Después del papelón que significó el regreso a la libertad de los 15 rehenes, deben ser varias – y muy interesantes – las dinámicas que están dándose al interior de la organización terrorista.
Lo primero es la sensación de desconfianza que debe prevalecer en el secretariado de las FARC y en su entorno inmediato, lo que pronto debe traducirse en reacomodos políticos y organizacionales, así como en ajustes de cuentas. El tema es que el sistema de inteligencia colombiano las ha infiltrado con éxito en todas sus estructuras y niveles. Esas capacidades de inteligencia humana son las que permiten (administrando escrupulosamente grandes cantidades de dinero) la captación de informantes; usando técnicas de contrainteligencia, la conversión de espías de las FARC en agentes dobles; el diseño de campañas de guerra psicológica que buscan agudizar las contradicciones al interior de sus filas para sembrar la desmoralización en todos sus frentes, lo que concretamente se está traduciendo en la entrega a las autoridades de muchos de sus integrantes (un promedio de 200 desertores al mes).
Muy importante es la contraparte tecnológica de las capacidades de recolección clandestina: desde hace un buen tiempo, el uso de sistemas que permiten la interceptación de las comunicaciones de la gente que hoy trata de liderar “Alfonso Cano”; que permiten romper sus claves y códigos, y que al igual como hicieron los aliados contra los alemanes (1939-1945) con “Ultra”, que dice Harold Deutsch, (en Michael Handel – editor-, Leaders and Intelligence, 1989, p.200) “reveló las esperanzas y ansiedades, recursos y perspectivas, vulnerabilidades y puntos fuertes de los líderes alemanes. Dijo acerca de los planes actuales y de las alternativas tenidas en mente si las cosas salieran mal. La cercana observación por un prolongado período de tiempo podía dar luces acerca de sus tratos personales, hábitos de pensamiento y relaciones entre colegas. Nunca antes en la historia había sido posible concebir siquiera remotamente aproximarse a tal forma de visiones interiores del oponente.” Haya sido hecha o no con asistencia extranjera, algo muy parecido les ha sucedido a los terroristas colombianos.
Si un país no cuenta con las adecuadas capacidades de recolección clandestina (humanas y técnicas) y con un buen subsistema de contrainteligencia nacional, que vaya olvidándose de poder contrarrestar y eventualmente vencer a enemigos de la democracia que pueden tener algunos rostros públicos, pero cuyo trabajo principal y sus comunicaciones son eminentemente clandestinas.
Lo segundo son las discusiones que deben estar dándose para decidir qué hacer: ¿Aceptar los ofrecimientos para reiniciar negociaciones? Signo de debilidad. ¿Preparar y realizar – si es que no son detectadas antes – acciones ofensivas, sobre todo en escenarios urbanos? Signo de desesperación. ¿Pedir la intermediación de terceros (como Hugo Chávez) para negociar? Muy difícil. Servir de interlocutor a una organización que ya es puramente criminal, quita prestigio. Aparte que el susodicho también está debilitado por la Espada de Damocles que significa el contenido de las computadoras de “Raúl Reyes” y que lo hacen un virtual rehén político de Alvaro Uribe.
Menudos dilemas los de las FARC, ¿no les parece?
(*) Alberto Bolívar. Diario Expreso. 17/Jul/08
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