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    Alberto Bolívar Ocampo. Politólogo. Profesor de Geopolítica en los Institutos Armados, el CAEN y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Brasil versus Venezuela




La grave crisis boliviana ha dejado muy en claro varios puntos: Primero, nuestro vecino sudoriental va camino (desgraciadamente) hacia una inviabilidad que se manifestará en una secesión vía implosión o explosión. La implosión se daría si es que pese a cierto nivel de violencia que no llega a la categoría de guerra civil, los departamentos aymaras y los departamentos cambas, finalmente acuerdan una división fáctica del país; por el contrario, la explosión se daría con una guerra civil declarada y sangrienta. Este último escenario debería preocuparnos más por el flujo de refugiados (decenas de miles) que recibirían Puno en particular y el sur peruano en general, con el peligro de hacerlos colapsar. Pregunta suelta: ¿Están (siquiera) considerando (conjuntamente) tal escenario Relaciones Exteriores, Defensa, Interior, Salud y Defensa Civil? No estaría de más hacerlo.

Segundo, el conflicto es una mezcla de ideología, odio étnico y modelos de desarrollo contrapuestos. Tercero, elementos exógenos como el abiertamente descarado intervencionismo venezolano y la más soterrada – pero igual de peligrosa – injerencia de la inteligencia cubana, podrían agudizar la crisis y los consiguientes niveles de violencia, incluso si ese no es el deseo de los mismos bolivianos. Cuarto y relacionado con esto último, el clarísimo pulseo entre Caracas y Brasilia. Hugo Chávez ha seguido insistiendo en su deseo de “intervenir militarmente en ayuda de Evo Morales”. Detengámonos un momento acá: ¿Cómo se daría tal apoyo? ¿A través de un puente aéreo desde Venezuela? Difícil, tendrían que atravesar espacios aéreos y marítimos de países como Perú y Brasil. ¿A través de “brigadas internacionales” compuestas por aymaras peruanos, chilenos y argentinos, así como de mapuches chilenos? Si esta es la forma, querría decir que ya están en proceso de organización. (¿El “ejército puneño” que propone el inefable Hernán Fuentes?) Me inclino por otra explicación: el potencial apoyo militar cubano-venezolano ya está hace tiempo en Bolivia a la espera de órdenes. Para eso fue que en 2006 Venezuela financió “puestos” militares (verdaderas oficinas de reclutamiento y entrenamiento) en territorio boliviano. Antes, durante y después de la reunión de Santiago, el presidente Lula ha sido muy claro (y duro) con Chávez: su país no permitirá una intervención militar foránea, venga de quien venga. Una guerra civil en Bolivia interrumpiría el abastecimiento de gas a su país. Otra explicación es que es consciente que ambos países están en curso de colisión. Unos datos ilustrativos: a fines de Noviembre de 2007, una encuesta realizada por la revista brasileña Veja al interior de sus fuerzas armadas indicó que el 63.5% de los militares brasileños creía que era posible un conflicto armado con los países vecinos. En cambio, entre una muestra de la población civil, el 57.9% no creía posible ese escenario. Sobre quiénes serían los potenciales enemigos, el 50% de los uniformados respondió que serían Venezuela y Bolivia. Esas y otras percepciones de amenaza (como la IV Flota de los Estados Unidos) se están reflejando en el acelerado proceso de rearme – convencional y no convencional – del Brasil.


(*) Alberto Bolívar. 18/Set/08

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