operación de espionaje, es decir para obtener información “clasificada” de una fuerza aérea que todo el mundo sabe que no está operativa, era para justificar sus compras. Es todo un ejercicio de profecía auto-cumplida: “tenemos que comprar bastante, antes de que los peruanos comiencen a comprar porque así está en sus planes ´secretos´ establecidos en el Plan Quiñones.” (11)
(1) Citado en John Barron, Breaking the Ring: The Bizarre Case of the Walker Family Spy Ring (Boston: Houghton Mifflin Company, 1987), p. 147. En relación al concepto de “topo”, si bien fue popularizado por John Le Carré en sus novelas de espionaje para describir lo que los espías reales denominan una “penetración”, según Mangold el primer uso de la palabra en un contexto de inteligencia ha sido trazado hasta Sir Francis Bacon y su historia del reinado de Enrique VII, publicada en 1622: “El era cuidadoso y liberal para obtener buena inteligencia de todos lados del exterior... Por sus espías secretos que empleó en casa y en el exterior, descubrió qué prácticas y conspiraciones había contra él, seguramente su caso los requería: tenía tales topos perpetuamente trabajando para minarlo.” Francis Bacon, The History of King Henry the Seventh. F.J. Levy, editor (Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1972), p. 243; cit. en Tom Mangold, Cold Warrior. James Jesus Angleton: The CIA´s Master Spy Hunter (New York: Touchstone, 1991), p. 158.
(2) John Le Carré, La Casa Rusia (Barcelona: Plaza & Janés Editores, S.A., 1989), p. 355.
(3) John Masterman, The Double-Cross System in the War of 1939 to 1945 (New Haven, CT and London: Yale University Press, 1972), pp. 80-81, 196-198. El mismo Popov cuenta con pormenores en su libro cómo los estadounidenses no sólo no le creyeron y lo rechazaron, sino que amenazaron con mandarlo a la cárcel. Dusko Popov: Triciclo. Espía y Contraespía (Barcelona: Editorial Bruguera, 1975), pp. 157-237. Ver también, de Anthony Cave Brown, Bodyguard of Lies (New York: HarperCollins Publishers, Inc., 1975), pp. 488-489. Sobre el caso Ariza, particularmente ilustrativo es el excelente informe de Angel Páez, “Las pruebas del espionaje de Chile. Militar chileno Víctor Vergara enviaba a Ariza lista de lo que tenía que espiar”, publicado en diario La República del 21-11-09.
(4) Viktor Cherkashin con Gregory Felfer, Spy Handler (New York: Basic Books, 2005), p. 27.
(5) A fines de 1984, la esposa de John Walker (un suboficial retirado de la marina estadounidense que desde 1967 trabajaba para los soviéticos proporcionándoles las claves secretas de las comunicaciones navales) lo denunció ante el FBI. Fue capturado en mayo de 1985, desbaratándose una red de espionaje que también incluía a su hermano, a su hijo y a su mejor amigo.
(6) Es el caso de Aldrich Ames, de la CIA, quien desde 1985 trabajó para la KGB (por problemas económicos se ofreció a trabajar para ellos, cuando todavía existía la Unión Soviética) y el SVR (ya desaparecida la URSS; y nuevamente la constatación que el espionaje no es un asunto de gobiernos, sino de Estado.) Fue capturado en abril de 1994. De los cinco libros que se han escrito sobre este caso, recomiendo dos: el de los periodistas del New York Times Tim Weiner, David Johnston y Neil Lewis, Betrayal: The Story of Aldrich Ames (New York: Random House, 1995) y el de Pete Early, Confessions of a Spy: The Real Story of Aldrich Ames (New York: G.P. Putnam´s Sons, 1997)
(7) Así sucedió con Jonathan Pollard, analista de la inteligencia naval estadounidense, que espiaba para los israelíes y que fue capturado en noviembre de 1985. Ver de Ronald Olive, Capturing Jonathan Pollard (Annapolis, MD: Naval Institute Press, 2006.) También fue el caso de Ana Belén Montes, analista principal sobre Cuba en la Defense Intelligence Agency/DIA y que – increíblemente – trabajaba desde 1985 para la Dirección General de Inteligencia/DGI cubana. Fue capturada en septiembre de 2001. Ver de Scott Carmichael, True Believer: Inside the investigation and capture of Ana Montes, Cuba´s Master Spy (Annapolis, MD: Naval Institute Press, 2007.)
(8) Tal habría sido el caso de la red de espionaje rusa recientemente descubierta en los Estados Unidos: los primeros indicios los recibió el FBI en el año 2000, cuando el “diplomático” ruso – esa era su cubierta – Sergey Tretyakov desertó en octubre de ese año. Ver el artículo de Rui Ferreira, “La red rusa en EE.UU. pudo haber sido traicionada por un desertor de alto rango,” en diario El Mundo (Madrid), del 2-7-10. Curiosamente, mientras se conocían los alcances de esta red de espionaje, se informó que el 9 de junio Tretyakov había fallecido en Florida. ¿No será que su “muerte” no es más que una maniobra de la contrainteligencia estadounidense para – ahora sí – ponerlo a buen recaudo, junto a su esposa e hija, por el resto de sus días ante la posibilidad de una venganza del SVR? Entrevistado sobre este caso, el primer ministro Vladimir Putin declaró que aquellos que traicionaron a sus compañeros pagarán un alto precio, pero no quiso responder a las preguntas de si Rusia planeaba vengarse. “Este escándalo se produjo como resultado de una traición. Ellos (los traidores) terminan bebiendo o drogándose. Es incorrecto preguntar acerca de ello (de una probable venganza).Los servicios especiales viven bajo sus propias leyes y cada uno sabe cuáles son estas,” citado en despacho de Reuters del 24-7-10 escrito por Gleb Bryanski, “Putin pledges bright future to former spies in the U.S.” Pregunto esto porque me llamó muchísimo la atención que cuando supuestamente ocurrió el deceso, este no se hiciera público de inmediato, lo que sorprende porque desde 2001 se sospechaba que él fue quien dio la pista para atrapar en febrero de ese año a Robert Hanssen, el experto informático y de contrainteligencia del FBI, que laboró para los soviéticos y los rusos desde 1979, causando un daño incalculable. De los tres libros que se han escrito sobre el caso Hanssen, recomiendo el de David Vise, The Bureau and the Mole: The Unmasking of Robert Philip Hanssen, The Most Dangerous Double Agent in FBI History (New York: Atlantic Monthly Press, 2002). De otro lado, Tretyakov fue largamente entrevistado para el libro que sobre él escribió Pete Early, Comrade J: The Untold Secrets of Russia´s Master Spy in America After the End of the Cold War (New York: The Berkley Publishing Group, 2007). En esta obra, Tretyakov niega que fuera él quien entregara – por siete millones de dólares – el expediente que sobre Hanssen tenía la inteligencia rusa.
(9) Fue lo que Harold Nicholson, oficial de la CIA e instructor de agentes, hizo al pasarle a los rusos la relación completa de tres promociones de agentes secretos egresados de La Granja, como se conoce a la escuela de formación de personal clandestino de la CIA, situada en Camp Perry, Virginia. Sobre este caso, ver los artículos de Jeffrey Smith y Charles Wall, “CIA Officer Charged With Spying”, The Washington Post del 19-11-96; de Brian Duffy, “Tinker, tailor, soldier, dope: How the FBI and CIA cooperated to charge a spy”, en US. News & World Report del 2-12-96, pp. 33-34; de Evan Thomas and Gregory Vistica, “The Spy Who Sold Out”, en Newsweek del 2-12-96, p. 35; y de Richard Lacayo, “Teacher or Traitor,” en Time del 2-12-96, pp. 31-34; y el libro de Tim Weiner, Legado de Cenizas: La Historia de la CIA (Barcelona: Random House Mandadori, S.A., 2008), p. 486. Nicholson fue comparado con el personaje principal de la película de espías El Recluta (2003), interpretado por Al Pacino.
(10) El primer indicio acerca de que existiría una red provino del comentario que hiciera uno de sus controladores en un correo electrónico: “Eres el más remolón de todos.” Sobre la acusación en el fuero militar, ver el artículo de Karem Barboza, “Siete traidores ayudaron a Ariza”, en diario Correo del 19-7-10 y de la misma periodista, “Fiscalía pide 35 para Ariza. Justicia Militar pide hasta 10 años para cómplices,” Correo del 25-7-10.
(11) Sobre cómo la inteligencia crea “enemigos” y justifica un presupuesto militar alto, recomendamos el libro de Robert B. Bathurst, Intelligence and the Mirror: On Creating an Enemy (Londres: Sage Publications, 1993.)
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